No hay mucho más que decir...
By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.
No hay mucho más que decir...
Es muy raro estar sentado ahí, en una habitación del noveno piso de un hotel porteño, a metros del Obelisco, un día cualquiera, frente a un tipo así. Un personaje que cruza siete (¡!) décadas de música jamaiquina. Pero así es, del otro lado de la mesa está nada menos que Derrick Harriott, preocupado por ver cuál es el mejor lugar donde ubicar el grabador para la entrevista, recién llegado después de desayunar en un Subway ahí a la vueltacon un moderado afro, chaleco de polar azul, pantalones camuflados y zapatillas blancas. ¿Cuántos ejecutivos, secretarias y cadetes del Microcentro sospecharán que acaban de se cruzarse con una leyenda viva? Exacto: ninguno.
Finalmente acordamos que lo mejor es poner el grabador justo en esa mesa de su habitación por estos tres días porteños, entre paquetes de golosinas, galletitas, restos de comida china y una botella de jugo de arándano. En el fondo, la mucama le arma la cama. Harriott pregunta, por lo bajo: “Ella no nos va a estorbar, ¿no?” Y se larga a hablar y a veces hasta a cantar un viejo hit. No siempre de manera lineal, pero sí con muy buena predisposición, como si no le hubieran preguntado mil veces las mismas cosas. Igual que en esta oportunidad, en su primera visita a Buenos Aires, para tocar, el sábado 7 de junio en lo que sin dudas será un punto muy alto en la historia de la música jamaiquina... en Argentina. Con los Aggrotones como backing band y anfitriones de lujo, productores del show y amables facilitadores de esta entrevista.
¿Ha estado viajando mucho últimamente?
No últimamente, pero sí el año pasado. Toqué una cinco o seis veces, en lugares como Alemania, Chicago, Los Angeles, Nueva York y ahora en un gran país, Argentina. En Jamaica la llamamos Messiland. Argentina es famosa por Messi y los jamaicanos lo aman y esperan que haga muchos goles!
Ha estado tocando con bandas locales…
Algunos tipos son buenísimos. Como unos con los que toqué en Los Angles, que eran fabulosos. La gente, la onda, todo el mundo cantando los temas…
¿Cómo es eso de viajar tan lejos a un país nuevo y tener una banda y un público que conoce todas las canciones, gente a la que ni conoces…?
Me sorprende. Como acá: es la primera vez que vengo y la gente me pide canciones que yo ni idea tenía que eran tan conocidas… ¡Hasta me asusta! Es muy lindo saber que tu música ha circulado tanto…
Algunas de estas canciones fueron grandes hits, pero al momento de grabarlas, alguna vez pensó que llegarían tan lejos?
No. Siempre le digo a mis amigos de aquellos tiempos que algo debe haber andado muy bien con esa música que hicimos en los 60, que esos temas no parecen pasar nunca, siempre vuelven. Es fabuloso que tanto tiempo después la gente hasta se vuelva más loca que antes con esos temas…
Y usted viene incluso de antes de los años 60…
Claro, desde los tiempos de la “Opportunity Hour” (nota: un "talent show" jamaicano del que surgieron muchas figuras)… Pero sigo haciendo muchas cosas nuevas. Ahora está por salir un nuevo tema mío con Luciano. ¡Brand new! (de pronto grita con un pronunciado acento jamaiquino). Y tengo cuatro discos nuevos por salir. Con material muy variado. Mis producciones. Algunas son reediciones, que no han estado disponibles por 20 años, y también algunas nuevas. Hay reggae romántico, hay otras cantadas por mi, con mi típico falseto; otras más bien de los 80, con gente como Yellowman… ¡Ordenar todo eso es mucho trabajo! Espero que todo esté listo para Navidad de este año.
Como productor, ¿qué buscaba, cómo trabajaba?
Buscaba talento y buenas canciones. Los sesenta y los setenta fueron buenos años, cuando salieron muchas cosas con Keith and Tex, los Kingstonians (canta “Sufferer, sufferer…”), Scotty. Se cantaba realmente de cómo se vivía. Y algunas de esas vidas eran muy duras. Rocksteady, ni muy rápido ni muy lento, al tempo justo.
