Hablemos de las elecciones.
Hace una semana detecté en una librería de Florida, Vicente López, donde se venden algunos vinilos usados, una copia de The Madness. Edición nacional. 1988. 200p.
Tuve ese disco grabado en un TDK. Y a pesar de mi debilidad, obvia, por Madness, siempre lo subestimé, nunca le presté atención. Ojo, creo que esto le pasó también a la misma banda: rara vez vuelve la mirada atrás para recordar nada de este disco.
Quizás tiene que ver con que mi grabación no era tan buena. Tan poco he considerado este disco que ni siquiera lo compré en esta nueva oportunidad. A los tres días le pregunté a Cotter qué pensaba y me mandó a buscarlo, sin dudar.
Cuatro días después volví a local no exactamente por el disco sino debido a un compromiso. El vinilo estaba exactamente en la misma batea y en el mismo arriesgado primer lugar donde lo había dejado una semana antes. Pagué los 200 pesos.
Llegué a casa y lo puse. Tal como imaginaba, el delgado vinilo argentino de los 80 no era ninguna maravilla. No era uno de esos vinilos por los que los apologistas defienden al viejo formato. Pero la grabación, en sí, tiene sus momentos. Incluso tiene algún vestigio “jamaiquino” que no recordaba para nada de las contadas veces que escuché The Madness en cassette.
Milagrosamente, la edición nacional incluye una buena cantidad de “liner notes” o créditos. Vienen bien porque prácticamente cada canción está tocada por un ensamble diferente. Lo que da cierta idea de la inestabilidad del grupo por esos años.
Los fans de Madness que lean esto dirán: “¿¡¿y este gil recién se entera?!?” Y tengo que reconocer que sí, no soy muy detallista con las grabaciones, las formaciones, las fichas técnicas. Para peor, tengo pésima memoria. Y, encima, no soy completista: no tengo “todo” de “nada”. Ni siquiera de lo que me interesa mucho. Básicamente porque casi nunca busco discos para completar una “colección” sino que espero a que “aparezcan”.
Esto tiene una desventaja obvia: la ignorancia respecto de tantos asuntos y las lagunas insólitas en mi discoteca. Y una ventaja: por ejemplo, en este caso, se podría decir que hace años tengo ahí, esperando, un disco de Madness “nuevo” para escuchar en el momento que así lo decida.
Así que un día volví a escuchar The Madness. Pero, la verdad, siento que no lo había escuchado nunca.
Antes hablaba de los créditos. Bueno, recién me entero que Jerry Dammers grabó varios de los temas. Y donde no está Dammers, está Steve Nieve, histórico ladero de Elvis Costello. Hay un tercer tecladista llamado Roy Davies, en algunos tracks. Engimáticamente, el disco está dedicado a su memoria. Parece que murió entre la grabación y la publicación del LP.
Y está Bruce Thomas, el bajista también de los Atractions de Costello! Y los vientos de Potato Five. Y Dick Cuthell, de Specials. Y Falconer, de UB40.
Me siento medio salame de estar comentando un disco que la mayoría de ustedes quizás conozcan de memoria. Pero, bueno, así es la cosa.
El lado 1 no me mató, sinceramente. El lado 2, en cambio, me gustó muchísimo. Lo puse una y otra vez. Me llamó la atención que, lejos de lo que recordaba, varias canciones están a la altura del repertorio madnessiano. San Barson me perdone: entre Steve Nieve y Jerry Dammers, no se puede decir que se extrañe tanto al tecladista histórico de los Nutty Boys.
Es así, Barson no está en este disco, que no es “exactamente” de Madness, sino de “The” Madness. Tampoco están Bedders ni Woody.
“No besen a la novia” es mi tema favorito. Realmente podría sonar en cualquier compilado de Madness. Casi me suena a Dangermen, el momento de mayor reconciliación de la banda con Jamaica. “Canción en rojo” da un poco “Michael Cane II” (lo cual es realmente algo muy bueno). “El cuerno de David”, en cambio, es tan pop radial… Es de esos temas ochentosos que no envejecieron bien, un poco por la bata y los teclados, otro porque se escucha a una banda poniéndose un traje que les aprieta por todos lados. Curiosamente… igual me gusta. Pero me cuesta entender por qué a algunos fans de Madness puede llegar a agradarles esto a la vez que se indigestarían con un disco de, qué se yo, A Flock of Seagulls.
Otra particularidad del disco, me parece, es que Chas canta prácticamente tanto como Suggs. De hecho, por momentos Suggs parece tímido, aunque en un momento del lado A se manda con un rap, quizás no con los mejores resultados.
La influencia de Bryan Ferry y Morrissey es notoria. Mucho más que la de Prince Buster!
“Te pronuncio” es el single. Como tal, debe ser uno de los más flojos en la brillante historia de Madness. “Mavilloso” tiene unos lindos teclados de Nieve y una batería electrónica digna de Depeche Mode, por momentos.
Es casi gracioso que se diga que este disco fue algo así como “un nuevo comienzo” para los “ex Madness”. El gran cambio es que le agregaron el “The” al nombre! Y como nuevo comienzo duró poco: no hubo más noticias de “The Madness” y sí una vuelta en serio de la formación original.
Así y todo, The Madness es más que una mera curiosidad en la discografía de Madness. Cotter tenía razón. Cotter siempre tiene razón.
