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Satélite-in-Blog - Page 63

  • Exclusivísimo!: Musica de Los Specials

    Texto, fotos y video por Chikito

    Especial para Satélite-in-Blog desde UK


    Tras los largos meses de espera para este histórico espectáculo, simplemente todo estaba predestinado para que una noche perfecta. Antes que nada, tenía que encontrarme con mi amigo Jorge, que venía desde Barcelona casi exclusivamente para el evento. Mientras estaba esperando el tren en la plataforma, me sorprendió el siguiente texto en mi celular, enviado por Ticket-Web: “This evening’s Specials event is unaffected by last night’s postponement of the same event at the O2 Academy Brixton and will go ahead as scheduled" (el evento de Special de esta noche no se ve afectado por la cancelación del de anoche...) Por unos segundos mi corazón se aceleró, pero no había nada que temer, por suerte. Qué carajo había pasado la noche anterior es algo que ni quería averiguar; ¡me sentía muy contento en mi ignorancia! Sin embargo, luego Terry se encargaría de pedir disculpas por lo sucedido: al parecer tuvo una infección en la garganta (anginas, supongo) y los médicos le recomendaron descansar.

     

     



    Terry Hall es un personaje único. O tal vez diría que creó un personaje pocas veces visto, lo cual me cae muy bien… y confieso que fui dispuesto a observarlo. Ya desde el primer instante, al ver caer la tela traslúcida con los primeros acordes, la banda arrancando a pura energía, el publico saltando en absoluto delirio... ¿Y Terry? Sentado al pie de la batería, quieto, con la mirada perdida en el suelo, como si nada de todo esto estuviese pasando. Luego se levanta, camina lento hasta el micrófono y comienza su show. Durante la hora y media, por momentos da la impresión de que está incómodo ahí arriba, camina, va y viene, no se queda tan estático como pareciera. Increíblemente, entre tema y tema es uno de los que más habla de la banda. Hace chistes muy raros, poco entendibles, habla de fútbol, patea una pelota al público y hasta casi se emociona en el momento en que especialmente agradece y comenta que es un tremendo honor para ellos estar festejando sus 30 años con este tour. Algo que también Lynval no paraba de recordarnos, que esto era sobre todo una celebración, un cumpleaños.


    En cuanto a la música, ¿qué puedo decirles que no sepan o que no hayan visto en youtube? Creo que casi nada. Tocaron todo el primer disco menos Stupid Marriage. Del segundo dejaron afuera varios más, y luego tocaron todos los súper clásicos, como solían hacerlo en vivo tres décadas atrás… Ghost Town, Skinhead Symphony y alguna que otra más. No faltó ninguna de las que todos conocemos.


    El estadio, muy bueno, cómodo, del tamaño justo; se ve bien de todos lados, y una de las cosas que más disfruto de este país: la prohibición de fumar en lugares cerrados, lo cual se cumple en un 99.9% (¡vi una sola persona fumando!). La banda soporte que tocó se las debo. En un momento me acerqué a ver de qué se trataba, pero no tuve paciencia – lo siento! Opté por tomarme unas birras en el hall de entrada, decidiendo qué remera comprar, observando personajes, charlando, etc.


    El público fue bastante heterogéneo, como suele serlo en estos shows. Por supuesto, había gente muy jóven, pero eran la minoría. Me animaría a hacer la siguiente división entre los asistentes: los que ya habían visto a la misma banda hace 30 años y los que, como yo, estaban debutando. Por supuesto, entre los primeros figuraba el típico rude boy inglés (en cantidades industriales, claro), también el skinhead, mod, punk, y otras tribus, la mayoría compuesta por muchachos rondando los 50 años – felices como fans!


    Si se preguntan por el título de este post, los invito a ver las fotos y descubrir que no es un invento mío. La misma frase está impresa en una de las remeras del merchandising oficial de la banda. Muy llamativo y cómico por cierto.


    En conclusión, Los Especiales no me defraudaron en lo más mínimo. Lograron lo que no pensé que lograrían, y esto fue hacerme olvidar de la lamentable ausencia de Jerry Dammers. Ojalá esto no quede acá y podamos ver pronto a la banda completa y por qué no tener un disco nuevo. Total, soñar no cuesta nada…

  • Lo que importa es la cerveza del Pescador de Schiltigheim

    La verdad es que no sé cómo logró colarse entre Skatalites, Adolescents, Chet Baker, Lee Perry y Pavement, pero de algún modo "Cuarteto Cedrón Canta a Raúl González Tuñón" un día, hace unos diez años, aterrizó en mi casa. Milagro.

