Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

Satélite-in-Blog - Page 99

  • Ska de acá (felices como fans)

    La verdad es que cuando se habla del ska argentino de los ochenta lo mejor que puedo hacer es escuchar, porque realmente es algo que me perdí por razones que ni siquiera importan ahora. Mi gran "hazaña", creía, era haber visto a los Cadillacs en el Astral (o era el Astros?) en el 87 u 88, algo que, mal que me pese, no es ningún logro. Nunca ví a Los Intocables, más que en televisión. Y la primera vez que oí hablar de Skabú fue en ese show de los Oxidados y Espías Secretos, del que se habló acá antes, en 1992, en Sao Bar de Palermo. Me acuerdo que pregunté entonces cuál había sido la medium_rudeboy2.jpgmejor banda de ska nacional y un coro de rude boys exclamó "Skabu Simbel", sin dudarlo. "Fueron los primeros en hacer ska jamaiquino!", me decían (este será otro tema de debate, supongo: la eterna paradoja de intentar hacer ska "jamaiquino"). También me acuerdo que casi todo el mundo en el público parecía conocerse y, creo, algunos me miraban como diciendo "¿y este de dónde salió?", dando a entender que hacía rato que no aparecía ningún "nuevo". Vaya.

    Sí había escuchado algo de Chiflados. Me acuerdo del famoso "Birra, Marlboro y ska", o algo así, no? Después conocí Romana Patrulla, aunque, paradójicamente, fue por un tema en... un compilado de Moon Records!

    El Curso de Ingreso al Ska Nacional me lo dio Andrés Cotter, ex Satélite actual Ska Beat City. Es que Andrés había guardado bastante material de los "buenos tiempos" y se entusiasmaba mostrándome los videos grabados de las apariciones televisivas de las bandas que seguía cuando era chico. Tenía, por ejemplo, un VHS de los Intocables en Badía y Compañía en el que varios rude boys bajaban de las gradas del público para bailar delante de la banda. Cotter me mostró varias veces, con pausa y rewind, el momento exacto en el que él, uno de los rudmedium_into.jpgies, "trababa" perfectamente con un puño en alto, el otro hacia abajo y la piernas flexionadas en un ángulo impecable, medido con escuadra.

    Lástima. Porque cuando dí con alguna de esta gente, parecían estar bastante "desmoralizados" ante la falta de bandas y ante el chiste en el que, para algunos, se había transformado el ska. No para ellos, claro.

    En ese momento se armó Satélite Kingston. Y no por nada al primer show vinieron casi 300 personas, muchas de las cuales parecían fans de toda la vida... de una banda que estaba debutando! Claro, eran fans del género y hacía rato que no veían una banda en vivo, o por lo menos una banda de este estilo. Creo que también les gustaba el hecho de que todos los integrantes del grupo éramos evidentemente tan fanáticos como ellos. No me interesa hacer un mito de esa noche, pero hay que decir que de ahí salieron integrantes de los Cafres, Dancing Mood, Nuevas Raíces y Ska Beat City, nada menos, además de los que seguimos en Satélite. Y eso que éramos sólo seis!

    Ahora que lo noto, ni uno de los que estuvo ahí dejó de hacer ska y/o reggae hasta hoy. Satélite va por su tercer disco. Dancing ya por el cuarto. S.B.C. acaba de debutar. Los Cafres, bueno, están en su momento de gloria... Antes leía los comentarios sobre dónde andaban unos u otros músicos, y, en fin, me parece interesante el hecho de que casi diez años después no sólo Satélite siga ahí, en el escenario, sino que la mayoría de sus ex integrantes siga tocando en bandas muy afines y, por cierto, muy buenas. O sea que los que estuvieron esa noche en Belgrano, les haya gustado o no la música, no se equivocaron si entendieron hasta qué punto realmente estábamos felices de tener esa banda nueva. Felices como fans.  

