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estudios de grabacion

  • Estado de estudio = estado de gracia

    El título no se refiere al momento de preparar un examen sino al período de grabación de un disco; a mi modesto saber y entender, la mejor parte de tocar en una banda.

    Mejor que tocar en vivo. Bueno, lo que pasa es que se toca en vivo (en general) mucho más seguido de lo que se graban discos. Por eso se termina anhelando más lo que no se hace tanto. Que es grabar. Y si es un buen estudio con una buena "situación", tanto mejor.

    Es el caso de Satélite Kingston por estos días, que se encuentra registrando temas para un futuro... quinto disco! Cinco, un buen número para banda de ska nacional, sin duda. En Fuera del Túnel, un interesantísimo estudio de Flores, sobre la avenida Boyacá, tres cuadras después de dejar de ser Carabobo, hay listos ya algo así como trece temas entre canciones, instrumentales, covers y algún experimento extra, con producción del propio grupo. Y estamos todos muy satisfechos, pensando, como toda banda, que este es el mejor disco que logramos hasta ahora. Como toda banda con disco nuevo.

    Pero lo mejor de un disco no son sus temas, ni su sonido, ni sus intérpretes, ni sus solos, ni sus ideas de producción, ni su mezcla, ni su mastering, ni su tapa, ni el catering, ni la mesa de pool o la máquina de café del estudio, ni las empanadas de la pizzería de enfrente...

    Lo mejor de un disco es... el hecho de estar grabándolo. La suspensión de la realidad en ese instante es algo notable. En el "momento Rec" no hay nada, pero nada de nada, "afuera" de una canción, afuera de lo que se está tocando. Al menos esa es la actitud con la que esto debería hacerse. Y, en mi opinión, la suspención de la realidad es justamente una de las pocos atajos ciertos hacia un estado de felicidad plena. Aunque dure apenas tres minutos y medio. La diferencia con otros métodos (más normales) es que, en este, no hay consecuencias negativas (en general, al menos para uno mismo; muchas veces el resto del mundo sí sufre bastante).

    Y es el momento en que todo es posible. Aunque, claro, las posibilidades de un no son para nada infinitas, ni muchísimo menos. Pero, bueno, la música está ahí, y grabar es una nueva oportunidad de acercarse a ella. Con una orquetsa sinfónica o con dos maderitas. Una de esas aisladas oportunidades, que hay que procurar aprovechar como si fuera la última, porque nunca se sabe. Es una ficha más, y uno siempre piensa "esta tiene que ser la buena". Y ahí se manda, a ver qué pasa.

    Lo que el mundo entienda de esto después es otra cosa. Histórico, horrible o intrascendente, una vez que el disco se termina ya no es una quimera, sino que es una cajita de plástico con una cosa adentro que suena a no sé qué. Es algo material y vulgar, y poco tiene que ver con su incontrolable, en un punto (en un punto, finalmente) aleatoria gestación. Ya no es la felicidad, aunque a veces (a veces), entonces sí, pase a darle felicidad a los demás.