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Music

  • Por qué "la película de Suggs" es imperdible

    suggs.jpgFui a ver la primera de tres funciones de “My Life Story” en el Bafici 2018. No sabía bien qué esperar de esta película protagonizada por Suggs (nota para desprevenidos, nunca se sabe: el cantante de unos tales Madness).

    Siempre estoy atento a las películas musicales del festival. En este caso, no sabía bien qué tipo de película era porque así lo prefería: quería sentarme a verla sin mucha idea previa. Sabía, sí, que el director era Julian Temple, autor de varios films alrededor de los Sex Pistols y de la conmovedora “The Future is Unwritten”, sobre Joe Strummer, quizás mi película-de-rock favorita.

    Esta era sobre Suggs. Por Temple. No se necesita anticipar mucho más, no?

    Si otros como yo van a ver las funciones que restan (viernes a la noche, sábado a la tarde, si no me equivoco) pueden no leer lo que sigue. O sí, qué se yo.

    “My Life Story” es una versión fílmica de un show unipersonal, teatral, escrito y protagonizado por Graham McPherson, aka Suggs. De hecho, está filmada principalmente en un pequeño teatro londinense, con público (entre los que se ve, en primera fila, a otro amigo de la casa, Gaz Mayall, muerto de risa la mayor parte del tiempo). Gran oportunidad de descubrir un Suggs actor, standapero, cómico, emotivo, histriónico. Las imágenes del teatro se intercalan por momentos con algunos fragmentos más “cinematográficos” en otras locaciones (un taxi, un pub, la calle, un tren), material de archivo y hasta animaciones (marca registrada de Temple) mientras Suggs, el día de su cumpleaños 50 (es decir, hace 7 temporadas), hace un repaso por su loca vida, entierra a su gato y busca a su padre, a quien nunca conoció.

    Pero no es biografía ni documental. Aunque tiene un poco de lo uno y lo otro. Los datos autobiográficos, no estoy en posición de confirmar ni desmentir nada. Pero tampoco es el punto: acá lo importante es cómo lo cuenta, cómo lo dice. Para quien aprecie el buen decir inglés, “My life story” es una fiesta: claramente Suggs disfruta componiendo un personaje de sí mismo que atraviesa la cultura narrativa británica desde la mejor literatura clásica y hasta los cantitos de la hinchada del Chelsea, con sus más variados códigos, acentos, lingos y chistes. Su película es absolutely brilliant en ese aspecto.

    Hay buen espacio, por supuesto, para la leyenda de Madness e incluso del movimiento 2 Tone, con gran protagonismo de Jerry Dammers (al que Suggs imita de manera muy graciosa). Pero, otra vez, esto no es un documental. Es un actor tomando un texto a partir de una historia real, pero con muchísimas licencias. Los datos puntuales son pocos y en algunos casos contradictorios, la línea temporal hace agua. Otra vez: no es lo importante. Pero los aficionados sabrán captar algunos detalles. Hay menciones muy significativas: por ejemplo, Suggs habla, por sobre cualquier otro integrante, de Mike Barson. En cambio, apenas menciona una vez (muy al pasar) a Chas, con quien no parece estar en los mejores términos. Hay, sí, cantidad de anécdotas cómicas, con una gran final, de película, sobre un show compartido (no exactamente) con Oasis en París. Vale la película.

    Para cualquier fan de Madness, “My Life Story” es imperdible, fundamental. Eso es bastante obvio, vamos. Pero… ¿qué pasará con quienes no son tan fans? Supongo que ese es el gran punto con este tipo de películas de “nicho”: su calidad se pone a prueba realmente ante un público que no llega al cine ya entregado, festejando por anticipado. En mi caso, fui a verla con una no fan de Madness y coincidí también con un no fan, a la salida. Los dos salieron maravillados, con esa alegría de haber descubierto una joya inesperada. Y con ganas de ir al pub más cercano y de ver pronto a Madness en vivo.

  • Satélite Kingston, 20 años: cuatro fotos en blanco y negro

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    Fue hace 20 años. El primer show de Satélite Kingston. Con las Plantas de Shiva. La primera formación, claro: Alejandro Pribluda, en guitarra y voz. Andrés Cotter, bajo. Sebolla Paradisi, batería. Hugo Lobo, trompeta. Juan Manuel Ramos, saxo. Daniel Flores, teclado.

