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  • National Geographic para rude boys (& girls)

    Buenas, este viernes 16, a las 21, toca la banda Angela Tullida en el Centro Cultural San Martín, gratis! Los que disfrutan con las canciones de Nick Cave, Tiger Lilies, Scott Walker, Calexico, Cedron, Sisters of Mercy, De la Púa, Ivan Rebrof, Tindersticks y más, harán bien en no perderse este show del talentoso sexteto de guitarras, violines, percusiones, bajo y teclas. Miren, acá hay una foto.

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    A los que les gusta Satélite Kingston, bueno, yo tocaré tres temas en el piano con ellos, mientras su verdadero tecladista, Franco, le da duro al acordeón. Así que, insisto: gratis!

     

     

    Por otra parte, acá al lado hay nuevas fotos de Sudáfrica y de Recife. No sé bien qué pasa con la "presentación", porque no se ven come me gustaría, por lo que conviene mirarlas en modo "slideshow". Ud. preguntará: ¿Y a mí qué me importa? Y yo me pregunto lo mismo, y, la verdad, no consigo encontrar respuesta más allá de la difinición reciente de alguien que se hace llamar 48 horas, aunque la voy a adaptar un poco: Al fin y al cabo, este blog es National Geographic con ska de fondo.

     

     

  • Fiesta este sábado...

    Estimados,

    este sábado, 10 de junio, postpartido de Argentina, pondré unos discos en un bar muy bueno llamado Zanzibar, en lo que podría hasta considerarse una fiesta y... Gratis!!

    Es en el marco de un ciclo llamado La Mecha Corta. El sábado pasado estuve y se puso muy bueno. Así que, quién sabe, por ahí este sábado ocurre lo mismo.

    El dato es este: ZANZIBAR, San Martín 986

    23.30 hs. / GRATIS

    habrá reggae, dub, dancehall, (nada de forró!) y todos los etc en patois que se pueden imaginar...

     La barra del bar es realmente muy buena; el staff, amigable, y el sonido, más que decente. Así que realmente espero que podamos juntarnos por ahí, y hablar en directo en lugar de escribir en el coso este.

    Saludos

  • Forró & forros

    El aire en Recife es espeso. Quizás eso cause estas cosas. Hace un rato estaba en Acasa Pub, un bar de forró en vivo, en esta ciudad del nordeste brasileño. Tengo que decir que no me estaba diviertiendo precisamente. Había un banda y muchísima gente. Bebida un poco cara y demasiado calor. Música de acordeon y triángulo, el forró sencillamente no me gusta. Así que hacía un poco de tiempo hasta cansarme lo suficiente como para volver al hotel. En eso, pasó lo de tantas veces: se abrió una especie de Ground Zero en medio de la pista y todo el mundo empezó a gritar cosas que no comprendí. Había un pelea, obvio, quién sabe de quién contra quién. Ya lo vieron: en todos los shows de punk rock pasa lo mismo (así dijo Elvis Costello una vez que dos se pelearon en un show suyo en Washington DC). La cuestión es que los hombres de negro entraron rápidamente en acción y se llevaron (no sin bastante trabajo) a los iconoclastas forreros de siempre. El líder-cantante de la banda de covers arengó pidiendo que estos tipos no vuelvan más.

    De hablar portugués, les hubiera dicho que quizás era culpa de ellos por tocar covers tan feos: eso evidentemente irrita al público al punto de cometer locuras. Pero no dije nada y esperé a que la cosa afuera se calmara (pasó un largo rato) para irme.

    El forró suena por todas partes acá. O el forró o el frevo (digo bien?) Bruno, cómo se dice?), que es la música del carnaval de Olinda, que a la vez es el carnaval tradicional de acá, que se parece más al de Bahia que al de Río. Se festeja justamente por las calles de Olinda, que está pegada a Recife pero es una ciudad distinta,con un 25 % de superficie protegida por la Unesco por sus edificaciones históricas de alta cotización cultural. Y el frevo te lo tocan incluso junto a la cinta donde recogés tu equipaje en el aeropuerto. Como si en Ezeiza te cantarán "Mi Buenos Aires querido" mientras reclamás por una valija perdida...

