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  • Y siguen las firmas

    Felices 300 comentarios, Cueto, Sala, Salas, Brass, Cotter, Chalaman, Picas, Ariel, Pollo, Leandro, Juan Pablo, Chikito, Fatty, Rudy King, Mariano TP, Magt, Denis, etc, etc, etc...

  • The Crabs Corporation

    Cada tanto alguien reflota acá el nombre de Sonora Brixton, así que ya viene siendo hora de presentar a los herederos de tan bien recordada banda (mejor de lo que fue apreciada en su momento, curiosamente).

    El proyecto se llama The Crabs Corporation y se formó exclusivamente con cuatro ex Brixtonians, dos de ellos activos escribas de este blog: Visón, en bajo; El Mudo, en batería; Rudy King, en guitarra; y… bueno, yo, a7825c58fb464f76c7ebf90f361929d5.jpgDaniel, en teclados. Cada uno de ellos (o de nosotros), con años y años de tocar una u otra cosa en el mundillo ska de acá.

    La banda arrancó justamente en el instante en que Sonora Brixton se detuvo. Y partió básicamente de una larguísima sesión de estudio en la que se hizo una veintena de temas mayormente de reggae instrumental con el inestimable aporte de Patrick, en el saxo.

    Luego, Rudy King, como cualquier atento lector sabe, migró a la Península Ibérica, por lo que nunca se pudo tocar ese repertorio en vivo.

    Bastante tiempo después, Visón y El Mudo terminaron de mezclar un puñado de aquellos tracks, que ahora están listos para ser compartidos con el resto del mundo. De hecho, The Crabs Corporation hizo su debut en público (pero no tocando) en el meeting Satélite-in-Blog de Alabartola, en diciembre, y con la aclamación (de sus propios integrantes) popular.

    En fin. Todo esto para decir que ya está en pleno funcionamiento el Myspace de esta noble banda: www.myspace.com/thecrabscorporation 

    Es raro: hasta donde sabemos, nadie se dedicó a tocar, en Buenos Aires, este tipo de reggae después de Sonora Brixton. Así que, bien o mal, supongo que alguien tenía que hacer el trabajo sucio...

      

  • Papá Ronnie - segunda parte

    La etapa solista como Ronnie Montalbán vino enseguida después de Los Tammys. No sé en qué términos fue la separación, pero tengo una foto de promoción de la banda, ya con el reemplazo de mi viejo y con el nombre Los Tammys Twist, en la que alguno le escribió la frase “Ya no estamos más juntos”. Con Ronnie Montalbán intentó aprovechar lo que había generado con Los Tammys y, de entrada, no le fue mal. Sí sé que después le fue mal con unas versiones de los Beatles en castellano. Serían malas las traducciones o habrá pensado que cualquier pelotudés que hiciera iba a garpar, pero se lo comieron los tiempos; llegaron Litto Nebbia y otros que marcaron otro camino, más comprometido. Digamos que él no puso el final sino que el final se le vino. A los 24 años ya había largado la música. Mis viejos se separaron antes de que yo cumpliera dos años. Por boludeces, por falta de cintura para manejar una situación familiar. Cometieron un gran error: cuando se casaron, vivieron en una casita contigua a la de una tía de papá. Desconocieron esa ley no escrita que dice que si te casás no tenés que vivir con parientes de ella ni tuyos. En un momento, mi viejo se quedó sin laburo y mi tía, que nunca se llevó bien con mi vieja, de algún modo exprimió el mal momento anímico en contra de ella. Hasta que mamá no se lo bancó más, me agarró y pegó la vuelta. Papá, tal vez orgulloso, lamentablemente no supo decir “bajo un cambio y salvo a mi mujer”. Se enfrentaron las dos familias y fue Bosnia… Creo que lo primero que hizo después fue vender autos. Se la rebuscaba. Siempre fue de trabajar por su cuenta y no por un sueldo. Más tarde dedicó un tiempo importante a la construcción. Si bien no era arquitecto, aprovechaba lo que sabía, trabajaba y el plano lo firmaba otro. En un tiempo construía piletas, quinchos, parrillas, sobre todo en quintas del Gran Buenos Aires. Así llegó a poner una inmobiliaria, Siglo XX, en la calle Chilavert, en el límite de Lugano y Mataderos. Ahí tenía una secretaria, Elsa, una morocha muy linda, unos diez años menor que él, con la que se enganchó y eventualmente se casó. La verdad es que ella lo quiso mucho a mi viejo y lo bancó en las malas. No vivía mal, tenía una buena posición. Se había comprado un chalet en Ciudad Evita con quincho y pileta, sobre la que había puesto un plafón de mercurio, como los que hay  en la calle, para poder nadar  a cualquier hora. Tenía un gran living alfombrado, sin muebles, sólo con almohadones. Sus amigos venían, se sacaban los zapatos y escuchaban música ahí tirados. Y, por ahí, a las 3 de la mañana se tiraban a la pileta.