Si entrás en un lugar y está sonando lo que parece ser una versión reggae de "Time of the Season", de los Zombies, ¿qué puede salir mal?
No era un show más. Ninguno lo es este año para Satélite Kingston (sin la voz de Araceli, que acaba de ser mamá). Los 20 años, que estamos cumpliendo, nos tienen más… sensibles. Pero, además, era la primera Ska Unity, que tampoco era una fiesta más.
Mientras tanto, Martín Cueto, histórico de Satelite-In-Blog, estaba en las bandejas de Niceto. Mariano de Sombrero Club, otro agitador de Ska Unity y otro habitué de los primeros shows de Satélite Kingston, contaba que volvía a México, adonde ya viajó para tocar varias veces un repertorio de Sombrero, pero con backing band local. Y Cari, de Espías, decía que “no podía faltar” en esta fiesta. Espías tiene aún más años que Satélite y Cari ha sido una de las personas que más empujó por reunir de manera colaborativa a bandas no sólo de Argentina sino de toda América latina, desde hace años.
Faltaba alguna gente, algunas caras, eso sí. Hay una parte del público “ska” que quizás no se siente cómoda en Niceto. Los entiendo, aunque no comparto del todo. Hay distintos tipos de lugares y se puede tomar lo mejor de cada uno en distintas situaciones. Eso pienso. En esta fiesta se “copó” un lugar para el ska, en sus propios términos, aprovechando lo mejor que nos podía dar y haciéndolo propio. Aunque también sea espectacular que se armen otras historias de manera ultra independiente, como lo que ocurre últimamente por Avellaneda y ni hablar de todo lo relacionado con la Cultura del Barrio o los shows de Staya. Su trabajo de años forma parte de la base que sostiene algo como Ska Unity, directa o indirectamente. Eso me parece a mi, que no organicé Ska Unity ni tampoco me doy mucha maña para organizar nada.
Creo que en Ska Unity efectivamente se reunió gente con mucho en común, que en algunos casos nunca había hecho nada junta (si bien Hugo tocó durante los primeros tiempos en Satélite, Satélite tocó sólo una vez o dos con Dancing Mood), muchísimo menos sobre un escenario de esas características y dimensiones y ante tanto público. Lanzar un compilado de bandas nuevas al mismo tiempo que Satélite cumple 20 años y Skabu Simbel vuelve a tocar... Todo indica que algo está pasando. Si esto funcionó así… ¿qué queda esperar para lo que se empezó a anunciar ahí mismo, esa misma noche, en Niceto? El segundo capítulo de esta historia va a ser el 29 de septiembre con… BAD MANNERS.
Después de algunos cambios de formación, el grupo, fuertemente instrumental, encontró una especie de cuarteto ideal, en guitarra-bajo-teclado-batería, y no hizo más que afilar su estilo, dominar las influencias y, curiosamente, al mismo tiempo sonar cada vez más personales y distintos. Unos días atrás, mostraron en el Salón Pueyrredón su sonido más actual, que combina las bases early reggae y rocksteady de siempre con melodías memorables y una renovada pátina “espacial” y psicodélica de sintetizadores, efectos e influencias, para muchos inesperadas, como Kraftwerk, The Cure y el post punk.
K-Básicamente tuvimos muchos problemas técnicos y con el sonido. Además de escucharnos muy mal. Toda esa mezcla nos amargó bastante porque nunca entendimos si lo que sonaba afuera era lo que queríamos o no.
SIB -¡Hasta metieron una versión de Krafterk! Me pregunto por qué lado les interesa Kraftwerk. ¿Escuchan esa música o simplemente les gustó el tema, de manera aislada, y lo incorporaron?
SIB -La experimentación puede ser todo un desafío para el público. Hay mucha gente que “escucha” reggae, pero no tanta que conoce realmente del tema. De esa poca gente que escucha reggae “en serio”, es menos aún la que sabe de early reggae. Y de esa minoría, tan acotada, que escucha early, ¿creés que tiene margen como para dar la vuelta y “entender” Kraftwerk (por ejemplo) también? O al menos disfrutarlo…
Los Aggrotones, discografía completa
Viernes 9 de junio de 2017, Brooklyn, NY
Terry Hall sigue con su show aparte. Se presenta: “Hola, mi nombre es Terry Hall y soy maníaco- depresivo”. Uno podría pensar “exagera, hace un papel”. ¿Pero qué pasa cuando llevás casi cuarenta años haciendo el mismo unipersonal? Más que una actuación es el rol que te permite funcionar en el mundo, el angosto espacio que encontraste para circular en esta vida. La mayoría de los maníaco-depresivos calculo que nunca encuentra esa brecha. A este, dentro de todo, le fue bien. Así está, pantalón y camisa negros, encorvado y panzón. Robert Smith fumado. Prácticamente inmóvil. “Antihéroe” sería poco. La copia negativa de la estrella de rock. Y así y todo, la ecuación le funciona. Esta ecuación le salvó la vida, eso es oficial. En algunos pasajes hasta parece entreverse que así lo entiende él mismo, que por eso aguanta estar ahí, a pesar del dolor inexplicable, que, cuando se transparenta, conmueve.
You Are Wondering Now. Veo la lista en el monitor de Lynval. Es un spoiler, esto se termina. Now, you are on your own. Afuera, Brooklyn, un lugar extranjero. Caminar despacio hacia la estación de subte. El álbum está casi completo, quemen el álbum. Specials.