    ¿Qué recuerdo de esa noche? No voy a chequear ningún dato para escribir esto. Ni siquiera le voy a preguntar a Cotter, que 20 años después está siempre ahí en línea para responder.

    La mayoría de mis recuerdos son en blanco y negro. Porque la mayoría de mis recuerdos son en fotos blanco y negro. No es tanto lo que recuerdo directamente como lo que recuerdo por las fotos que tengo de esa noche y que miré mil veces. Porque ese día de mayo de 1997, la noche del primer concierto de Satélite Kingston, fue también la noche de la primera sesión de fotos de la banda.

    Mis amigos Miguel Palacios y Carola (hoy en Bariloche) en ese momento experimentaban con la fotografía y se ofrecieron a retratarnos antes del show. Seguramente, después de la prueba de sonido. 9, 10 de la noche.

    Todo esto ocurría en el barrio de Colegiales, en una casa que se alquilaba para fiestas. Miguel y Carola nos sacaron fotos a pocas cuadras del lugar, en un puente ferroviario sobre las vías del Mitre. También en una esquina en la que había un antiguo buzón, de los colorados. No es que recuerde nada de eso, pero todavía tengo las fotos dentro de un sobre de papel fotográfico Ilford tal como me las entregó Miguel unos días después. Estamos todos impecables: Martens, sombreros, trajes, camisas. Ale tiene unos pantalones escoceses. Yo, un traje oscuro de tres botones. Cotter, los zapatos two tone que heredó de uno de los Intocables, creo. Juan es el único de corbata.

    El problema es que sólo sacaron fotos antes del show. Del concierto no hay nada. Por lo tanto, del concierto no recuerdo nada.

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    Ahora ni siquiera tengo las fotos conmigo porque se las pasé a Nano, actual trompetista de Satélite, para un proyecto en el que estamos trabajando. 20 años después. Pero imposible olvidar mi favorita: es una foto difusa, no sé si mal sacada o mal impresa, durante la prueba de sonido. Ahí se ve el escenario de un metro de altura, medio precario. Apenas se distingue a Cotter y a Ale Pribluda, tocando. Los demás somos manchas grises. Pero delante del escenario hay una silla de madera y sólo dos personas. Uno es Martín Cueto y el otro era un pibe que venía siempre a vernos, pero no recuerdo el nombre. Entiendo que tiempo después se hizo evangelista, ¿puede ser? Podría ser. Los dos tienen sombrero. Me encanta esa foto y la usamos para la contratapa del libro “La manera correcta de gritar”. Gran foto de contratapa de libro.

    Me gusta mucho esa imagen porque creo que representa bien algo del ska. Cierta soledad de sus fans…

    Otros recuerdos de esa noche tampoco son memorias de esa noche sino de cosas que me contaron años después. Por ejemplo que DJ Simón fue uno de los DJ. O que estuvo ahí Mariano, de Sombrero Club. Lo curioso es que no sólo olvidé lo que pasó esa noche sino que también olvidé mucho de lo que me contaron después que ocurrió…

    ¿Qué habremos tocado? No es que lo recuerde sino que puedo deducirlo: “Dulcinea” y “Sigo Igual”, los dos temas que grabamos para el compilado “Skamanía”, de esa época. Probablemente “Lamento del río” y “Locura de octubre”, dos de los que grabaríamos en el primer disco. ¿Covers de Bad Manners y Specials? Seguro. ¿“Mensajes”? Realmente no tengo idea, no sé si ya lo teníamos listo.

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    Sé que el lugar se llenó. Fue toda una sorpresa. Si bien Cotter, Sebolla, Juan Manuel y yo veníamos tocando juntos en Riddim, este era un debut de otra historia y no sabíamos qué esperar. Vino una cantidad de gente que incluso hoy significaría un éxito para Satélite (¡!). Fue una noche de euforia. No sé si eso es un recuerdo o una sensación. Durante años, incluso hasta ahora, me encuentro con gente que me comenta que estuvo ahí. Augusto Clash, por ejemplo.

