Por casualidad llegamos a Washington DC el día de los Veteranos, por lo que nuestra visita exploratoria a la zona de los memoriales y el mall de museos del Instituto Smithsoniano tuvo un ingrediente especial: toda una población de veteranos de las diversas guerras en las que los norteamericanos estuvieron involucrados en las últimas décadas. Que son muchas.
 De hecho, según se publicó en los diarios, andaba por ahí hasta un sobreviviente de la primera guerra mundial, de 101 años, si no me equivoco.
 


Cientos de veteranos forrados de insignias y con un look curiosamente motoquero se juntaron en la ciudad de los Bad Brains, Fugazi y Henry Rollins, para conmemorar la fecha. Caminaban por ahí; reconocían alguna cara o al menos alguna insignia y se detenían para saludarse. Compraban algo de memorabilia milica. Había muchos lisiados. Y muchos personajes que parecían homeless. O que se parecían a Willie Nelson.
 Y había muchísimas Harley Davidsons. Es que existe una íntima relación entre cierto perfil de ex combatiente y el aficionado a las motos. ¿Será que Harley Davidson les hace algún tipo de descuento? Quién sabe. En principio, Harley es LA moto americana; y estos muchachos son particularmente nacionalistas. Luego, las Harley son un icono más bien sesentista; y estos tipos, digamos, “maduraron” en esos años… Hasta ahí sabemos.
 También hubo algunos actos, discursos, música en vivo. Al pasar junto al memorial de Vietnam, noté dos cosas: 1. que entre los caídos, listados en el monumento, había un Daniel Flores. 2. Que un cantante country estaba haciendo un tema en el que proclamaba algo así como “Vos decís que esta guerra no es necesaria, yo te dijo que recuerdes cuando las torres cayeron”. El público parecía aprobar, satisfecho.
 A no más de tres cuadras, en la Casa Blanca, la situación era otra. Bueno, me refiero a los alrededores de la casa, no al salón Oval. Frente a la cara norte de la casa, a pocos metros de un solitario tibetano que golpea su pequeño bombo casi como un metrónomo, había (hay) una mezcla de carpa y pancartas conformando una estructura única. Es una especie de campamento decorado con horribles fotos de nenes víctimas de manipulaciones genéticas o de radiación o de quién sabe qué experimento letal. La responsable de semejante exposición y la habitante de tan curioso refugio es una tal Connie, gallega de la ciudad de Vigo (los fans de Siniestro Total recordarán el hit “Hey Hey Vigo” sobre esa ciudad con playa), que no lleva un día acá, ni dos, ni una semana, ni un mes. ¿Un año? Frío, frio… ¿Una década? Mmm, no, lejos. La mujer esta acampa, en protesta, frente a la Casa Blanca desde… 1981!!!
 
“Gran historia”, dirá cualquiera. Especialmente cualquiera con una relación aunque sea tangencial con el oscuro submundo del periodismo. La misma Connie tiene consigo una caja llena de fotocopias de artículos que se han publicado sobre ella en diarios como El País.
 Pero enseguida se encuentra uno con un problema insalvable, o casi: la mujer está básicamente loca. Algo sospechable ya por el mismo hecho de que lo que hace, pero, en todo caso, confirmable en cuanto se intenta entablar una conversación con ella, que luce un pin de “Free Palestina” e insiste a los gritos que los judíos son los más crueles de todos (cuando uno le preguntó si no intentaron sacarla de ahí por la fuerza en todos estos años).
 Después me cuentan que, por ley, tiene derecho a manifestarse y permanecer allí con su reclamo y nadie puede sacarla. Salvo, salvo, que abandone su puesto. Así sea por unos minutos. Por eso, Connie cada vez que va a buscar comida o a lo que sea que deba hacer, simplemente (simplemente?) tiene que dejar a un “voluntario” de guardia en su campamento. Y así lo ha hecho por 26 años. Es eso suficiente para molestar al centro del poder del mundo, sin que te puedan sacar del medio como quien aplasta un mosquito apenas con un manotazo reflejo? Así parece.
