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Satélite-in-Blog - Page 62

  • Mi vida con Tonino III

    satelite en estudio 009baja.jpgEscucho que alguien dice "los de la banda, que esté listos porque por ahí tocan uno más!". Lo escucho desde un baño del subsuelo de la Trastienda, detrás del escenario, y en el submundo del aftershow. Sigo en el baño, y Tonino Carotone sigue haciendo un bonus track de su apoteótico show porteño con el guitarrista Simone. Salgo del baño y me alisto por si hay que volver al escenario. Por mi, haría los 20 temas otra vez, uno por uno. Sería una gran oportunidad de enmendar los pifies que sé que cometí. Pero por sobre todo sería una chance de alargar un instante de felicidad.

    Pero no volvemos. Tonino y Simone terminan la faena. Aunque si a Tonino lo dejan, yo creo que sigue toda la noche. Y si nos dejan a los demás, lo seguimos al mismo infierno, si es que en el infierno hay bebidas frías y buena música.

    satelite en estudio 011baja.jpgEn lugar de eso, nos vamos a dormir. Pero, al menos, con el recuerdo, con la foto, de un show recontraintenso. Tonino, qué personaje. Hasta para perderse es elegante. Si los ensayos andaban más o menos bien, en vivo la cosa explotó exponencialmente. Este hombre no improvisa, al menos no sin saber exactamente lo que hace. Simone, su guitarrista, su capitán, en medio de un tema se daba vuelta, nos miraba y se hacía la seña de la cruz, como diciendo "Dios sabe qué pasará ahora..." Creo que una sola de esas miradas vale por un año de profesor de piano...

    Fue una noche llena de clips históricos. Recuerdo, por ejemplo, a Tonino en el camarín contando una larga historia del autor de "Cuando calienta el sol...", un tano. PArece que el tano este se estaba quedando pelado. Entonces usaba un sombrero. Un día, en un show, un tipo del público le arrebató el sombrero. Y el tío abandonó la música. Hoy tiene una empresa de remises en Nueva York. Así lo contaba Tonino, sino con certeza, al menos con gracia. Mondo Dificile, Vita Intensa...

    Tengo la foto de Tonino retorciéndose en el escenario. Es tan claro que ni en un solo momento el tipo está pensando "a ver, toco esto así la gente baila", que me da un poco de pudor por el resto del gremio musiquero. Este Tonino pone las cosas en su lugar.

     

  • Mi vida con Tonino II

     

    Tonino me mira con un raro talento para clavarme los ojos sin verme realmente. Como casi siempre, me dice algo, pero no escucha lo que le contesto. O al menos no lo oye. Su segundo día en Buenos Aires le está costando. Ya es bastante tarde, tiene que ensayar el repertorio, pero no se acuerda las letras. Intenta leerlas del librito del disco, pero la tipografía es muy chica. "Ostia, nunca tuve problemas de vista...", se lamenta, agotado hasta para quejarse. Pero, muy de su personaje, cuando finalmente se mete en la canción, la verdad es que no importa más nada, ni siquiera si está repitiendo bien las palabras. La gracia del tema pasa por otro lado, un costado menos vulnerable y más genial.

    Cansadísimo, ya espera que le alivien un poco la agenda del día siguiente, aunque, como un campeón golpeado, asegura que lo que haya que hacer lo hará. "Que para eso he venido...", se resigna. Le han hecho bastantes notas, por ejemplo, Y la que más lo entusiasma es mañan, justamente, cuando se reunirá con un director de cine porno, según me cuenta. "Mañana nos toca porno; estoy entusiasmado", explica mirando al suelo y empuñando su bastón. Le brillan los ojos. Qué habrá entendido Tonino, qué será lo que realmente va a hacer... Pienso eso, mientras escucho de fondo que Carotone nos quiere anotar en un papel el nombre deun dibujito animado, para buscar en You Tube, en el que el protagonista contantemente muestra su trasero. "Es como yo de pequeño, joder!", vuelve a entusiasmarse. A todo esto estamos rodeados de camarógrafos. La troupe de Tonino parece inquieta. Su mano derecha, un guitarrista italiano de larga y enrulada melena tiene una relación curiosa con el cantante. Me hace acordar al "abogado" de Johnny Depp en la película "Pánico y locura en Las Vegas". Una especie de asesor indefineble, de cómplice absurdo. Además, toca muy bien.

    Los temas salen más que aceptablemente intensos. Y eso mantiene el ánimo dentro del hemisferio del optimismo. Lo que no es poco. La Trastienda, ahí vamos...