Como productor tenés que ayudar al músico, al cantante. Trabajás las letras, el estilo. Ya sea canciones mías o covers que yo elegía.
En el estudio, cuando surgían esas sesiones de temas que harían historia, ¿qué pasaba?
¡Te volvés loco! Scotty te mataba, salía con cada cosa…. Yo lo escuchaba y pensaba, hey eso funcionaría en un tema. Me llevaba tan bien con él que le compré un auto antes de comprarme yo mismo un auto. Le regalé en Volkswagen escarabajo. Después me compré yo un Volvo azul. ¡Soy un hombre de azul, man!
¿Qué le gustaba más, el estudio o el escenario?
Ambos. Bueno, no, el estudio. Ahí puedo ser más creativo. Soy mejor compositor que cantante. Definitivamente. Me encanta escribir y grabar. Los Aggrotones me mandaron un riddim y le puse letra y melodía y salió un temazo. Lo vamos a tocar en el show.
No debe ser fácil elegir la lista de temas para un concierto…
Claro, porque siempre viene alguien y te pide que toques este tema o el otro. Pero espero que todo el mundo se lleve algo de lo que le gusta…
¿Cuáles son algunas canciones que no pueden faltar nunca en sus shows?
Tengo que hacer “Over The River”, “Walk the Streets at Night”, “The Loser” (que Freddy la grabó como “The Winner”, y todavía en Jamaica cuando la canto algunos dicen “hey, Derrick está cantanto el tema de Freddy!!!”), “Salomon”, “Do I Worry”, un tema que la gente parece que le gusta más y más con el tiempo…
¿Recuerda cómo eran aquellas sesiones?
Debo decir, acá y ahora, que Lynn Taitt es responsable del 90 por ciento de los hits del rocksteady. Su fraseo, su sonido. Cuando grabé por primera vez “Walk the streets” no me gustó como quedó. Volví al estudio con Lynn y ya lo primero que tocó cambió totalmente el tema.
¿Sería por su influencia calipso, porque venía de Trinidad?
Puede ser. Pero más bien me parece que es por su sonido.
¿Quizás por la guitarra que usaba?
Siempre decía que no podía encontrar una guitarra igual aquella primera que usaba en los sesenta, man!
¿Entonces Lynn Taitt toca en “Do I Worry”?
YES MAN!!! Es la primera guitarra. Su sonido es tan importante. Y también Keith, de Keith and Rex, que hizo la armonía de voz, ahí está el secreto, la clave de ese hit. No es sólo la canción sino el arreglo. Mucha historia y mucho talento. Esos músicos eran muy creativos y aportaban muchas ideas en el estudio. A veces un pequeño detalle. Cómo ese sonido (imita la percusión del tema) en “The Loser”, que cambiaba la canción totalmente.
¿Grababa siempre en el mismo estudio?
Dynamic, que antes era West Indies Records, y Federal. El sonido de Federal, algunos dicen que era rústico, que la batería sonaba más o menos. Pero la verdad es que los discos grabados en Federal, si los ponés diez años después, suenan bien, claros, limpios, como si se hubieran grabado recién.
¿Siempre en vivo?
Siempre con la banda en vivo. Y algunos overdubs después, la voz por ejemplo. Salvo Toots, que no quería nada de overdubs en esa época!!! ¿Sabías que una vez Toots fue preso por fumar hierba? Cuando estaba preso, varios metimos temas en el ranking. Yo, por ejemplo, metí “Salomon”. Hasta que lo soltaron a Toots. Y enseguida lo metieron en un estudio y grabó “54 46 thats my numer” y lo editaron inmediatamente y fue directo al número uno, y todos los demás quedamos ahí parados. Nos mató a todos. Yo no pasé del número 3, por ejemplo! Hay algunas historias increíbles en esta música…
¿Y ahora cómo recibe el público su música?
Se vuelve loco, especialmente con el meddley de distintos temas… Hice un track para Usain Bolt también, con el riddim de “The Loser”.
Bueno, no es exactamente un loser…
Claro, ¿no es gracioso?
Y dice que quiere jugar el fútbol...
Bueno, cuando hacés un deporte siempre querés hacer otro también, viste?.