    Y no es que yo estuviera en proceso de "descubrir el tango". Es más: ni aún hoy me llegó esa "fase" que, al parecer, a todo el mundo (nacido más o menos por acá) lo espera en un recodo de la vida melómana. Aprecio el tango, por supuesto, pero no podría decir que lo escuche.

    Sin embargo, este disco en particular lo logró. Como un tenista que debuta ganando diez torneos al hilo, se colocó rápidamente entre los cinco discos que más me emocionan del mundo. Y, entre nosotros, lo cierto es que ni siquiera sabría decir cuáles son los otros cuatro...

    Para presentarlo un poco digamos que se trata de un disco del Cuarteto Cedrón, es decir del grupo del Tata Cedrón, músico argentino que residió muchos años en PArís, aunque ahora, o hace unos tres veranos, regresó a vivir en la Buenos Aires Sur que bien cuenta su música urbana y adoquinada. Esta grabación, de hecho, la registró en Francia. Y tiene un concepto: Cedrón acá musicalizó poemas del recontraporteñísimo poeta Raúl González Tuñón, el de los ladrones angelicales, el de la calle del agujero en la media, el de los marineros y el de los compadritos que aman a su madre; el de los delincuentes sensibles.

    Detrás de una tapa poco prometedora, Cedrón, que luego musicalizaría a Cortazar, hizo un trabajo sublime. Especialmente en "La cerveza del pescador Schiltigheim", que es sencillamente la canción más hermosamente melancólica en la que puedo pensar, al menos en español (digo, ahora que me acuerdo de Leonard Cohen). Si no es que ya abandonaron aterrados este post, hagan un pequeño esfuerzo y sigan:


    Y una moral ligera, vale decir, andar con gitanos alegres
    y dormir en un puerto un ocaso cualquiera y en otro puerto y otro
    y andar con suavidad y con desenvoltura de fumador de opio.
    Para que a cada paso un paisaje o una emoción o una contrariedad
    nos reconcilien con la vida pequeña y su muerte pequeña.


    Para que un día nos queden unos cuantos recuerdos: decir, estuve,
    estuve en tal pasión, en tal recodo. Estuve por ejemplo,
    en la feria de Aubervilliers una mañana, con un trozo de asado,
    una amistad tranquila, la mesa clara, el perro, el buen hablar
    y afuera, las verduleras de París chapoteando con los zuecos en la nieve.


    Para que bebamos la rubia cerveza del pescador de Schiltigheim
    es necesario no asustarse de partir y volver, camaradas.
    Estamos
    en una encrucijada de caminos que parten y caminos que vuelven.

    Consejo de no-experto: leer. Después, volver a leer más despacio. Y después leer una tercera vez. La imagen del "trozo de asado,
    una amistad tranquila, la mesa clara, el perro, el buen hablar"
    no es algo que se te pase así no más ni en esta vida pequeña ni en su muerte pequeña.

    Nada más lejos de la música de la que hablamos siempre acá. Pero confío en que sepan apreciarlo de la misma manera en que confío en que todos ustedes son buena gente.

     

     

  • "Es como un partido de rugby en una cabina telefónica"

    Miren la cara, los ojos, de Horace mientras el periodista le hace la inevitable pregunta sobre Dammers (4.19): "Seis de siete no está mal".

  • Conozcan a Rafael de la Torre

    Cada tanto, en un show de Dancing Mood, aparece, entre la multitud de músicos estables e invitados, un señor mayor que el resto, con acento cubano y evidente talento para el micrófono. El señor se llama Rafael de la Torre Guerrero, efectivamente es cubano y vive en la Argentina desde 1993. Es todo un personaje, que no muchos saben que circula por Buenos Aires, pero que vale la pena conocer.

    Volví a hablar con él en el show del teatro de Doreen & Pauline, cuando justamente cantó con Dancing. Mérito de Mr Lobo haberlo convocado, realmente. En 2003 lo entrevisté. No a Lobo sino a Rafael. Y esto fue lo que dijo:

    Rafael de la Torre Guerrero, músico, musicólogo y melómano nacido en Camagüey, Cuba, llegó en 1993 a la Argentina. "Fue todo muy rápido. Yo nunca había visto un bife de chorizo... Porque tenemos muy poca tradición vacuna: si todas las vacas que hay acá las mandamos para allá, nosotros no cabemos en la isla", explica desde su peculiar y constante sentido del humor, que también tiene algo de musical, de cantado.