    Todos los músicos de esa noche, los seis, hoy vamos por caminos diferentes. Soy el único que sigue en Satélite, aunque sinceramente siento que de algún modo Satélite sigue siendo “su” banda. Hay varias razones para eso. Una, es que Satélite sigue existiendo y sigue haciendo básicamente la misma música que entonces (aunque creo realmente que lo hacemos un poco mejor). La otra razón es que todos esos músicos siguen también escuchando “esta” música. De eso no me olvido.

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  • Sumo no problem: Luca, el reggae, los rastas y la basura blanca

    Seguro se enteraron, en el Museo de la Lengua, dependiente de la Biblioteca Nacional, sobre la avenida Las Heras, se inauguró hace unas semanas una muy buena e inédita muestra sobre Luca Prodan, con abundante memorabilia aportada por Andrea, el hermano, y distintas lecturas multimedia a partir del arte del Sumo cantante.

    El Museo está cerrado durante enero, pero la muestra se podrá seguir visitando en febrero y marzo.

    Como parte de la exposición, llamada "El sonido y la furia", el Museo imprimió un kit muy interesante: un sobre, como los que acaso Luca le envió con correspondencia a su flia en Italia, con postales, un fanzine con algunos breves textos, un mini poster, unos lentes troquelados como los que usaba el hombre y hasta un pin alusivo. Miren qué bueno:

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    Cuentan que la muestra es todo un éxito de convocatoria. Del mencionado kit, coleccionable mal, se agotaron las primeras 3000 copias y ya se reimprimieron 3000 más. Traten de conseguirse uno. Entre los textos publicados, con autores como Horacio González y Daniel Riera, se cuenta un ensayito medio chambón, producción de la casa (Satelite in Blog), particularmente enfocado en la relación de Prodan con el reggae, Jamaica y los rastas, cuándo no. Y dice así:

    A lo Sumo, Luca

    Irreverente, excéntrico, intenso, “auténtico”, rockero en el sentido más… rockero. Luca Prodan ha sido caracterizado suficientemente desde muchos costados de su compleja personalidad. Pero no tan seguido se lo rescata también como el atento melómano que era, responsable de importar información preciosa y determinante para el devenir del rock argentino a partir de los ochenta. Por algún motivo, la música a veces no está tan presente en sus evocaciones.

    Basta con revisar algunas entrevistas de mediados de aquella década para redescubrir un marco cultural-pop sensiblemente más amplio de lo que marcaba la época en la escena o las escenas locales por la entonces nueva democracia. Le ponían delante un grabador con un TDK D-60 y Luca se mandaba a hablar de punk, rock progresivo italiano, reggae, Van Der Graaf Generator, Leonard Cohen, Damned, Captain Beefheart, Johnny Moped, Roxy Music, Lou Reed o marchas escocesas.

    Toda esa discoteca, por supuesto, pesaba también al componer, tocar y grabar, aunque el público del momento (o el actual, en muchos casos) no lo detectara. Sumo no fue Sumo sólo porque Luca haya sido carismático o le pusiera alma y vida y salud a la faena. Entre otros hitos, Sumo brilló musicalmente también gracias a todo lo que Prodan había escuchado y, más aún, entendido durante su iniciación rockera transatlántica.

    El reggae es un buen comienzo para apreciar este punto. La música jamaiquina apenas había latido en Buenos Aires cuando el italiano, que la había conocido bien durante su estada en Londres, aterrizaba en Argentina. Combinado, como se dijo, con muchas otras influencias, el reggae y también algo de ska, su antecesor histórico, serían una parte esencial del primer Sumo. Aunque canciones como “Kaya”, “Reggae de paz y amor” y “Regtest” eran en verdad de la Hurlingham Reggae Band, proyecto paralelo de explícita filiación, con prácticamente los mismos integrantes de Sumo (Mollo, Arnedo, Súperman Troglio, Pettinato), más el guitarrista Tito Fargo.

    La Hurlingham tuvo vida propia sólo entre 1982 y 1984, sin legar ningún disco “oficial”, aunque sí algunos registros informales que todavía dan vueltas por ahí, virtualmente. En uno de ellos, tomado en directo aparentemente en 1983, se despachan con un fino popurrí del rey del calipso Harry Belafonte, revisando clásicos como “Matilda”, “Jamaica Farewell” y “Coconut Woman”.