     

    medium_200402_old_doc_martens.jpg

     

     

  • Grey day...

    medium_Madness-Grey-Day6-Pictur-93767.jpg

    Ay. El rumor es fuerte, no se puede negar. Pero nadie confirma nada, hasta ahora. Una mano negra borró en las últimas horas toda mención de Madness en el sitio del Personal Fest. Es horrible, pero yo diría que... En fin. Diría que Chikito tenía razón cuando dijo que habìa que esperar a que se confirmara en el sitio de Madness, no sólo en el de los insensibles organizadores del Personal. Si alguien sabe más, este es el momento de hablar!

     

     

  • Mad, Mad World

    Tanta emoción, récord de visitas, mensajes acalorados... No me atrevería a hablar de otra cosa. Así que acá va mi top five de nutty anécdotas. Entenderán que al no haber visto nunca a Madness en vivo, ni mucho menos haber compartido una cerveza en Camden Town con ninguno de ellos ni nada por el estilo, la trascendencia de estas historias es, en fin, modesta, por lo menos... Take it or leave it.

    medium_stepjacket.jpg1. A los 13 años, en Villa del Parque, tenía un amigo cuyo padre parecía toda una curiosidad: se sabía que era dueño de más de un albergue transitorio, aparentemente de alta categoría, probablemente en Zona Norte. Esto, además de generar conversaciones de lo más interesantes (y bastante confundidas, por supuesto), le daba a mi amigo acceso a una impresionante colección de películas porno, entre otra información y otro material más bien esquivo a esa edad. Este pibe, hijo único, tenía también un lindo departamento, y el departamento tenía un sofisticado equipo de audio. Menos agraciado era el gusto musical de mi amigo, que insistía en hacerme escuchar cada vez que iba a su casa vinilos de Motley Crue, Twisted Sister y otros glam rockers que nunca logré digerir.
    Cierto día nos invitaron a una fiesta de disfraces. Sinceramente no recuerdo de qué planeé ir, pero mi amigo me dijo, muy seguro, un par de días antes del gran evento: "Yo me voy a vestir de ska". Por mi mirada entendió que no tenía idea de qué me hablaba, así que precisó: "Anteojos negros, sobretodo y All-Stars rojas: ¡bien Madness!". Ahí estaban: "ska" y "Madness", entrando en mi vida, de una extraña manera...

    medium_singlesi.jpg2. Una vez fui a ver a un tipo por cuestiones de trabajo a su casa en Barrio Norte. Tendría (él, claro) unos cincuenta y pico de años y resultó ser un gran melómano, dueño de una ecléctica colección de vinilos, compacts y películas de todo tipo. Como además tenía bastante dinero, había viajado mucho y siempre se había preocupado por escuchar y comprar mucho de "lo que sonaba" en cada momento en cada lugar al que iba. Se entusiasmó al saber que a mí también me gustaba la música y me empezó a preguntar por mis preferencias. Acostumbrado a las caras de confusión o directamente de incredulidad cuando ante una pregunta así uno responde "ska", traté de ser más vago y ambiguo. Pero insistió, así que finalmente confesé: "Mmm, ska, reggae, entre otras cosas..." Abrió los ojos y dijo: "¡Entonces tengo algo para vos!". Desapareció unos minutos y volvió con un simple de vinilo en la mano. "Esto lo compré en Londres, cuando salió: ¡se escuchaba en todos lados!". Era "One Step Beyond", con "Mistakes" en el lado b, 640 177, Stiff Records, de 1979.