Usted también grabó toda una serie de temas inspirados en películas western, ¿era un fan de ese tipo de cine?
Yo empecé esa moda, después siguieron Clancy Eccles, Lee Perry… Cuando salieron todas esas películas, “Fistfull of Dollars”, etc, la gente se volví loca en Jamaica, les encantaban. Todos íbamos los miércoles al cine y yo salía inspirado con esas películas italianas. Salieron muchos hits también de esa era.
En cambio, la era rude boy no parece haberlo atraído tanto…
No, no estuve en esa. Igual me gustan algunas canciones de rude boys, como las de Desmond Dekker. Pero no me gustaba mucho eso de la violencia. Pero si querés saber cómo eran esos tiempos podés escuchar mi disco “Scrub a Dub”. Es increíble cómo un disco puede pintar una era tan claramente, como un libro de historia.
Lo que más me inspiró yo creo que fue la era de los sound systems. Mi escuela debía estar a seis millas del sound system más cercano. Durante la clase, me acuerdo que escuchábamos a lo lejos un tema que sonaba... Y cuando salíamos nos íbamos para allá corriendo, seis millas! También fue importante la iglesia. Aunque yo no cantaba, iba a la iglesia con mi familia y ahí sonaba el gospel. Pero nunca estuve en un coro, por ejemplo.
Muy pronto empezó a cantar en público…
Sí, muy temprano. Solían castigarnos por ponernos a cantar en la escuela. Aunque al mismo tiempo los mismos maestros nos pedían que actuáramos cunado hacían eventos para recaudar fondos para una cosa u otra! Unos que iban a mi clase era The Folks Brothers, los de “Oh Carolina!”. Y también un tipo que después fue ministro del gobierno del People National Party, y que cantaba muy bien.
¿Y en su familia había músicos?
Mi padre era clarinetista, tocaba en una banda militar. Rupert Harriott era su nombre. ¡Llevo la música en la sangre!
¿Siente que chicos de otros países tocan bien su música?
Sí, lo hacen muy bien. Como mis amigos, los Aggrotones. Y especialmente los franceses, ¡tocan muy bien! A veces… A veces otros músicos toman un tema y hasta lo pueden hacer más grande. Mirá, como cuando nosotros grabamos una versión jamaicana de “Shaft” y fue un hit. Hasta entonces, Isaac Hayes no lo había editado como single, sólo estaba en el disco de la banda de sonido de la película. Cuando Hayes se enteró que nosotros lo convertimos en hit, entonces sí lo sacó como single!
Muchas gracias por su tiempo…
Fue un placer. Podés ponerle a esta nota “Parte 1” porque hay tanto más para contar, mucho más…
Nueva Zelanda no es una isla sino un archipiélago. Con dos grandes islas y otras menores. Las dos grandes: Isla Norte, Isla Sur. En la norte está la capital, Wellington, y la principal ciudad, Auckland. La isla Sur es menos poblada, más rural y también más fría. Su paisaje se parece un poco al de nuestra Patagonia. La principal ciudad en la isla Sur es Christchurch.
Christchurch sufrió en 2011 un fuerte terremoto que destruyó buena parte de su centro histórico y comercial. Y lo que no destruyó, quedó tan mal que luego hubo que demolerlo. Así las cosas, el centro de la ciudad parece un pueblo fantasma, con sus edificios dañados y abandonados y muchos lotes vacíos luego de que se demolió la construcción que allá había por considerársela peligrosa. Una de las escenas más tristes es la de la antigua Catedral, ahora a punto de venirse abajo, apuntalada por andamios. Por el momento, no se la está restaurando. Pero sí se la reemplazó con una nueva Catedral... de cartón! Sí, es una iglesia de cartón, desarmable. Ver para creer, más que nunca.
Mientras la actual versión de los Specials empiezan a dejarnos un poco con ganas de más, de algo que justifique un poco más la vuelta, Neville Staple no sólo abandonó el barco sino que ya tiene nuevo disco solista, y, al parecer, bastante "militante" en cuando al two tone y su propia historia. Aquí está el primer video de difusión:
El tema seguramente no es la gran revelación musical de 2014, pero definitivamente es más interesante que aquella errática etapa de Neville con unos músicos californianos, o algo así, hace unos diez años, quizás un poco más.