    La cuestión es que al año siguiente Rafael ya estaba instalado en Buenos Aires, en pareja con Patricia. Y pronto llegaría el hijo, Santiago ("que es más porteño que el Obelisco"). Diez años después sigue acá, aunque mantiene una semiformal relación con La Habana como su embajador artístico (es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Y los viernes y sábados, en el restaurante cubano Ron y Son, en Balvanera, hace lo que más le gusta: "agarrar la guitarra y cantar" sones y boleros, música que no sólo palpita, sino que estudia. "Son 35 años de trabajo y 39 países recorridos: desde que tenía pelo hasta ahora he investigado", resume.

    -¿Estudió música formalmente?

    rafa.jpg-Sí, en Camagüey, donde nací el 30 de julio de 1951. Estudié solfeo, teoría y violín en el conservatorio de González Allué, el compositor de la famosa Amorosa guajira. Yo me quería parecer a Ringo Starr, pero lo único que tenía a favor era la nariz. Me gustaba la batería; me fugaba de las clases de violín y me iba a las de percusión. Llegué a tocar con un grupo versiones de temas de la época, como Viento dile a la lluvia, de Los Gatos... Mi generación, la del cincuenta, está permeada por Bob Dylan, Beatles, Rolling y, al mismo tiempo, por Ñico Saquito, José Antonio Méndez...

    -¿Antecedentes familiares?

    -Mi abuelo, a los 18, pudo haber sido parte del Trío Matamoros. Esta es una anécdota familiar seria: mi bisabuelo no lo dejó porque consideraba que andar de músico era de bohemio, borracho, vago. Al final, el Trío Matamoros fue famosísimo y mi abuelo se quedó en Camagüey y lo conocían sus amigos, y bien, gracias. Tenía una voz prodigiosa, que conservó impecable hasta los 78 años. Mi papá cantaba muy bien, tocaba la guitarra más o menos y era pedagogo, igual que mi mamá, que estudió piano. Y muchas de mis tías, de los dos lados, eran maestras. De algún modo me contagiaron lo de la formación, el gusto por estar siempre informado de todo.

    -¿Qué música escuchaban en casa?

    -Mi viejo era un amante del jazz. Adoraba a Duke Ellington. Siempre se escuchó jazz en Cuba. De hecho, la segunda generación del bolero, la del cuarenta, la de César Portillo y Marta Valdés, funda el estilo llamado feeling, que asimila el jazz para enriquecerse, sin perder cubanía. Ahí aparecen Contigo en la distancia; Tú, mi delirio, temas recontraconocidos. Casi el setenta por ciento del repertorio de los Cinco Latinos.

    -Si ésa fue la segunda, ¿cuál fue la primera generación del bolero?

    -Nació alrededor de 1870, digamos, en Santiago de Cuba, que es una provincia muy negra, muy rítmica. Entonces eran boleros a 2 x 4, no a 3 x 4, como el bolero español. Ya esa diferencia definió cierto concepto de nacionalidad incipiente. Nuestros trovadores eran carpinteros, pintores, albañiles, no como otros cantores, como los trovadores provenzales, tipos con otra formación. Pero tenían cierta sensibilidad. Al mismo tiempo, nacía en La Habana el danzón, nuestra danza nacional, que viene de la contradanza española como música y del minué francés como baile. Verás que tiene bastante poco que ver con nuestras raíces. Por eso, luego se terminó imponiendo el son, que sí es una especie de síntesis bailable y cantable de la música cubana.

    -¿Qué pasaba con la música cuando usted llegó a ella?

    -Yo estaba en el conservatorio ya con la generacion del feeling cuando surgió la Nueva Trova, después de los años 50. Para nosotros, Pablo Milanés es el enlace entre el feeling y la Nueva Trova, que comenzó a utilizar un lenguaje más acorde con su tiempo. Porque aun cuando hay textos del treinta impresionantes, nosotros también tuvimos boleros, como digo yo, de banco de sangre: eso de me cortaré las venas el día que te vayas, melódica y armónicamente muy interesantes. Pero los textos...

    -¿Cómo llegó a la Argentina?

    -En 1993 estaba en casa de Silvio Rodríguez para su cumpleaños y Fito Páez me preguntó un poco en broma por qué no iba a la Argentina. Y quién te dice que no haya sido eso una especie de lucecita: al poco tiempo vine de gira. Llegué el 19 de diciembre de 1993 y en siete días recorrí Córdoba, El Bolsón, San Martín de los Andes... Solo, con la guitarra. Regresé en junio del otro año y entonces ya conocí a mi mujer, Patricia. Luego llegó Santiaguito, que dice yo y, luego, dice io, y cayate y, luego, caiate. Es así, Buenos Aires te atrapa. No olvides que mi generación está absolutamente penetrada por la cultura argentina, sobre todo por las películas de Mirtha Legrand, Pedro Quartucci, Niní Marshall...