    La comunidad jamaiquina en Inglaterra es numerosa. Luca vivió in situ el ascenso del reggae británico, contemporáneo al punk, a fines de los setenta. El italiano, que solía portar una remera con el tópico “Jamaica no problem”, les prestaba atención a los rastas. Se dejaba llevar por sus tambores y líneas de bajo, pero desconfiaba de la doctrina. “White Trash”, quizás el más profundo track del semioficial disco “Corpiños en la madrugada”, lo cuenta bien. Arranca como una triste canción folk y se transforma en un rápido ska para decirles a los negros que los blancos también sufren. Dice: “Escucho a mis hermanos negros contarme cómo los han oprimido de todas las maneras posibles. ¿No sabés, rasta, que a nosotros nos han tratado exactamente igual?” Luca se lo explicó a Pettinato, en su rol de periodista, para la revista Le Cirque: “(en “White Trash”), puse a los negros que siempre se quejan de la ciudad, de cómo los tratan y todo eso y quieren volver a Africa, a Etiopía, que en ese momento estaba en crisis, con gente muriendo en la calle por la falta de lluvias. Por un lado, había mil personas muriéndose en Etiopía y por el otro estaban los tipos reggae de Jamaica, ignorantes, queriendo volver a Etiopía. Entonces me rayé un poco con ellos”.

    Sumo (mención especial para la milagrosa base Troglio-Arnedo) no sólo fue pionero en tocar reggae en Argentina sino que se mantendría como su más consistente ejecutante durante por los menos veinte años; casi nada. Sólo dos décadas después de aquel estallido desde el océano, otros músicos argentinos, casi invariablemente inspirados en algún punto por Sumo, mostrarían haber captado la onda de rockers, one drops, lovers y demás yerbas a la Kingston. Pero hay que detenerse en otra peculiaridad: sucede que estos otros músicos de bandas de reggae se “especializaron” a fondo en la materia. Para Luca, en cambio, el componente jamaiquino era una frecuencia más entre el policromático ruido. Así y todo, le sobraba para correr con ventaja. Sólo un ejemplo del riquísimo aporte, en lo estrictamente musical, de un juglar postpunk que (el colmo del adelantado) llegó incluso un rato antes que el punk a la Argentina.

     

     

  • Grabar es una fiesta

    IMG_3650.JPGGrabar un disco es una fiesta. Es una situación especial, poco frecuente. Tocar en vivo también es una situación casi festiva. Pero para una banda pueden llegar a pasar cien shows antes de entrar en un estudio. O muchos más.

    Por eso, hacer un nuevo disco es una instancia tan esperada. Aunque, en realidad, el disco se empieza a cocinar mucho antes de cerrar la puerta del estudio. En mi caso personal, comienza una noche cualquiera en la que me cuesta dormir. O en el tren hacia Retiro. O caminando por Saavedra. Después, sigue en casa, frente al teclado y a un cuaderno (actualmente una Moleskine negra de hojas amarillentas y con renglones). Continúa en la sala de ensayo. Y vuelve al tren y a casa y al anotador. Y así muchas veces, tantas como canciones pueda tener un nuevo disco.

    IMG_3654.JPGSon meses de ideas (malas o regulares o decentes o pasables: esa es otra cuestión) rebotando en la cabeza como un Angry Bird. E igual que los pajarracos estos, algunas se estrellan improductivamente, otras logran derribar algún chanchito (personal, claro) y alguna más parece suficientemente robusta como para tirar abajo una buena estructura. O eso uno cree.

    Cuando tenemos suficiente fe y cuando algo parecido le pasa a unos cuantos o a todos los integrantes del grupo, entonces lo decimos, pero ni falta haría: es momento de grabar el nuevo disco.

    Tal es el proceso previo, que grabar necesariamente resulta un momento muy ansiado. Es el momento de sacarse de una vez por todas esas melodías que se repiten una y otra vez en la cabeza, en el tren, cuando no podés dormir, etcétera. Esto es muy serio, realmente: llega un punto en el que necesitás sacarte el “proyecto” de encima, no te queda otra opción. Debe pasar en otro tipo de actividades-proyectos, me imagino.

    IMG_3668.JPGBah, quizás estoy generalizando a partir de algo que me ocurre a mí solamente. Además, soy medio obsesivo, como suele decir la gente que es obsesiva del todo. Para mí, la cosa no pasa sólo por mis temas o lo que vaya a tocar con el teclado. No, la previa incluye todos los temas, propios y ajenos, el orden de los mismos, la preproducción, la producción, las postproducción, la tapa y, lógico, el título y los liner notes. Son meses en los que me cuesta dejar de pensar en estos asuntos (otra vez, para bien o para mal, no hay garantías).