     

     

  • Mi vida con Tonino

    Este jueves, vuelve a tocar en Buenos Aires Tonino Carotone. ¿¿Quién?? Cómo que quién: Tonino Carotone. Un vasco con nombre artístico italiano, italianamente cómico, que vivió en Grecia y flirtea con la música española, italiana, griega, balcánica, argentina, norteamericana (claro) jamaiquina (incluso SKA!!) y probablemente también extraterrestre. El del hit "Me cago en el amor". Un tipo flaco, bajo, de voz aguardentosa, bigotes finitos, chupines, remeras enigmáticas, bastón, sombrero, pésima memoria, elegancia lúmpen y mirada vidriosa. Y labia, mucha labia. Labia para largas noches, para interlocutores casuales, para tugurios, garitos, piringundines y sótanos. Y cientos de canciones, propias y ajenas. Más ajenas que propias, por ahí.
    Si no me equivoco, la primera vez que vino a Buenos Aires lo hizo con Manu Chao, en aquel primer show del ex Mano Negra en Obras, a pleno. Manu Chao le edita los discos a Tonino. Ya tiene como tres. El último salió hace muy poco, se llama "Ciao Mortali" y es el que va a presentar este jueves en la Trastienda. Es el mejor de todos y mezcla a Fausto Papeti con Daniel Melingo (Carotone realmente admira a ambos).
    La segunda vez que visitó esta ciudad fue en 2007, si no me equivoco. Hizo un par de shows, ya sin Manu Chao, acompañado por una banda con músicos de Satélite Kingston, Me Darás Mil Hijos, Pequeña Orquesta Reincidentes y Los Cocineros. El show de Niceto estuvo especialmente bueno. Yo toqué el piano. Y ahora voy a volver a tocar con Tonino, otra vez con músicos argentinos, aunque en esta ocasión seremos menos. Hubo que aprenderse o reaprenderse, según el caso, como veinte canciones. Algunas, muy bonitas, por cierto.

     

    En este video se ve "un ska" que canta no Tonino si no su mujer en un momento del show:

     

    Tonino llegó a Buenos Aires ayer, lunes, desde Chile, por donde pasó su tour. Vino con manager, mujer-corista, guitarrista y un amigo o algo así. Nos encontramos todos por primera vez en una sala de ensayo de Abasto de la que algún día habría que escribir un post aparte. Los muchachos aparecieron bastante más tarde de lo que se los esperaba. Y se notaba que venían, digamos... de muy buen humor.
    Yo creo que Tonino no me reconoció, a pesar de los shows de la otra vez. Pero tanto a mi como a los demás nos saludó entusiasmado. Estaba con su sombrero y su bastón, con ese look de dandy postapocalíptico que lo caracteriza. Tonino podría ser un crooner en un bar para cyberpunks borrachos de aceite de motor en un oasis de Mad Max III.
    El maldito corrector automático (la culpa es mía por no desactivarlo) insiste en cambiarme "tonino" por "tonito". Y Tonino anoche insistía con que se notaba que la habíamos "currado" y que sonábamos "finos" y nos daba la mano y sacudía su bastón y daba unos pasitos de baile en el medio de la sala, de pura felicidad. Así que nosotros estábamos contentos también. Y aliviados, porque todavía recordábamos el primer ensayo de nuestra anterior aventura carotona: al primer tema Tonino parecía querer incendiar Buenos Aires antes de partir raudo hacia Ezeiza, mientras apoyaba la frente contra una pared de la sala y pedía a su manager algo para el estómago. Todo porque no nos acordábamos bien un par de partes. Al final, de madrugada, se fue zigzagueando por Corrientes, hacia Chacarita. Quién sabe cómo terminó eso, aunque no es difícil adivinar. Aunque este es un tipo impredecible. Así que vamos a ver qué pasa en los próximos días. O mejor dicho, en las próximas noches.
    Al que pueda ir, yo le diría que no se pierda este show, este jueves en La Trastienda. Realmente vale la pena, si es que implica alguna pena. Una experiencia musical al margen, en serio.

     

  • Estado de estudio = estado de gracia

    El título no se refiere al momento de preparar un examen sino al período de grabación de un disco; a mi modesto saber y entender, la mejor parte de tocar en una banda.

    Mejor que tocar en vivo. Bueno, lo que pasa es que se toca en vivo (en general) mucho más seguido de lo que se graban discos. Por eso se termina anhelando más lo que no se hace tanto. Que es grabar. Y si es un buen estudio con una buena "situación", tanto mejor.

    Es el caso de Satélite Kingston por estos días, que se encuentra registrando temas para un futuro... quinto disco! Cinco, un buen número para banda de ska nacional, sin duda. En Fuera del Túnel, un interesantísimo estudio de Flores, sobre la avenida Boyacá, tres cuadras después de dejar de ser Carabobo, hay listos ya algo así como trece temas entre canciones, instrumentales, covers y algún experimento extra, con producción del propio grupo. Y estamos todos muy satisfechos, pensando, como toda banda, que este es el mejor disco que logramos hasta ahora. Como toda banda con disco nuevo.

    Pero lo mejor de un disco no son sus temas, ni su sonido, ni sus intérpretes, ni sus solos, ni sus ideas de producción, ni su mezcla, ni su mastering, ni su tapa, ni el catering, ni la mesa de pool o la máquina de café del estudio, ni las empanadas de la pizzería de enfrente...