Por otro lado, Rhino UK está reeditando, en vinilo de buen gramaje, los dos discos de estudio de Specials, que, por cierto, toda persona de bien ya debería tener hace rato y en varios soportes de audio distintos, en lo posible. También se editó un single 7 pulgadas, en tirada limitada (bueno, siempre las tiradas son limitadas, no? ya se trate de una copia o de dos millones, el límite siempre está...), con dos mezclas inéditas, dubeadas por John Bradbury y Jerry Dammers, allá por aquel inspirado 1980...
Bueno, esto sí fue una fiesta. La del jueves fue otra de esas noches que quedarán en el humilde libro de historia, la segunda parte de “La manera correcta de gritar”, que al menos yo nunca voy a escribir.
Si parece que ya varias veces escribí lo mismo en este blog… es por que es así. Lo he hecho. No es culpa de Satelite-In-Blog si, con el tiempo, nos damos algunos gustos. Si tenemos la suerte de haber disfrutado de unas cuantas de estas noches irrepetibles.
¿Por qué sumar el show de Roy Ellis de ayer a esta lista? Muchas razones.
1. Porque The Boss no sólo es historia sino que hoy mismo está en plena forma. En lo físico: bailó como no podrían haber bailado la mayoría de los que lo acompañamos tocando como backing band. No se entiende de dónde saca la energía, a sus 65 años. Si hasta se lanzó e hizo una vuelta carnero en el escenario. Sencillamente, no paró, todo el tiempo atento a los temas, a su voz, a cada músico, al público... El tipo es un performer, un “profesional” no en el sentido “frío” del término sino en el de que cumple con su misión, cueste lo que cueste.
En lo artístico: no sólo vino a hacer sus clásicos de Symarip. No, en absoluto: cantó unos cuantos temas nuevos, incluyendo por lo menos dos singles nuevísimos y redondísimos. Tanto que uno de ellos aún nunca lo había hecho en vivo.
2. Por el lugar del show: Groove. Todo bien con muchos otros sitios, pero realmente Groove garpa a full. Buenas dimensiones, gran escenario, el staff (de sonido) más amigable que conozco, camarines independientes para cada artista, bien aprovisionados, por cierto. Nos trataron muy, muy bien. Algo que, ¡sorpresa! no es lo más normal del mundo.
3. Porque a pesar de todo lo dicho anteriormente, la entrada fue súper económica, para un show internacional: anticipadas a 100 pesos, y 2x1 no sé con qué promoción.
4. Por el público: teniendo en cuenta que Roy Ellis no es Damian Marley y que no hace roots reggae y que sólo una pequeña “subcultura” juvenil lo conoce bien, diría que había mucha gente en Groove. Pero lo más importante no fue la cantidad, sino la onda que había. Se diría que fue un show para “iniciados” y eso hizo que hubiera mucho clima, incluyendo muchos músicos y ex músicos de bandas de ska. Me apena un poco que otros tantos faltaran, porque se perdieron algo buenísimo, tanto por la música que sonó como por el hecho de que tantos amigos hayan coincidido en una misma noche en un mismo lugar, todo con la música de Santi Palazzo y LDD sound system, como fondo.
5. Por la backing band que tocó con Roy Ellis. Principalmente, The Crabs Corporation, que a su vez se amplió convocando a otros colegas de Staya Staya, Satélite Kingston, el Bona (Manchesta, SKC, Skabú Simbel…), Santiago Casas, “Tatú” Garibaldi… Todos fanáticos de esta música. Con sana o insana envidia de mi parte, la mayoría de ellos viajaban el viernes a Brasil para seguir acompañando a Mr Symarip en su gira sudamericana, en Curitiba y San Pablo.
6. En lo personal, a todo esto se sumó el hecho de que Satélite Kingston abriera la noche, después de bastante tiempo sin tocar. Nos hizo muy bien que bastante gente nos dijera que habían ido al concierto por nosotros. De paso, conocieron a Roy Ellis!
Agotados, pero con la satisfacción de la labor cumplida, ahora a esperar a Derrick Harriott, en junio, otra fecha que promete...