Restaurante de comida ítalo-jamaiquina en la playa de Salinitas, El Salvador.
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¿Qué pasa en El Salvador? VI
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¿Qué pasa en El Salvador? V
En una entrada lateral de la Catedral de San Salvador una vieja pide limosna y habla sola. Desde el centro de la nave, cada tanto miro en qué anda, pero está lejos y no escucho nada de lo que dice. En una de esas, la vieja cae de espaldas. Es una de esas caídas como en cámara lenta por lo que llego a ver que se va a golpear la cabeza antes que ocurra. Y ocurre y vuela una cartera y una botella de agua mineral rueda por ahí, y la vieja empieza a patalear, la pollera, un trapo, le cae hasta la cintura y se le ven unas patitas raquíticas y grita, aunque sigo sin escucharla. Varias personas más se dan cuenta, pero, por lo que parece una largo rato, nadie se acera. Yo tampoco. Hasta que un grupo de estudiantes secundarios y quizás una profesora van en su ayuda, y ahí sí otros también reaccionan.
Es una de las escenas más patéticas que haya visto y no ayuda a levantar el ánimo después de la historia que Moisés acaba de contarme. Me contó que justamente en la entrada de esta Catedral se produjo en 1980 la Masacre de las Gradas, uno de los sucesos que encendieron la mecha (de una mecha que ya estaba lista hace rato) de la guerra civil. La gente había salido a la calle para despedir al asesinado Monseñor Romero, arzobispo de San Salvador "silenciado" de un tiro mientras daba misa en una capilla. El cura Romero, parece, si bien lo apoyaba directamente a la guerrilla, sí venía reclamando públicamente al gobierno respeto por los derechos humanos. Lo convirtieron en mártir de un escopetazo en el pecho. Durante el funeral popular, la policía "sospechó" que entre la multitud había armas guerrilleras y empezó la represión. Muchos intentaron refugiarse en la estructura de la Catedral (una obra que, simbólicamente, llevaba décadas sin terminarse), pero las fuerzas de seguridad no dudaron en abrir fuego matando a casi cincuenta.
En el centro de San Salvador ya no hay masacres ni tiroteos. Pero hay cierta tensión en el ambiente. La economía informal es la regla. Los puestos de chapa cubren incluso la vereda sobre la plaza central frente al palacio de gobierno. Como si en la Plaza de Mayo, justo frente a la entrada de la Casa Rosada, se montara una feria como la de Retiro. Los vendedores ambulantes, los buhoneros, son tantos y mueven tanta plata que se convirtieron en un grupo con cierto poder de presión. Lo raro es que son tantos que uno no puede dejar de pensar que hay demasiados vendedores con demasiada mercadería, para muy pocos compradores. ¿Piratería? Acá hay disquerías completas en CDR e impresión láser. Una auténtica industria artesanal en la que los discos y los DVD cuestan un dólar en puestos mucho mejor armados que los argentinos. Lo que se dice prosperidad.
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¿Qué pasa en El Salvador? IV
Tres días en El Salvador y ni rastros de ningún marero. Evidentemente sí los erradicaron o, en todo caso, los obligaron a bajar su perfil, a recluirse, porque no se los ve. Quizás no se los detecta fácil porque aprendieron que no les convenía tatuarse tanto, un hábito que alguno podría confundir con herencia milenaria, pero que en realidad adquirieron en California hace unos pocos años. Los mayas, que llegaron de México a El Salvador, no se tatuaban la piel como los maoríes, aunque sí usaban piercings. Se colocaban unas piezas dentro de los lóbulos de las orejas, como se ve en otras tribus de otras partes. Y también se incrustaban unas piedritas en algunos dientes, mediante un escalofriante sistema de taladro. También se achataban el cráneo, desde chicos, lo cual supuestamente les daba un aspecto noble.