    -Llegó a un lugar conocido.

    -Exactamente. Además, los cubanos tenemos una gran deuda con el tango. Las nuevas generaciones por ahí no lo sienten tanto, pero la mía lo lleva como un sello en la frente.

    -Hay canciones como Vete de mí, de los Expósito, que en Cuba se conocen más que acá...

    -¿Viste lo que es eso? Yo la canto. Es que la hizo famosa en todo el mundo Bola de Nieve. Y hay otra: Niebla en el Riachuelo, de la que Pacho Alonso cantaba sólo la primera estrofa, en versión bolero. Sólo cuando llegué acá descubrí la letra completa, y ahora la canto. Cuando me viene a ver aquí algún cubano me pregunta: ¿Pero qué le hiciste?

    -¿Otras influencias?

    -Yo tengo un defecto de fábrica: me encanta la actuación. Y eso lo descubrí un poco gracias a Les Luthiers. Recuerdo que vinieron tres veces a Cuba y que fueron muy influyentes. Particularmente en mi caso, porque entonces me mostraron que podía haber en mí una parte de comediante que no conocia y que ahora dejo salir.

    -Y del fenómeno Buena Vista Social Club, ¿qué piensa?

    -Criticarlo sería una estupidez, porque generó muchas oportunidades. Pero debo decir que yo a Ibrahim Ferrer y a Compay Segundo siempre los tuve presentes en memoria, pensamiento y palabra.

  • La televesión es lo mejor que hay en el mundo, es

    Programas como el de Anthony Bourdain sobre Jamaica, que se ve esta semana por Travel & Living, son de esas cosas que dejan sin argumentos hasta al más aguerrido enemigo de la tele.

    Por si no lo conocen, Bourdain es un chef neoyorquino, cuarentón, que se consiguió el mejor trabajo del mundo. ¿Hacer un blog de ska? No, viajar por el planeta y que le paguen por hacerlo. Quién me diera...

    Su programa, a tal efecto, se ve por el canal de cable Travel & Living, y, claro, se enfoca en la comida de cada lugar, desde los restaurantes caros hasta el puestito callejero, casi siempre guiado por un local no necesariamente vinculado con el turismo convencional. Se llama "No reservations" y el de esta semana está dedicado a Jamaica y fue grabado el año pasado.

    Más allá de la descripción llana del programa hay que decir que suele tener una producción periodística impecable. Anthony, se ve, sabe lo que quiere y está bien cuidado. Cae en lugares increibles y con gente local muy creible. La información que da generalmente saltea los lugares comunes y hasta se permite lecturas bastante inteligentes (si no fugaces) de la realidad. Algo que me gusta es que no cae en el lugar común "bienpensante" de hacerse el amigo de los entrevistados. Muchas veces simplemente no le gusta lo que prueba, o se emborracha, o se queja, o... Ojo, no es un programa estrictamente de cocina, ni mucho menos gourmet. Es otra cosa. En fin, está muy bien.

    En el especial jamaiquino hay muuuuchos highlights:

    1. Anthony va a casa (muy linda, por cierto) de... Mutabaruka! Mutabaruka le cocina ital food y le hace un jugo. Y le explica sobre el rastafarismo.

    2. Anthony habla con un productor del codiciado café jamaiquino de las Blue Mountains.

    3. Anthony, en vez de ir a un resort, va a la principal playa "urbana" y pobre de Kingston. Come pescado ahí.Una cineasta jamaiquna le explica las distintas formas de cocinarlo.

    4. Anthony entrevista a un aspirante a estrella dancehall que está grabando un intento de hit. Y va a una fábrica de singles vinílicos.

    5. Anthony se sienta a comer con una familia tipo jamaiquina, iki, arroz, pescado (como dice "Jamaica farewell")

    6. Anthony como jerk chicken en un puesto callejero, muy a la argentina (el puesto, no el pollo).

    Y hay mucho más... Si este fuera un blog más serio y útil les diría cuándo lo repiten (si es que lo repiten; yo creo que sí). Pero, bueno, es lo que hay... Al menos, en YouTube está casi todo, aunque creo que  sin subtítulos. Esta es la parte de Mutabaruka.