    Entrar en un estudio, finalmente, es liberador. Aunque, por otro lado, es una trampa. Porque en el caso de una banda como Satélite, los tiempos y las posibilidades, en general, no son ilimitadas ni mucho menos. Por lo cual, no es que vayamos al estudio con un universo de opciones a nuestra disposición, sino más bien que encaramos la grabación… como podemos. No me malinterpreten: no es que seamos excesivamente austeros, pero sí es cierto que hacemos las cosas más bien como un golpe comando, con un plan maestro. Vamos, hacemos lo nuestro y salimos.

    Me cuesta entender esas situaciones en las que algunas bandas pasan meses, muchos meses, sin cerrar un disco. A mí, un proyecto así sin cerrar no me dejaría vivir, honestamente. No podría. En fin, cada a uno a su paso, supongo…

    Quizás soy demasiado ansioso. De hecho, son conciente de que ciertos aspectos de un disco podrían IMG_3671.JPGsalir mejor con más ensayo, más tiempo de maduración de las canciones, más espacio para más ideas… PArticularmente en este caso de Satélite, que es la primera vez que grabamos un disco con temas totalmente nuevos, que no venimos tocando sino que los armamos especialmente para la grabación. En ese sentido, este sería el disco más... digamos más cercano a una "obra" en sí, y no el mero registro de un momento de la banda, como fueron los anteriores. 

    Pero no sé bien por qué hay un momento en el que siento que hay que registrar ya lo que hay. Que lo próximo que se pueda hacer o mejorar, será para otro disco, más adelante. Que lo que hay ahora es lo que hay ahora, y eso es lo que hay que grabar. Hay una delgada línea entre tal pragmatismo y el apresuramiento suicida. Pero también hay una delgada línea entre la especulación y la creación, en estos casos. Y me parece que es mejor tomar el riesgo, siempre, antes que pasarse de cauteloso.

     

    Así que ahí estamos, con Satélite, cocinando un nuevo disco, sencillamente porque sentimos que era el momento justo para hacerlo y para disfrutarlo. Más o menos las mismas razones por las que uno decide hacer una buena fiesta, una de esas fiestas que sólo se dan cada tanto. 

  • Forever Young


    Diana, desde Oxford, UK (texto y fotos)

    Exclusivo para Satélite-IN-Blog!

     

     

    Mi primer encuentro con

    2 personajes del Nutty Sound

    al mejor estilo tradicional!

    Thompson & His All Stars Ska Orchestra, The SkanxCon el tiempo contado, Pauline Black nos dejó en la estación de tren y nos dirigimos a Oxford para comenzar con la agenda musical que estuvo bien apretada, pero satisfactoria y aunque el cansancio comenzaba a notarse, era algo digno de aprovechar.

    Oxford está localizado en el Sureste de Inglaterra (Condado de Oxfordshire) y es una zona muy juvenil, debido a la presencia de la Universidad. Fue allí donde vi mayor cantidad de bicicletas estacionadas en toda mi vida. La arquitectura, tiene un contraste entre lo medieval y lo moderno. En líneas generales esto fue una de las cosas que más me gustó de Inglaterra, amén de toda la mixtura cultural que posee.

    Al caer la noche, nos dirigimos al Regal Oxford, lugar donde sería el show de Lee Thompson & His All Stars Ska Orchestra y junto a ellos estuvieron The Skanx, One Stop Experience (con la participación de Jenny Matthias) y la musicalización estuvo a cargo de Gladdy Wax Soundsystems.

    Fatty me dice ¿es temprano pasamos? Yo le digo que sí y le entrego el comprobante de las entradas que desde marzo había comprado por Internet…él pasa y a mi me detienen en la puerta solicitándome mi ID. Fatty le pregunta al seguridad ¿por qué? Y esté le dice que parecía menor de edad ¿ofensa? Forever Young!!!

    Posteriormente, mostramos dicho comprobante e ingresamos al Regal. Sobre  la puerta estaba un cuadro de Walt Jabsco dándonos la bienvenida y aunque llegamos “a inaugurar” o como dirían en Venezuela “a freír los tequeños” nos sirvió para maravillarnos con el sitio. No había tanta gente como él y yo esperábamos.