Ni siquiera vimos mareros anoche, que sí había salido en masa la barra brava salvadoreña, bastante picada desde temprano. Es que anoche, poco después de que Maradona ganara en Escocia, jugaba la selección salvadoreña contra uno de sus tradicionales rivales, Costa Rica, en el estadio Cuscatlan, de San Salvador. El resultado fue muy malo: ganaron los "ticos" 3 a 1. Muy decepcionante, sobre todo porque hace poco los salvadoreños le habían sacado un partido parejo de visitantes, por lo que la estaban muy esperanzados como locales.A los costaricenses les dicen ticos. A los salvadoreños, guanacos. A los hondureños, catrachos. A los nicaragüenses, chochos, y a los guatemaltecos, chapines. Entre todos ellos, la rivalidad futbolera (y general) es importante. Tanto que, en 1969, guanacos y catrachos protagonizaron lo que se llamó La Guerra del Fútbol. En realidad, dicen, esto fue más que nada un buen título usado por un periodista holandés residente en Honduras, que cubrió el conflicto para medios europeos. Pero, si bien el asunto se desató alrededor de un partido entre las selecciones de estos países (por las eliminatorias para el mundial 70), los problemas tenían que ver con las condiciones en las que cada estado venía (mal)tratando a los inmigrantes del país vecino. Sobre todo (según los salvadoreños hoy, claro), por la persecución y hasta el asesinato de guanacos en Honduras. El Salvador, militarmente inferior, decidió atacar primero para sorprender y bombardeó a la fuerza aérea de los ticos. Una guerra entre pobres, como queda clarísimo ante los números del armamento de ambos lados. Es casi tragicómico: la Fuerza Aérea de Costa Rica contaba entonces con un gran total de 18 aviones. El Salvador... ocho!. La paz se firmó bastante rápido, en seis días, de ahí que se conozca a esto también como "La Guerra de las 100 Horas".
Después vino la guerra civil entre los militares y la guerrilla del FMLN, unos con apoyo de Washington y otros con soporte de Moscú, La Habana y los sandinistas, que eran revelación en Nicaragua. Pero el punto no es hacer historia, que ni siquiera conozco ni podría llegar a entender del todo. Pero sí es interesante lo que queda de todo aquello hoy, lo que cuenta gente que creció entonces. Como un guía, Abraham (!), que pasó su adolescencia escuchando tiros todas las noches mientras intentaba dormirse, pero que también cuenta que para algunos la guerra fue toda una oportunidad económica. No se refire a traficantes de armas ni a mercenarios, no, habla de la gente que pudo comprar su casa en esos años "gracias" a que muchos las remataban para juntar los dólares para el pasaje a Estados Unidos, Europa o Australia. Su familia, por ejemplo, compró por 12 mil dólares una casa de diez habitaciones en el centro histórico, que hoy podría ser un hotel. También cuenta que, las raras veces que salían a la ruta en auto, el padre los obligaba a permanecer agachado para que no viera los cadáveres tirados en la banquina. Y que si iban a la playa de la Costa del Sol (el mismo lugar donde cuenta esto) no era raro que se encontraran con un cuerpo o una cabeza tirados en la arena dorada... "Ahora no pasa un sólo día sin que nos juntemos, nos reunamos con la familia, mis padres, mis cuñados, todos. Y creo que después de aquello valoramos mucho más la posibilidad de estar juntos", dice.
La paz se firmó en 1992, si mal no recuerdo. El año próximo habrá elecciones básicamente entre dos partidos: el FMLN, es decir la guerrilla ahora con forma de partido político, y el Arena, movimiento básicamente gestado por militares golpistas. En el medio, la gente, 22 por ciento de desempleo, dos millones de salvadoreños fuera de su país...
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¿Qué pasa en El Salvador? III
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¿Qué pasa en El Salvador? II
Qué club, liga, logia, unión, federación, sociedad pública o secreta no querría contar con las redes que ha tendido a esta altura toda "escena" rockera en general y el ska en particular? Pertenecer, qué duda cabe, tiene sus privilegios.
