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  • Ser padres (ska) hoy

    Ah, el periodismo participativo... Esto sí que fue un buen ejemplo de comunidad multimedia 2.0: una persona a la que conocí simplemente por comentar más o menos seguido en este blog, termina haciendo una crónica con texto, fotos y hasta video del regreso de los Specials. Eso debería ser el futuro de este blog...

    Aclaremos que las empresas periodísticas tradicionales de este país en este mismo momento están gastando fortunas para lograr algo así. Acá no costó mucho más que una cerveza que tomamos hace un tiempo con Chikito en un pub de Londres. Y pagó él!

    Pero quería hablar de otra cosa. En su crónica del show de Specials, Chikito comentaba sobre los viejos rude boys que había visto en el público. Y sobre este fenómeno escribió también el comediante-DJ-historietista británico Phill Jupitos, que además es fan de los Magníficos de Coventry, y cubrió uno de sus shows para el Times Online. Cuando lo leí enseguida pensé que a ustedes les gustaría.
    Así que acá va una especie de traducción de la nota. Talkin' bout my generation...


    Por más de tres décadas, los shows de música en vivo han sido las situaciones en las que más feliz he sido. Y a medida que crezco, atesoro la sudorosa intimidad de un concierto. Las bandas van y vienen, pero los gigs son siempre iguales. Los baños siguen estando sobrepoblados, la cerveza es demasiado cara, los patovicas son mala onda y la música es demasiado fuerte. El único cambio es que las remeras que se venden parecerían haberse achicado. Pero me siguen encantando…

    old.jpgAsí que vamos a la primera noche del tour reunión de los Specials en Newcastle. El local estaba repleto de un nuevo subgénero cultural al que yo llamo “los papás ska” (“ska dads”). Tipos que a principios de los ochenta bailaban en conciertos de Madness, Bad Manners, The Beat, The Selecter, The Bodysnatchers y, por cierto, los mismos Specials.

    Estos hombres han envejecido y han tenido hijos. Chicos a los que ellos quieren infectar con los mismos ritmos de su juventud. Durante los setenta y los ochenta, los únicos papás que veías en un recital de rock estaban afuera, parados junto a un Volvo familiar esperando que sus transpirados hijos salieran. Hoy, en cambio, ya es costumbre ver padres sonrientes moviendo el pie en el fondo de un show mientras sus chicos encaran para adelante, sino para hacer mosh al menos sí para huir del papelón de quedarse con mamá y papá.

    Yo mismo intenté imponerle el ska a mis hijas mientras las llevaba en auto al colegio. Les ponía un muy cuidado compilado en el stereo del coche. Pero en cuanto comenzaba a sonar “Phoenix City”, de Roland Alphonso, las nenas protestaban: “Papaaaaaaaaa, no nos gusta el ska!” Las cosas se pusieron peor cuando apresuradamente compré un palco en el Albert Hall para ver a Madness. Ahí, mis hijas respondieron a este otro brusco intento quedándose dormidas durante “House of Fun”. Y esa es una historia real.

    Algunos Papá Ska se han dado cuenta que cuando engordás y perdés el pelo, el look skinhead es perfecto. Simplemente tenés que conseguirte Fred Perrys y Ben Shermans bien grandes, unos Levis extra large, mocasines y listo. Los góticos pelados y gordos sencillamente no van. Los mods con exceso de peso no se ven bien en sus trajes. Pero con un skinhead gordo está todo bien. Aunque lamentablemente algunos adultos gordos y pelados pretenden hacerse pasar por skinheads de siempre porque vieron “This is England” y se compraron un box set de Trojan, a pesar de que los únicos shows a los que fueron en los ochenta fueron de Thompson Twins y Billy Ocean. Ustedes saben quienes son.

  • Exclusivísimo!: Musica de Los Specials

    Texto, fotos y video por Chikito

    Especial para Satélite-in-Blog desde UK


    Tras los largos meses de espera para este histórico espectáculo, simplemente todo estaba predestinado para que una noche perfecta. Antes que nada, tenía que encontrarme con mi amigo Jorge, que venía desde Barcelona casi exclusivamente para el evento. Mientras estaba esperando el tren en la plataforma, me sorprendió el siguiente texto en mi celular, enviado por Ticket-Web: “This evening’s Specials event is unaffected by last night’s postponement of the same event at the O2 Academy Brixton and will go ahead as scheduled" (el evento de Special de esta noche no se ve afectado por la cancelación del de anoche...) Por unos segundos mi corazón se aceleró, pero no había nada que temer, por suerte. Qué carajo había pasado la noche anterior es algo que ni quería averiguar; ¡me sentía muy contento en mi ignorancia! Sin embargo, luego Terry se encargaría de pedir disculpas por lo sucedido: al parecer tuvo una infección en la garganta (anginas, supongo) y los médicos le recomendaron descansar.

     

     



    Terry Hall es un personaje único. O tal vez diría que creó un personaje pocas veces visto, lo cual me cae muy bien… y confieso que fui dispuesto a observarlo. Ya desde el primer instante, al ver caer la tela traslúcida con los primeros acordes, la banda arrancando a pura energía, el publico saltando en absoluto delirio... ¿Y Terry? Sentado al pie de la batería, quieto, con la mirada perdida en el suelo, como si nada de todo esto estuviese pasando. Luego se levanta, camina lento hasta el micrófono y comienza su show. Durante la hora y media, por momentos da la impresión de que está incómodo ahí arriba, camina, va y viene, no se queda tan estático como pareciera. Increíblemente, entre tema y tema es uno de los que más habla de la banda. Hace chistes muy raros, poco entendibles, habla de fútbol, patea una pelota al público y hasta casi se emociona en el momento en que especialmente agradece y comenta que es un tremendo honor para ellos estar festejando sus 30 años con este tour. Algo que también Lynval no paraba de recordarnos, que esto era sobre todo una celebración, un cumpleaños.