    Lo mejor de un disco es... el hecho de estar grabándolo. La suspensión de la realidad en ese instante es algo notable. En el "momento Rec" no hay nada, pero nada de nada, "afuera" de una canción, afuera de lo que se está tocando. Al menos esa es la actitud con la que esto debería hacerse. Y, en mi opinión, la suspención de la realidad es justamente una de las pocos atajos ciertos hacia un estado de felicidad plena. Aunque dure apenas tres minutos y medio. La diferencia con otros métodos (más normales) es que, en este, no hay consecuencias negativas (en general, al menos para uno mismo; muchas veces el resto del mundo sí sufre bastante).

    Y es el momento en que todo es posible. Aunque, claro, las posibilidades de un no son para nada infinitas, ni muchísimo menos. Pero, bueno, la música está ahí, y grabar es una nueva oportunidad de acercarse a ella. Con una orquetsa sinfónica o con dos maderitas. Una de esas aisladas oportunidades, que hay que procurar aprovechar como si fuera la última, porque nunca se sabe. Es una ficha más, y uno siempre piensa "esta tiene que ser la buena". Y ahí se manda, a ver qué pasa.

    Lo que el mundo entienda de esto después es otra cosa. Histórico, horrible o intrascendente, una vez que el disco se termina ya no es una quimera, sino que es una cajita de plástico con una cosa adentro que suena a no sé qué. Es algo material y vulgar, y poco tiene que ver con su incontrolable, en un punto (en un punto, finalmente) aleatoria gestación. Ya no es la felicidad, aunque a veces (a veces), entonces sí, pase a darle felicidad a los demás.

  • Ser padres (ska) hoy

    Ah, el periodismo participativo... Esto sí que fue un buen ejemplo de comunidad multimedia 2.0: una persona a la que conocí simplemente por comentar más o menos seguido en este blog, termina haciendo una crónica con texto, fotos y hasta video del regreso de los Specials. Eso debería ser el futuro de este blog...

    Aclaremos que las empresas periodísticas tradicionales de este país en este mismo momento están gastando fortunas para lograr algo así. Acá no costó mucho más que una cerveza que tomamos hace un tiempo con Chikito en un pub de Londres. Y pagó él!

    Pero quería hablar de otra cosa. En su crónica del show de Specials, Chikito comentaba sobre los viejos rude boys que había visto en el público. Y sobre este fenómeno escribió también el comediante-DJ-historietista británico Phill Jupitos, que además es fan de los Magníficos de Coventry, y cubrió uno de sus shows para el Times Online. Cuando lo leí enseguida pensé que a ustedes les gustaría.
    Así que acá va una especie de traducción de la nota. Talkin' bout my generation...


    Por más de tres décadas, los shows de música en vivo han sido las situaciones en las que más feliz he sido. Y a medida que crezco, atesoro la sudorosa intimidad de un concierto. Las bandas van y vienen, pero los gigs son siempre iguales. Los baños siguen estando sobrepoblados, la cerveza es demasiado cara, los patovicas son mala onda y la música es demasiado fuerte. El único cambio es que las remeras que se venden parecerían haberse achicado. Pero me siguen encantando…

    old.jpgAsí que vamos a la primera noche del tour reunión de los Specials en Newcastle. El local estaba repleto de un nuevo subgénero cultural al que yo llamo “los papás ska” (“ska dads”). Tipos que a principios de los ochenta bailaban en conciertos de Madness, Bad Manners, The Beat, The Selecter, The Bodysnatchers y, por cierto, los mismos Specials.

    Estos hombres han envejecido y han tenido hijos. Chicos a los que ellos quieren infectar con los mismos ritmos de su juventud. Durante los setenta y los ochenta, los únicos papás que veías en un recital de rock estaban afuera, parados junto a un Volvo familiar esperando que sus transpirados hijos salieran. Hoy, en cambio, ya es costumbre ver padres sonrientes moviendo el pie en el fondo de un show mientras sus chicos encaran para adelante, sino para hacer mosh al menos sí para huir del papelón de quedarse con mamá y papá.

    Yo mismo intenté imponerle el ska a mis hijas mientras las llevaba en auto al colegio. Les ponía un muy cuidado compilado en el stereo del coche. Pero en cuanto comenzaba a sonar “Phoenix City”, de Roland Alphonso, las nenas protestaban: “Papaaaaaaaaa, no nos gusta el ska!” Las cosas se pusieron peor cuando apresuradamente compré un palco en el Albert Hall para ver a Madness. Ahí, mis hijas respondieron a este otro brusco intento quedándose dormidas durante “House of Fun”. Y esa es una historia real.

    Algunos Papá Ska se han dado cuenta que cuando engordás y perdés el pelo, el look skinhead es perfecto. Simplemente tenés que conseguirte Fred Perrys y Ben Shermans bien grandes, unos Levis extra large, mocasines y listo. Los góticos pelados y gordos sencillamente no van. Los mods con exceso de peso no se ven bien en sus trajes. Pero con un skinhead gordo está todo bien. Aunque lamentablemente algunos adultos gordos y pelados pretenden hacerse pasar por skinheads de siempre porque vieron “This is England” y se compraron un box set de Trojan, a pesar de que los únicos shows a los que fueron en los ochenta fueron de Thompson Twins y Billy Ocean. Ustedes saben quienes son.