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  • All That Caz!

    La vida de Caz Gardiner en seis canciones, antes de sus shows en Buenos Aires y Montevideo.

    1. CazGardinerPic1.jpgEn los 90, Caz Gardiner era la voz de unos tales Checkered Cabs, banda ska (y reggae y swing) de Washington DC. Los vi varias veces en vivo. Sus shows eran una fiesta; en un punto, tenían bastante en común con aquellos primeros shows de Satélite Kingston, Nuevas Raíces y Riddim en el sótano del Cátulo Castillo. Sacaron en aquel momento un disco muy lindo, “Remember”, bastante más interesante que el promedio de bandas yankees de aquella "Tercera Ola" del ska. Y una de las principales razones de esa ventaja era la voz única, afiladísima, dulce pero firme, un nivel por encima que el resto de su generación. Los Cabs, con Caz, tenían la carta ganadora.

     

    1. No obstante, los Checkered Cabs pronto se perdieron de vista. Volví a escuchar a Caz como invitada de otra banda terceraolística, los Pietasters, en una versión de "Must Catch a Train" (Symarip), en su disco en vivo "Strapped Live", creo se llamaba. Aparecía Caz y los Pietasters se convertían en una banda bastante mejor. Los Pietasters son de los alrededores de Washington. Años después me enteraría de que su bajista era argentino (lo descubrí en un DVD en vivo con una camiseta de River!). Mi hermana lo vio en vivo en EUU y, al escucharlo saludar al público, dijo “Este tiene que ser argentino!”.

     

    1. Volví a reencontrar a Caz como invitada del octeto de Victor Rice, en grabaciones siempre imperdibles. Otra vez, cada proyecto en el que aparecía Caz automáticamente era mejor que antes. Alguien me contó que el infalible Rice es fanático de su voz y de hecho siguió trabajando con ella cada vez que pudo. Y yo creo firmemente que, en términos musicales, si Rice dice que algo está bien, así debe ser.

     

    1. Años más tarde, Caz formó su propia banda: Caz & The Day Laborers, con la que sacó un disco memorable. Algunas copias vinílicas llegaron a Buenos Aires. En la guitarra estaba Jorge Pezzimenti, aquel bajista argentino de los Pietasteres, y en el bajo estaba Jorge Bañales, otro gran personaje: nacido en Montevideo y residente en Washington desde muy joven, después de pasar por Buenos Aires y Caracas; melómano y bajista preciso y elegante, profundo conocedor de la mejor música jamaiquina. El disco lo mezclo Victor Rice, que además hizo unos dubs increíbles.

     

    1. Con los dos Jorges, Caz vino a la Argentina en 2013. Nos sumamos Jochi Descalzo, en batería, y yo, en teclado, y tocamos por acá varios shows. Nos las arreglamos para meternos una noche en el estudio de Jochi y grabar una versión jamrock del inoxidable "Needles and Pins".

     

    1. El año pasado, Caz sacó su primer disco solista, “It’s Alright”, una colección de canciones suaves, luminosas, rítmicas, sutiles, intensas; donde aparecen trazos de todo lo que hizo antes, mencionado en los párrafos de acá arriba, reggae, soul, rocksteady, dub... Se grabó con, entre otros músicos de Washington, Jorge Bañales al bajo, Jochi en batería, Horacio Noker en guitarras y otro de Satélite Kingston en teclado. Con esos mismos músicos, Caz va a cantar canciones de todo este brillante recorrido en muy pocos días, en el Río de la Plata. Habrá shows en CABA (Salón Pueyrredón!), Padua, La Plata, Avellaneda y… Montevideo!!! No se pierdan a Caz. No se pierdan a una de las mejores voces de su generación.  

     

  • Primicia excusiva mundial: el nuevo disco The Madness

    Hablemos de las elecciones.

    Hace una semana detecté en una librería de Florida, Vicente López, donde se venden algunos vinilos usados, una copia de The Madness. Edición nacional. 1988. 200p.

    Tuve ese disco grabado en un TDK. Y a pesar de mi debilidad, obvia, por Madness, siempre lo subestimé, nunca le presté atención. Ojo, creo que esto le pasó también a la misma banda: rara vez vuelve la mirada atrás para recordar nada de este disco.

    TheMadness-360x240.jpgQuizás tiene que ver con que mi grabación no era tan buena. Tan poco he considerado este disco que ni siquiera lo compré en esta nueva oportunidad. A los tres días le pregunté a Cotter qué pensaba y me mandó a buscarlo, sin dudar.