    Thompson & His All Stars Ska Orchestra, The SkanxEl lugar estaba adecuado para hacer conciertos, lo percibí como un teatro tipo colegiales, ojo no exactamente igual. Allí nos sentamos mientras el dj colocaba música. Está demás decir que estuvo a la altura de las circunstancias, pero si hubo algo que nos llamó la atención: al colocar el set 2 tone, sonaron las respectivas bandas y en ningún momento colocaron a Selecter!

    Llegó el turno de la primera banda, The Skanks unos chicos que hacían como un “ska terceraolacaliforniano” tipo save ferris sería? El trombonista era ttambién el vocalista acompañado de una chica. Hicieron una versión de “Man in The Street”

    Ya el cansancio comenzaba aparecer y Fatty intentaba quedarse dormido; sentado en un mueble incómodo porque no le llegaban los pies al piso… qué diría yo entonces!!!

    Por ello, Fatty me dice que vaya a tomar fotos para el blog y yo acepté la sugerencia  y así, no sucumbir ante el agotamiento. En eso, una de las chicas del Regal le preguntaba a Fatty que si era exceso de bebida o cansancio. El sonríe y le dice que estaba agotado, no es para menos, luego de un viaje de 5 horas para Liverpool, después Coventry y ahora Oxford no estaba fácil para nadie! pero la pasión por el Ska puede más que cualquier cosa!!!

    Thompson & His All Stars Ska Orchestra, The SkanxAl bajarse la banda, continúa el dj y se preparaba la Stop Experience con Jenny Matthias. Entre las piezas que interpretaron estuvo del clásico-biográfico 54-46 Was My Number de Toots & The Maytals.

    La banda sonó bien. Pensamos que llegaría más gente… pero mejor así porque el show fue más íntimo y yo pude grabar cómodamente…solo me repetía en la mente qué bueno son los shows en Europa, la gente se comporta, hay buen sonido, puntualidad y cero rollo!!!. Los que si estaban eran los skinheads contemporáneos de la época y por los lados de la barra, se encontraba Dave Wakelin (English Beat) y jamás nos imaginamos que podría cantar con la Stop Experience junto a Jenny el clásico “Skinhead Moonstop” ocasionado una gran euforia en el público. Finaliza esta banda y se prepara la más esperada por nosotros.En ese line up, también estaba el tecladista que llegó a tocar con Bad Manners,

    Realmente  el “ALL STAR”  cubrió nuestras expectativas, puesto que se pasea por el sonido del ska tradicional y el reggae, con elementos bien jazzeados e impecables. Fatty me decía que algunos de los metales también acompañan a Madness actualmente.

    Thompson & His All Stars Ska Orchestra, The SkanxPues si… allí estuve yo viendo por primera vez a dos de los “Nutty Boys” y tuve una gran impresión: Bedford  lucía muy jovial, mientras el Lee Thompson era muy divertido y juntos, lograron una buena comunión entre los demás músicos. Es imposible que uno como fan, no se le venga a la cabeza la imagen de ellos cuando estaban jóvenes y que con el pasar de los años, continúan tocando igual o mejor!

    Como parte de los detalles peculiares, la banda salió ataviada de color negro y el líder saxofonista, tenía sobre el traje talco, así como lo leen! el cual se sacudía constantemente mientras cantaba. Era lo menos que se podía esperar de “un madness”.  Entre los temas que me acuerdo que interpretaron estuvo “Eastern Standard Time y Soon You’ll Be Gone en un excelente arreglo cantado por Lee.

    Thompson & His All Stars Ska Orchestra, The SkanxAl culminar el show, nos estábamos preparando para al día siguiente (17 de abril) la próxima estacion sería Ipswich, en donde nos encontraríamos con Chikito, con el fin de asistir juntos al show de The Beat, Selecter y Neville… La primera reseña de nuestras aventuras relatadas por Bernasconi.


    ¡Que buena herencia que le dejaron los Jamaiquinos a Inglaterra! y que gracias a esa explosión, hoy día ese género está en el inconsciente colectivo de nuestras naciones... en nuestro código genético!

    Seguiremos relatando.

    Saludos

    Diana