    En cuanto a la música, ¿qué puedo decirles que no sepan o que no hayan visto en youtube? Creo que casi nada. Tocaron todo el primer disco menos Stupid Marriage. Del segundo dejaron afuera varios más, y luego tocaron todos los súper clásicos, como solían hacerlo en vivo tres décadas atrás… Ghost Town, Skinhead Symphony y alguna que otra más. No faltó ninguna de las que todos conocemos.


    El estadio, muy bueno, cómodo, del tamaño justo; se ve bien de todos lados, y una de las cosas que más disfruto de este país: la prohibición de fumar en lugares cerrados, lo cual se cumple en un 99.9% (¡vi una sola persona fumando!). La banda soporte que tocó se las debo. En un momento me acerqué a ver de qué se trataba, pero no tuve paciencia – lo siento! Opté por tomarme unas birras en el hall de entrada, decidiendo qué remera comprar, observando personajes, charlando, etc.


    El público fue bastante heterogéneo, como suele serlo en estos shows. Por supuesto, había gente muy jóven, pero eran la minoría. Me animaría a hacer la siguiente división entre los asistentes: los que ya habían visto a la misma banda hace 30 años y los que, como yo, estaban debutando. Por supuesto, entre los primeros figuraba el típico rude boy inglés (en cantidades industriales, claro), también el skinhead, mod, punk, y otras tribus, la mayoría compuesta por muchachos rondando los 50 años – felices como fans!


    Si se preguntan por el título de este post, los invito a ver las fotos y descubrir que no es un invento mío. La misma frase está impresa en una de las remeras del merchandising oficial de la banda. Muy llamativo y cómico por cierto.


    En conclusión, Los Especiales no me defraudaron en lo más mínimo. Lograron lo que no pensé que lograrían, y esto fue hacerme olvidar de la lamentable ausencia de Jerry Dammers. Ojalá esto no quede acá y podamos ver pronto a la banda completa y por qué no tener un disco nuevo. Total, soñar no cuesta nada…

  • Lo que importa es la cerveza del Pescador de Schiltigheim

    La verdad es que no sé cómo logró colarse entre Skatalites, Adolescents, Chet Baker, Lee Perry y Pavement, pero de algún modo "Cuarteto Cedrón Canta a Raúl González Tuñón" un día, hace unos diez años, aterrizó en mi casa. Milagro.

    Y no es que yo estuviera en proceso de "descubrir el tango". Es más: ni aún hoy me llegó esa "fase" que, al parecer, a todo el mundo (nacido más o menos por acá) lo espera en un recodo de la vida melómana. Aprecio el tango, por supuesto, pero no podría decir que lo escuche.

    Sin embargo, este disco en particular lo logró. Como un tenista que debuta ganando diez torneos al hilo, se colocó rápidamente entre los cinco discos que más me emocionan del mundo. Y, entre nosotros, lo cierto es que ni siquiera sabría decir cuáles son los otros cuatro...

    Para presentarlo un poco digamos que se trata de un disco del Cuarteto Cedrón, es decir del grupo del Tata Cedrón, músico argentino que residió muchos años en PArís, aunque ahora, o hace unos tres veranos, regresó a vivir en la Buenos Aires Sur que bien cuenta su música urbana y adoquinada. Esta grabación, de hecho, la registró en Francia. Y tiene un concepto: Cedrón acá musicalizó poemas del recontraporteñísimo poeta Raúl González Tuñón, el de los ladrones angelicales, el de la calle del agujero en la media, el de los marineros y el de los compadritos que aman a su madre; el de los delincuentes sensibles.

    Detrás de una tapa poco prometedora, Cedrón, que luego musicalizaría a Cortazar, hizo un trabajo sublime. Especialmente en "La cerveza del pescador Schiltigheim", que es sencillamente la canción más hermosamente melancólica en la que puedo pensar, al menos en español (digo, ahora que me acuerdo de Leonard Cohen). Si no es que ya abandonaron aterrados este post, hagan un pequeño esfuerzo y sigan:


    Y una moral ligera, vale decir, andar con gitanos alegres
    y dormir en un puerto un ocaso cualquiera y en otro puerto y otro
    y andar con suavidad y con desenvoltura de fumador de opio.
    Para que a cada paso un paisaje o una emoción o una contrariedad
    nos reconcilien con la vida pequeña y su muerte pequeña.


    Para que un día nos queden unos cuantos recuerdos: decir, estuve,
    estuve en tal pasión, en tal recodo. Estuve por ejemplo,
    en la feria de Aubervilliers una mañana, con un trozo de asado,
    una amistad tranquila, la mesa clara, el perro, el buen hablar
    y afuera, las verduleras de París chapoteando con los zuecos en la nieve.


    Para que bebamos la rubia cerveza del pescador de Schiltigheim
    es necesario no asustarse de partir y volver, camaradas.
    Estamos
    en una encrucijada de caminos que parten y caminos que vuelven.

    Consejo de no-experto: leer. Después, volver a leer más despacio. Y después leer una tercera vez. La imagen del "trozo de asado,
    una amistad tranquila, la mesa clara, el perro, el buen hablar"
    no es algo que se te pase así no más ni en esta vida pequeña ni en su muerte pequeña.

    Nada más lejos de la música de la que hablamos siempre acá. Pero confío en que sepan apreciarlo de la misma manera en que confío en que todos ustedes son buena gente.