Aunque suena a leyenda urbana, hubo una banda contemporánea a los primeros Cadillacs, pero de la zona Sur, que también tocaba ska. Se llamaba Capulco Gold. Y eventualmente Martín Cueto me pasa el teléfono de su guitarrista, Beto Morales, al que enseguida llamo para que cuente su versión. Y, sorpresa, lo primero que dice es que no sólo efectivamente Capulco Gold se formó más o menos al mismo tiempo que los Cadillacs, sino que él ya había tocado algo de ska… ¡en 1980!
Esta es la historia del día.
“La primera vez que toqué música jamaiquina fue en 1980 –cuenta Morales-. Te podés imaginar cómo me echaron… Yo trabajaba de cadete en una empresa metalúrgica del Sur, así que con otros chicos de otra empresa armamos un trío para tocar algo tipo The Jam, The Police, bien new wave. Sin siquiera tener nombre, me enteré de un concurso de bandas que organizaba un amigo y nos anotamos. Cuando llegamos el público era rehippie y los músicos eran grandes instrumentistas de jazz rock y fusión. Subimos y con el primer tema todos se quedaron callados. Con el segundo, se reían de nosotros tirados en el piso. Y cuando llegamos a una canción que se llamaba “Yo no quiero ser soldado” el cantante explicó: “¡Porque este país un día va a entrar en guerra con una potencia!” y nos empezaron a tirar cualquier cosa. El organizador subió, desenchufó todo y nos bajó del escenario. Me traumó tanto eso que no pude volver a tocar en vivo por cuatro años”.
-¿Cómo entraste en contacto por primera vez con esta música?
-En 1976 íbamos a todos los recitales con un amigo de la secundaria que entonces ya hacía la carrera de marino mercante. En 1977, cuando se recibió, se fue de viaje y volvió cambiado. Me acuerdo que me dijo: “Beto, fui a Londres por una semana y me quedé un mes. ¡No sabés los amigos que hice y los discos que traje!: The Jam, Peter Tosh, Joy Division y mucho reggae y ska. Ahí, a mí, que venía de escuchar Crucis, la cabeza me hizo crac. Y empecé a escuchar toda esa música y a copiar la estética: el jean roto, la corbatita finita, el pelo corto y parado, el saquito. Lo más loco es que los milicos nos paraban y no entendían nada porque nos veían bien vestidos… pero estábamos relocos. Eso me salvó muchas veces. Después, entre amigos, se iba entretejiendo todo… Yo iba al boliche de Chaban, el Einstein, e iba conociendo gente, música...
-Y Capulco Gold, ¿cuándo existió?
-Durante 1984 y parte de 1985. Entonces todavía casi nadie hablaba de reggae y ska, pero nosotros queríamos tocar eso, pero no teníamos músicos. Entonces el público era casi el mismo que el punk, amigos, unas 30 o 40 personas. La verdad es que nadie creía mucho en nosotros… Eramos de Adrogue y Banfield: mi hermano Jorge, Flavio Etcheto, Leonardo Ramella y yo. Tocamos muchas veces en vivo, pero siempre por nuestra zona o por Quilmas. Una vez en Villa Gesell... En Capital también tocamos sólo una sola vez. Fue en la Manzana de las Luces, con Antihéroes y Tumbas NN… Creo que todos en el público eran músicos que ahora están jugando en primera. Esa noche no quemamos uno sino dos sonidos, así que terminamos tocando al aire. El Polaco, bajista de Antihéroes, lo grabó con un walkman y esa grabación anda por ahí… Lo otro que grabamos fue un par de demos que quedaron perdidos.
Tocamos algunas veces con los Cadillacs. Es más: ¡tocábamos mejor que ellos! Lo que sí se notaba era que los muchachos del Norte tenían más plata, más acceso, más posibilidades que nosotros. Caían con unos instrumentos que no sé de dónde los sacaban... Eventualmente los Cadillacs se convirtieron en una banda muy buena.
-¿Influencias?
-Bob Marley, Peter Tosh, Black Uhuru, The Seleter, Bad Manners, The Specials… Yo era seguidor acérrimo de Sumo. Seríamos unos 20 que los seguíamos a todos lados, Tigre, San Miguel, adonde fuera. También iba a ver a Alphonso S’Entrega, pero eso era cuando tenía una chica linda para salir. Recuerdo también a Los Vaticanos y Los Paladines de la Injusticia, donde tocaba Orge y con los que una noche Luca se subió a cantar unos ska tremendos en el Parakultural. Nosotros parábamos en un bar que se llamaba Luar, en Lomas. Un día vimos ahí un cartel de alguien que vendía piano, saxo y otros instrumentos, así que le preguntamos quién lo había puesto y nos presentó a Flavio Etcheto, que era el lavacopas. Debía tener 16 o 17 años y tenía mellizos por lo que necesitaba la plata. Eventualmente terminó tocando el saxo, el clarinete, la trompeta en Capulco Gold… La batería la tocaba Ramella, que ahora es conocido como Emisor.
-¿Y cómo terminó todo?
-Etcheto y Ramella armaron La Forma, mi hermano pasó a Los Corrosivos y yo, a Antihéroes. Ahí se acabó el ska y el reggae: nos pusimos dark…