    Todo bien, pero el forró y el frevo... No son gran cosa, no? Y encima hacen que la gente termine a los botellazos, y que los viajeros más bien pacíficos quieran huír a su hotel lo antes posible. O es eso o es el aire espeso de Recife. Una de dos.

  • Rude Boy Poker Showdown (Poker cool II)

    medium_race_card_poker.jpg(continúa del post anterior)


    El salón de convenciones está dividido en dos con unos cordones de seguridad. De un lado, catorce mesas de reglamentario paño verde; del otro, sillas, una barra, un buffet, mozas de tacos y polleras cortísimas, y una pantalla gigante donde se verá luego la final en directo.

    El espectáculo de las rondas clasificatorias, los cuartos de final y la semifinal es curioso. Las partidas duran de una hora y media a dos (el sistema de luz, apuesta inicial,cada vez más alta garantiza cierto ritmo). Las mesas están a varios metros del público del otro lado del cordón, por lo que apenas se adivina qué sucede, salvo cuando algún participante gesticula en forma demasiado evidente porque es eliminado o gana. La banda de sonido es un constante ruido de fichas en movimiento. Y, cada tanto, algún jugador corre hacia el cordón para comentar con sus amigos, ya retirados o en una pausa, la última jugada, esa escalera inesperada o esa reina salvadora. Todo, eso sí, en una jerga excluyente entre muecas de asombro, incredulidad y excitación. 

    Después están los pequeños duelos personales. Como el del argentino de camiseta negra y arito con el brasileño de buzo de rugby, gorra y anteojos de sol. Probablemente con unas cuantas horas de truco en su currículum, el argentino tiende a desviar la atención del paño y hacer señas de que no tiene suerte. "Es-toy-muer-to", dice para que le lean los labios, y discute cada decisión de los jueces, como muchos de sus compatriotas en otras disciplinas. Pero el brasileño no se deja perturbar y le saca hasta la última ficha.

    El argentino no debería sentirse tan mal: perdió contra Fernando Albuquerque, que en un rato va a salir campeón y se llevará a San Pablo 226.000 dólares, un trofeo y un buen anecdotario. Después de doce horas, a la 1.30, en la mesa final, Albuquerque ya se deshizo de otros cuatro brasileños, un argentino, un uruguayo y un chileno. Disfruta tranquilo detrás de los anteojos oscuros y la muralla de fichas mientras el último de sus compatriotas, de buzo Abercrombie verde y amarillo (al que los argentinos, ya sin nadie por quien hinchar, bautizaron Ronaldinho), resiste como puede. Hasta que, agotado y sin esperanzas, Ronaldinho se juega todo en una mano imposible y cae. No es para tanto: por salir segundo, se llevará una buena suma, además de la inscripción para jugar en Las Vegas y pasajes y gastos pagos para dos personas, igual que el chileno que quedó tercero. Las primeras palabras de Albuquerque, cheque gigante bajo el brazo, no sorprenden después de horas de encierro y juego: "Disculpen, pero tengo que salir a fumar". 

    Se difunden prácticamente de boca en boca. Así y todo, a cada uno de estos torneos llega un 10 por ciento más de jugadores que al anterior. "Todos quieren salir en la tele -observa Cristian, cancherísimo-. Bueno, todos menos los argentinos, que son caretas . Juegan muchos, pero pocos lo dicen. En Estados Unidos, un buen jugador no es menos que... no sé, un ingeniero. En Argentina no podés ni decirlo. Pero vas a ver que ahora te vas a empezar a enterar de más y más gente que está en esto."

  • Poker cool (primera parte)

    Difícil imaginar alguien más alejado de cierto estereotipo de jugador de póquer profesional. Porteño, treintañero, pelilargo, entre adormecido y alerta, entre distraido y astuto, Cristian (que no se llama así ni quiere que trascienda su verdadera identidad) llegó el sábado último al torneo de póquer que organizó el hotel Conrad, de Punta del Este, con barba de varios días, jeans de corte moderno, zapatillas blancas y buzo con capucha, más producido como para ir a bailar.