     

    A papá le gustaba el alcohol, un poco por tradición familiar, pero nunca lo ví en pedo. Adonde fuera tenía su traguito: en el cuarto, en la cocina, en el living, siempre había una botella de ginebra. Más allá de todo esto, era ordenado y prolijo, tanto en con su casa, como con las cuentas o con su estado físico. Y conmigo era muy responsable: nunca me maltrató. En realidad tampoco maltrató nunca a mi vieja. Es curioso porque no tengo registro de mis viejos discutiendo. Quizás hasta tenga mejor imagen de ellos juntos que muchos hijos de padres que no se separaron… Nunca los ví discutir y uno siempre me hablaba muy bien del otro. En 1979 o 1980 a mi viejo le llegó el momento de hacer su gran a apuesta. Se fue a Brasil por la situación difícil de la Argentina (no política sino económica) y, con socios de allá, armó un grupo inversor. El plan era comprar una parcela de playa en un lugar llamado Araranguá, en el estado de Santa Catarina, y construir 150 cabañitas alpinas de tres y cuatro ambientes para venderlas. Vivió un par de años ahí, en un hotel llamado Maluco Palace, aunque venía a Buenos Aires constantemente y varias veces me llevaba con él para visitar las obras. Tenían listas 20 o 25 cabañitas cuando sucedieron dos cosas en la Argentina: el golpe inflacionario y la devaluación del ministro de Economía Lorenzo Sigaut.  Mi viejo ya no se pudo manejar en dólares. Tenía todo puesto en compras y sólo había hecho ventas a crédito, por cobrar, así que la poca caja con la que podía contar se acabó: se quedó sin resto, la inflación se lo comió. Los socios brasileños se abrieron de gambas y se fundió. Volvió en pelotas. Tan mal que tuvo que abandonar el auto en el aeropuerto de Brasil. Y acá ya nunca se pudo recuperar.

    (continuará...)

  • 37 grados en Buenos Aires

    Too hot, this town is too hot
    Now they're calling for their guns
    About to spoil the rude boys' fun
    But rude boys never give up their guns
    It's too hot

    4e66388552b369ad8cb7ecab409f4863.jpgNo man, can tell them what to do
    Pound for pound, they say they're ruder than you
    They are the boss, and no back down
    You might have a couple you like
    Choose your burial sight
    Take insurance, make up your will
    Come out and tell them, find them

    The soldiers came back to you without them
    The police force are afraid, they can't even touch them
    They say "You think you're bad? Why don't you come out yourself"
    These boys are calling for a fight, fighting tonight they don't lie
    It's too hot

    Too hot, too hot
    Too hot, too hot
    Too hot, too hot
    Too hot, too hot

  • Papá Ronnie...

    Mi abuelo Basilio venía de una familia de campesinos ucranianos. Había rajado de Europa con los padres, Pedro y Ana, y mi abuela Carolina cuando los rusos invadieron su país. Llegó primero a Paraguay, quizás por algún tipo de beneficio que se ofrecía entonces a los inmigrantes. Pero en Paraguay lo picó una víbora y lo mandaron a atenderse en Misiones y, después, a terminar de rehabilitarse en Buenos Aires.
    Acá comenzó a laburar, entre otras cosas, de apicultor, de sastre y de profesor de música especializado en violín. Además, se metía en cuanto coro ortodoxo ruso hubiera. Creo que vivió primero en Villa Celina, pero después se mudó a Villa Lugano, a la casa donde muchos años después mis padres se casarían, y donde había almohadones con 7224b3d0935a156a2205ec8fd9f1a4ae.jpgguardas ortodoxas rusas, mamushkas y otras cosas tradicionales.
    Era un tipo bastante culto, de charla agradable, pero también muy duro. Hasta sus hijos lo trataban de usted. Odiaba a los comunistas a los judíos y a los católicos. ¡Una maravilla! En los años setenta volvió a su tierra y regresó aún más enojado con todo porque aquellos campos de trigo sembrados hasta el horizonte que él siempre recordaba se habían convertido en baldíos. Su pueblo ya ni siquiera existía.
    Las fiestas familiares eran bárbaras. Comían cosas raras, típicas, que preparaba mi abuela, y chupaban mucho. Por su cultura del frío estaban acostumbrados a tomar y se picaban rápido. Comenzaban a cantar canciones populares, se ponían todos de pie y al cuarto brindis estaban todos coloraditos hablando en ruso.
    Basilio tuvo dos hijos, mi viejo y un hermano menor. Mi papá, que nació en 1945, siempre chocó bastante con él, aunque en algo lo siguió desde temprano: la música. Los Beatles lo mataban. Le gustaba Elvis, también, pero no recuerdo que le interesaran el tango o el folclore. Por lo visto era más bien popero. Y
    ya en la secundaria tocaba el teclado con Los Tammys, justamente haciendo covers de los Beatles, y andaba muy bien. Era una especie de celebridad cuando conoció a mi mamá, también inmigrante, pero italiana, en segundo o tercer año de un normal de Ciudad Evita, cerca de la escuela de Gendarmería. Con el verso de que lo ayudara a estudiar italiano, empezó el romance.
    No sé cómo se formaron Los Tammys, pero sí que tuvieron éxito, especialmente en Colombia y Venezuela. Papá llegó a comprarse un departamento, autos; parece que veía buena plata, aunque después los vaivenes económicos lo dejaron en cero.
    Cuando se casó creo que ya no estaba con la banda sino con el proyecto solista de Ronnie Montalbán. Se tiene que haber ido a los 20 o 21 años, antes de la colimba, que hizo después de pedir prórroga como tres años seguidos para no cortar su carrera musical. De hecho, Los Tammys siempre lo cargaban porque, si seguía así, iba a ir a la colimba como “veterano”. Lo curioso es que cuando finalmente fue al servicio militar tuvo bastantes concesiones. Lo mandaron a trabajar en la cocina y hasta le permitían dar entrevistas en el cuartel. Me acuerdo de haber visto el recorte de una revista con una foto suya, recontrafashion, con birrete y pelando papas. El título era “El colimba cantor”.

    (Martín Bilyk, hijo de Ronnie Montalbán)

    continuará...