Ojalá los veteranos-motoqueros no pasen por acá.
tuve de viaje, entre otras cosas. Anduve más precisamente por El Calafate, pueblo patagónico, santacruceño, a km del glaciar Perito Moreno, imponente, donde cada taxista, remisero o guía tira un número distinto de las supuestas propiedades del Real Matrimonio K: "Este hotel es de ellos"; "este casino es del hijo", "tienen por lo menos siete hoteles"... En todo caso, felicidades a los K por la atinada inversión: El Calafate está invadido por españoles, entre turistas de otras nacionalidades, pero sobre todo de españoles.
a mañana esperaba que me atendieran en una fotocopiadora del Centro cuando noté que otro cliente apoyaba en el mostrador unas tapas de CD de la banda norteamericana Calexico, que seguramente pretendía reproducir, y que admiro desde mis tiempos  de disquero, allá por el año 2000. Ahí recordé que había olvidado mencionar acá el excelente show que estos tipos dieron en la Trastienda hace unos días. Si bien no llegaron para presentar su mejor disco (el último, para mi gusto, es medio flojo, siempre midiéndolo según el alto estándar de la banda), "los" Calexico (símtesis de California-Mexico) dieron un recital tremendo. Para los que no los conocen, hacen un rock "alternativo" tirando a acústico, cuyo sonido más característico tiene algo de Ennio Morricone con mariachi con Neil Young. Coleccionistas de vinilos y de instrumentos vintage. Qué más se puede pedir...
Por ejemplo, que el sábado último Satélite tocó en Rosario, en una nueva edición de las Bubamara, probablemente las mejores fiestas a las que se puede ir, que no sean en una casa particular sin fines de lucro. Estas tienen fines de lucro, pero también de diversión, y si bien no ponen casi ska ni reggae (se especializan en "música balcánica") la verdad es que generan un estado de ánimo casi siempre óptimo. Esta vez no fue la excepción así que tocamos ante un público rosarino poco menos que eufórico... Lástima que no ví más de Rosario (fue la cuarta oquinta vez que tocamos allá) que la fiesta Bubamara, porque llegamos ahí para probar sonido y nos volvimos a Buenos Aires después de tocar. Las Bubamara son organizadas por Germán, nuestro trombonista, junto con otros amigos de casi envidiable energía fiestera, que muchas veces nos han nvitado a tocar, aquí y allá, y que ahora se van a hacer la fiesta a Chile, nada menos.
3. Hablando de viajes satelitales, este viernes nos vamos al Chaco, aunque recién vamos a tocar el sábado. El show, una especie de festival, es con Flavio y su Mandinga, así que ya sabemos que estaremos entre amigos. Ahora, el viaje es más largo y loco que el de Rosario: 14 horas de ida y 14 de vuelta Buenos Aires-Resistencia... Próximo plan: una fecha gratuita, en noviembre, en Buenos Aires. Veremos si se concreta.
La portavoz de la Cancillería confirmó que el pedido será parte de una requisitoria de cinco territorios marítimos que se hará antes de mayo de 2009, y que cubre una extensa área de la Antártida británica cerca del Polo Sur.
Pero no le encontré ni la vuelta ni el gusto a los sistemas tipo Soulseek. Me parecieron tan prácticos como fríos y aburridos. En cambio, le tomé muy rápido simpatía a los blogs. Me dí cuenta que tener absolutamente toda la música del mundo a mi alcance era más o menos como... no tener nada. Porque cuando se va a una disquería, la gracia es dar vueltas, buscar; no encontrar todo con sólo ingresar un nombre... Por eso, en los blogs, en cambio, la experiencia sí que era más parecida a estar en una tienda donde el stock es finito y las sorpresas pueden aparecer en cualquier momento. Y a veces directamente no hay nada nuevo ni que valga la pena y uno se va igual que como entró: sin ada. Y está bien.