    Tuvieron que llamarlo varias veces para que finalmente corriera a ubicarse en su mesa (de rodillas sobre la silla) en la primera ronda de la jornada. ¿Quién diría que es el mismo que embolsó acá hace algunos meses más de 150 mil dólares en unmedium_dog_poker.jpg torneo parecido? Sin duda, sus adversarios no se dejan llevar por las apariencias y más de uno lo señala, por lo bajo, como uno de los mejores. Y él, cuando se le pregunta qué hace aparte de jugar a las cartas, mira fijo y responde: Yo vivo de ésto.

    Es uno de los 121 argentinos en el total de 303 jugadores (unas treinta mujeres), que volaron a Punta por el Gran Torneo Internacional de Poker, clasificatorio para la World Serie que se disputará en julio próximo en Las Vegas. El resto de los lugares los ocuparon 182 brasileños más algunos uruguayos, paraguayos y chilenos. Cada uno pagó 1000 dólares de inscripción (y 1000 más en caso de ser eliminados y querer reengancharse) tentados por los 350 mil en premios, por la clasificación para Las Vegas (con vuelo a Estados Unidos incluido) y, claro, por el desafío de ganarle a algunos de los más hábiles del Mercosur.

    Globalización real

    Hay un antes y un después de las transmisiones de póquer por el canal deportivo ESPN, que justamente le dieron exposición global a la Serie Mundial de Las Vegas, donde todos quieren ir, así como todos los futbolistas sueñan con meter un gol en Alemania. Y en torneos como el del Conrad se nota que muchos de estos jugadores pasaron horas mirando a sus colegas norteamericanos, tanto que se mimetizaron con su look de ropa sport a directamente deportiva, gorra de béisbol y anteojos oscuros (aunque el salón no tiene siquiera ventanas). Hay camisetas de fútbol, el infaltable modelito con frase en italiano (La squadra sta crescendo) y hasta una remera del espiritual maestro de la guitarra Santana.

    "Estos campeonatos existen desde hace cien años, pero lo de ESPN pontenció mucho toda la movida del póquer –explica Brian Hunter, director del torneo–. Hay cada vez más participantes y cada vez copian más lo que ven en televisión, como las gorras, los lentes negros o los auriculares."

    A pesar del engañoso nombre, Brian Hunter nació acá cerca, en Maldonado, pero vivió varios años en Nueva Jersey, donde se familiarizó bastante con las cartas. Experto, explica que parte de esta moda póquer tiene que ver con una estrategia para ocultar el juego, disimulando por todos los medios cualquier expresión autodelatora. Al extremo de escuchar música con un reproductor de MP3, para distraerse y no traicionarse al mirar las cartas recibidas.

    Pero lo de la cara de póquer es un mito. U otra tradición superada. Lejos de permanecer inmutables, algunos jugadores optan por exagerar entusiasmo. Anuncian que apuestan todo y se levantan de su silla aparentemente ansiosos, como si fuera inevitable que en instantes levanten todas las fichas de la mesa, aunque en verdad su única chance de ganar es que, intimidados, todos los demás pasen.

    Como en Las Vegas, en numerosos sitios de Internet y en ESPN, (y también en Celebrity Poker Showdown, el programa en el que apuestan famosos, del canal Sony), acá se juega Texas hold’em, la modalidad de póquer más común hoy, especialmente en casinos de los Estados Unidos. En términos muy simplificados, se caracteriza por repartir dos cartas a cada participante, que debe armar juego con otras tantas cartas descubiertas y compartidas sobre la mesa.

    "En este tipo de campeonatos hay más azar que habilidad", opina Cristian, pocos minutos antes de dar pruebas de su afirmación: favorito de la legión argentina, es el primer eliminado de la rueda clasificatoria, sin importar los 150 mil que ganó antes. "Juego muy agresivo", dice, después de hacer el clásico gesto del degüelle moviendo la mano derecha de lado a lado de su cuello.

    (continuará)