    3. Hoy las fiestas Bubamara llevan unas 1500 personas. O por ahí más, no sé. Pero hace unos años, cuando medium_one_step_beyondtv.jpgcomenzaron, en la vieja Nave Jungla de Palermo, no iba tanta gente. 400, máximo, me parece. Y en una de esas primeras fiestas tocó Satélite Kingston, en un mínimo escenario contra el final del salón, opuesto a la entrada. El lugar estaba lleno cuando terminamos y cuando debíamos desarmar todo y evacuar. Ayudé entonces a Danny Zaltzman a cargar la batería entre la masa de bailarines balcánicos eufóricos con gran, gran dificultad, empujados, apretados, trabados, sosteniendo fierros y tambores sobre nuestras cabezas. Cuando llegamos exactamente al centro de la Nave y al centro de la fiesta, ya casi agotados, de pronto la música paró. Y, por la sorpresa y el cansancio, nosotros también paramos. Entonces se escuchó el recontraclásico e inconfundible "Hey, you!" de "One Step Beyond". Con Danny sabíamos lo que venía inmediatamente y nos miramos con la calma desdesperación del Coyote cuando sabe que está por caer 200 metros y que cuando llegue al piso lo aplastará una roca de dos toneladas y no hay nada que pueda hacer en esos segundos que parecen media hora. Comenzó el saxo que todos conocemos y creo que fue la única que vez que la pasé mal escuchando Madness. Muy mal.

    4. Para los que piensan que viajar a Inglaterra sólo para ver a Madness es algo definible como una "locura", miren esto. Conozco a alguien que se fue de luna de miel a Londres y que se llevó una cámara de video especialmente para que su flamante mujer lo grabara recreando las escenas de "Take it or leave it" en las locaciones originales. Y para mostrárselo después a sus amigos.

    medium_steposter.2.jpg5. Todo fan se emociona tontamente cuando descubre referencias "ska" en alguna película, desde temas de Skatalites sonando de fondo en una escena hasta un poster en alguna pared, probablemente infiltrado por algún productor rude boy... Una de las más gratificantes (y seguramente los obsesivos Madnessmaníacos que leen esto tendrán más detalles y precisiones) la vi en, creo, en "The Commitments". Confirmenmé si realmente fue así: en un momento de la historia hay una selección de músicos para formar una banda. Y se ve una secuencia de gente golpeando la puerta del que elige, como en un casting casero. Y en un momento aparece un tipo que, en la versión doblada al español, dice algo así como que toca el saxo y que su mayor influencia es "el tipo de los Madness". Eso alcanza para que lo incorporen a la banda (y para que empieces a mirar la película con mucha más simpatía, obvio).

  • En noviembre, Madness en Buenos Aires

    medium_madness.jpg

  • Charles not dead!

    Mire qué intereante. A propósito de cursos por correspondencia en revistas de historietas, este es un artículo que publicó el New York Times en 2001. Es específicamente sobreCharles Atlas. 
     

    medium_health_builder.jpg

    El mito de Charles Atlas vive gracias a Internet

    Charles Atlas, el italiano que dejó de ser un alfeñique para convertirse en un musculoso millonario, murió hace 28 años. Pero la compañía que él mismo fundó en 1929, todavía está viva y sigue facturando. Y aunque la Charles Atlas Ltd. ya no es tan robusta como antes, aún ayuda a cumplir el sueño de muchos flacuchos. Ahora, por Internet.
    Por Maria Newman

    En esta época de programas de entrenamiento super elaborados y dietas super específicas, el famoso método de Charles Atlas permanece intacto: no exige nada especial; sólo seguir el curso "Dynamic Tension", un programa de ejercicios físicos de 12 lecciones que, como antaño, se siguen entregando por correo a cambio de 45 dólares mmedium_atlas.jpgás gastos de envío. Claro que, con el tiempo, se fueron haciendo algunos ajustes. Hoy, la Charles Atlas Ltd., apoya su actividad principalmente en su sitio de Internet (www.charlesatlas.com) y emplea el e-mail para comunicarse con sus clientes, a quienes llama "alumnos". Pero además de ofrecer una línea de vitaminas y suplementos dietarios, no se queda atrás a la hora de venderse y, echando mano a la nostalgia, emplea las viejas imágenes en blanco y negro de su fundador como implacable vehículo de comunicación. "En publicidad, hoy, 'retro' es la palabra clave", dice Jeffrey Hogue, quien le compró la compañía en 1997 a Charles Roman, el socio original de Atlas. "Sabemos que nunca vamos a abandonar ese 'look', pero, ¿cómo hacemos para que esa imagen resulte atractiva a las mujeres y a los jóvenes? Esa es la clave y en eso estamos trabajando".