Acá estoy, en San Salvador, por primera vez en mi vida sin que eso impida que, a menos de 48 horas de llegar, esté en un estudio tomando unas cervezas con un grupo de personajes que me resultan absolutamente familiares aunque no tenga el gusto de conocerlos. Y eso que este viaje es por motivos totalmente extramusicales. Pero bastó un mensaje por MySpace para que me pasen a buscar por mi hotel y vayamos para un ensayo de esta banda de ska salvadoreña llamada Adhesivo. No más preguntas, con la credencial a cuadraditos alcanza.
Tocan desde hace once años en una escena que, en muchos momentos, los tuvo como únicos y solitarios agitadores. Alguno de ellos incluso comenzó a tocar practicando covers de, entre otros... Satélite Kingston... Pero hoy preparan un show, para este viernes, en el que invitaron a abrir la noche a dos bandas de ska nuevas, integradas por chicos que los van a ver desde hace tiempo. Parece que la cosa va creciendo y un signo claro es que justamente el fin de semana pasado tocaron en esta capital, por primera vez, los Skatalites, ante 1500 personas. Creo que El Salvador es el segundo país de centroamerica donde han tocado, después de Costa Rica, país que tiene mucha más cultura de música jamaiquina y, de hecho, inmigrantes jamaiquinos distribuidos por sus playas caribeñas y turísticas. El Salvador no tiene costa sobre el Atlántico y, contrariamente a lo que se podría esperar, tampoco cuenta con una comunidad negra importante.El ensayo es a las 20. Pero con el cantante llegamos al estudio diez minutos tarde, después de comprar unas cervezas Pilsener en latas de medio litro en una estación de servicio Esso (en mi caso, con esa rara sensación de hacer abiertamente algo que normalmentete está prohibido, pero acá no...). De todos modos, sólo esperan un par de los ocho. Alguien comenta que el trompetista avisó que no iría por otro compromiso. Alguno más aparece bastante más tarde porque se demoró en el trabajo. Y el baterista, a las 20.30, todavía está por armar su instrumento, ya que la sala es eso, una sala, pero sin nada seteado para que nadie ensaye. No obstante, apenas una hora más tarde, están siete de los ocho pasando "Freedom Sounds" para el recital de este viernes. Veinte segundos dentro del tema, y los viajes, las distancias, los trabajos extramusicales, los acentos, el cansancio, los debates sobre qué está bien y qué está mal, ya quedaron atrás. Después ensayarán una versión de la música del Tetris como la hace la Tokyo Ska Paradise. Y, claro, "Rudy" y "Monkey Man" simplemente para tener un standard "Three-Tone" en el que invitar a subir, el viernes, al curioso personaje argentino que se entrometió en la privacidad del ensayo. Más tarde, más cervezas en La Taverna, uno de los pocos lugares abiertos en la acotada noche salvadoreña. Ahí pedimos unos chops de cerveza que incluyen platitos de cosas que no alcancé a registrar, después de diez horas de mirar, escuchar y anotar y fotografiar todo en cuatro, no uno ni dos, sino cuatro sitios arqueológicos y un lago en un cráter volcánico en los alrededores de San Salvador. Después me preguntan si es cierto que Satélite hizo un show con una orquesta (!) y se confunden un poco con esto de que a Los Calzones los rudies argentinos no les tengan el mayor aprecio. Cuando les cuento un poco la historia, se miran y exclaman: "Igual aquí con Freeway!!" Parece que ese es el nombre de una banda que comenzó hace años como "grupo tributo Cadillacs". Al rato me dejan en el hotel y me encuentro en la puerta con dos compañeros de viaje, que salieron a fumar. Me cuentan que la cena, que me perdí, estuvo bien, pero que se aburren un poco y que no habían querido irse a dormir tan temprano, que estaban medio aburridos, pero que no había nada para hacer. Ya resigandos, se estaban terminando el último tabaco de la noche. Me preguntan dónde estuve, pero tengo claro que mejor me ahorro la explicación...