    Cuatro días después volví a local no exactamente por el disco sino debido a un compromiso. El vinilo estaba exactamente en la misma batea y en el mismo arriesgado primer lugar donde lo había dejado una semana antes. Pagué los 200 pesos.

    Llegué a casa y lo puse. Tal como imaginaba, el delgado vinilo argentino de los 80 no era ninguna maravilla. No era uno de esos vinilos por los que los apologistas defienden al viejo formato. Pero la grabación, en sí, tiene sus momentos. Incluso tiene algún vestigio “jamaiquino” que no recordaba para nada de las contadas veces que escuché The Madness en cassette.

    Milagrosamente, la edición nacional incluye una buena cantidad de “liner notes” o créditos. Vienen bien porque prácticamente cada canción está tocada por un ensamble diferente. Lo que da cierta idea de la inestabilidad del grupo por esos años.

    Los fans de Madness que lean esto dirán: “¿¡¿y este gil recién se entera?!?” Y tengo que reconocer que sí, no soy muy detallista con las grabaciones, las formaciones, las fichas técnicas. Para peor, tengo pésima memoria. Y, encima, no soy completista: no tengo “todo” de “nada”. Ni siquiera de lo que me interesa mucho. Básicamente porque casi nunca busco discos para completar una “colección” sino que espero a que “aparezcan”.

    Esto tiene una desventaja obvia: la ignorancia respecto de tantos asuntos y las lagunas insólitas en mi discoteca. Y una ventaja: por ejemplo, en este caso, se podría decir que hace años tengo ahí, esperando, un disco de Madness “nuevo” para escuchar en el momento que así lo decida.

    Así que un día volví a escuchar The Madness. Pero, la verdad, siento que no lo había escuchado nunca.

    I_Pronounce_You.jpgAntes hablaba de los créditos. Bueno, recién me entero que Jerry Dammers grabó varios de los temas. Y donde no está Dammers, está Steve Nieve, histórico ladero de Elvis Costello. Hay un tercer tecladista llamado Roy Davies, en algunos tracks. Engimáticamente, el disco está dedicado a su memoria. Parece que murió entre la grabación y la publicación del LP.

    Y está Bruce Thomas, el bajista también de los Atractions de Costello! Y los vientos de Potato Five. Y Dick Cuthell, de Specials. Y Falconer, de UB40.

    Me siento medio salame de estar comentando un disco que la mayoría de ustedes quizás conozcan de memoria. Pero, bueno, así es la cosa.

    El lado 1 no me mató, sinceramente. El lado 2, en cambio, me gustó muchísimo. Lo puse una y otra vez. Me llamó la atención que, lejos de lo que recordaba, varias canciones están a la altura del repertorio madnessiano. San Barson me perdone: entre Steve Nieve y Jerry Dammers, no se puede decir que se extrañe tanto al tecladista histórico de los Nutty Boys.

    Es así, Barson no está en este disco, que no es “exactamente” de Madness, sino de “The” Madness. Tampoco están Bedders ni Woody.

    “No besen a la novia” es mi tema favorito. Realmente podría sonar en cualquier compilado de Madness. Casi me suena a Dangermen, el momento de mayor reconciliación de la banda con Jamaica. “Canción en rojo” da un poco “Michael Cane II” (lo cual es realmente algo muy bueno). “El cuerno de David”, en cambio, es tan pop radial… Es de esos temas ochentosos que no envejecieron bien, un poco por la bata y los teclados, otro porque se escucha a una banda poniéndose un traje que les aprieta por todos lados. Curiosamente… igual me gusta. Pero me cuesta entender por qué a algunos fans de Madness puede llegar a agradarles esto a la vez que se indigestarían con un disco de, qué se yo, A Flock of Seagulls.

    Otra particularidad del disco, me parece, es que Chas canta prácticamente tanto como Suggs. De hecho, por momentos Suggs parece tímido, aunque en un momento del lado A se manda con un rap, quizás no con los mejores resultados.

    La influencia de Bryan Ferry y Morrissey es notoria. Mucho más que la de Prince Buster!

    “Te pronuncio” es el single. Como tal, debe ser uno de los más flojos en la brillante historia de Madness. “Mavilloso” tiene unos lindos teclados de Nieve y una batería electrónica digna de Depeche Mode, por momentos.

    Es casi gracioso que se diga que este disco fue algo así como “un nuevo comienzo” para los “ex Madness”. El gran cambio es que le agregaron el “The” al nombre! Y como nuevo comienzo duró poco: no hubo más noticias de “The Madness” y sí una vuelta en serio de la formación original.

    Así y todo, The Madness es más que una mera curiosidad en la discografía de Madness. Cotter tenía razón. Cotter siempre tiene razón.