    En estos días, las cartas a Charles Atlas las responde personalmente el mismo Hogue, un abogado de 41 años que dice haber hecho el curso de Atlas cuando era chico, aunque, claro, hoy prefiere los trajes de tres piezas a los shorts de leopardo que se hicieron famosos con Atlas. "Compré parte de mi niñez: yo también fui alumno de Charles y me encanta trabajar en esto", dice. Esto es el modesto edificio de dos pisos en el que Hogue, Cynthia Soroka -33, vicepresidente de la empresa- y un equipo de cinco asistentes se abarrotan en una pequeña oficina abarrotada de recuerdos de Atlas, el señero inmigrante italiano que transformó su inseguridad personal en un negocio rentable mucho antes de que el ejercicio físico se apoderara de los Estados Unidos. Atlas, cuyo verdadero nombre era Angelo Siciliano, llegó desde Italia a los Estados Unidos en 1903, cuando tenía 10 años. De chico, solían cargarlo por su estructura física, y las raíces de su transformación aún están allí, en los lugares de Nueva York que lo inspiraron para dejar de ser aquel famoso "alfeñique de 58 kilos": el museo de Brooklyn, donde vio por prinera vez una estatua de Hércules; y el Prospect Park Zoo, donde cayó rendido ante un león perezozo que estaba estirando sus músculos.

    La leyenda dice que dos tardes bastaron para que Siciliano desarrollara su famosa rutina de fortalecimiento muscular basada en ejercicios isométricos e isotónicos. Y que, más tarde, se convirtió casi de la nada en un prestigioso físicoculturista. Dicen, también, que fue mientras trabajaba como modelo que decidió cambiar su nombre por el de Charles Atlas. Y es un hecho que, en 1922, le puso la guinda a su postre: fue elegido "El Hombre Mejor Desarrollado del Mundo" en una competencia de físicoculturismo realizada en el Madison Square Garden de Nueva York. Sin embargo, en 1928, cuando Siciliano conoció a Roman, su compañía se estaba fundiendo. De profesión publicista, a Roman se le ocurrió la idea de poner avisos en varios libros de historietas, y también fue él quien bautizó al curso con el pretencioso nombre "Dynamic Tension". Luego, se convirtió en el presidente de la nueva firma, Charles Atlas Ltd., y desde allí se encargó de mover las relaciones públicas de la cara de su empresa. Pronto, él y Atlas fueron millonarios.

    medium_exercise.jpgEn 1969, poco menos de tres años antes de morir, Atlas le vendió su parte del negocio a Roman, quien lo mantuvo en funcionamiento hasta que, en 1997, se lo vendió a Hogue. Hoy, el nuevo dueño, que había pedido el curso por correo cuando tenía 15 años, declara haber recurrido él mismo al milagroso curso de Atlas mientras asistía a una escuela militar en Tennessee, "donde me tomaban el pelo al ver cuánto me costaba cargar los pesados rifles de combate durante las maniobras de artillería". Aunque Hogue no reveló cuánto pagó por el negocio ni cuánto le deja por año la empresa, es evidente que la compañía ya no es la caja registradora de antes. Sin embargo, sobreve gracias a las ventas vía Internet, que se multiplicaron cuando salió al aire un programa especial sobre Atlas en el ciclo "Biografías", del canal A&E. "Fue un camino largo y difícil, pero las cosas están empezando a revertirse", dice Soroka. Para ella, ahora, la clave es el marketing: si bien siguen haciendo publicidad en libros de historietas, donde los avisos son relativamente económicos, el asunto sigue siendo cómo vender cursos, y el target de la empresa son las mujeres (históricamente divorciadas del curso) y los jóvenes (hiperinformados). Mientras buscan la fórmula, Hogue y Soroka responden personalmente todas las cartas dirigidas a Atlas en primera persona, como si él todavía estuviera vivo. "No lo ocultamos, pero la gente necesita creer en Atlas. Y, de alguna manera, si escribimos en primera persona, sentimos que Charles sigue estando entre nosotros".

    © The New York Times, 2001