Pauline Black en vivo en San Pablo y en Campinas...
(Fotos por Denis Chamas)
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Pauline Black en vivo en San Pablo y en Campinas...
(Fotos por Denis Chamas)
Pauline Black, con músicos de la banda paolista Firebug, entre otros, tocando horas atrás en Porto Alegre.
¿Alguien sabe de dónde vienen esas remeras con leyendas filo futbolísticas en italiano?
Perdón si alguno de ud. está leyendo esto justamente con una de estas prendas tan "graciosas", pero la verdad es que me parecen insufribles.
Cero en diseño, cero en originalidad. Y, para peor, hay tantas por ahí que ya parecen directamente partes de un todo más molesto aún. Me imagino a dos de estos personajes que circulan por la ciudad obligándonos a leer sus supuestamente ingeniosas remeras... Cuando se encuentran cara a cara, ¿qué hacen? ¿Se dan la mano y se felicitan mutuamente? ¿Se leen uno a otro "Siamo fuori!", "Non parlo di doping!", y siguen su camino?
Parece que son varias las marcas que nos castigan con sus diseños. Pero son muchos más los fabricantes truchos que se suben a esta moda, supuestamente iniciada por Nicolás Cabré en el programa de televisión que sea que actúa o algo así.
Ya lo dijeron los Redondos: ya nadie va a aguantar tu remera.
¿Qué tiene esto que ver con Satélite Kingston, el ska, los viajes o cualquier otra cosa que verdaderamente nos interesa en la vida? Bueno, la verdad es que nada, pero estaba haciendo tiempo porque en un rato nos vamos a tocar a Rosario con los buenísimos Rosario Smowing y otras bandas... Perdón!
(publicado el 22 de Sep, 2005)
¿Por qué vamos a la disquería?
Ayer me decía un amigo adicto a bajar música que se acababa de dar cuenta de algo. "Necesito comprarme un disco", me dijo mirando al piso, como quien admite una adicción vergonzante.
¿Lo decía porque quería escuchar música nueva? Para nada. Quema decenas de CD con los últimos lanzamientos. ¿Buscaba una vieja joya de la historia del pop? En absoluto. Con mínima paciencia y sin salir de casa ya reconstruyó los catálogos de todos los artistas que quiso.
¿Entonces? La verdad es que ni siquiera tuve que preguntarle. Lo miré con cara de "no necesitás avergonzarte, yo te entiendo", pero lo dejé descargarse. Sabía exactamente lo que le pasaba.
"Necesito entrar en una de esas disquerías, como las del "Hashbury" (epicentro contracultural de San Francisco), y pasar vinilos con los dedos hasta parar en uno que me guste por la tapa, sin saber qué es, y comprarlo. Llegar a casa, sacarlo de su bolsa, descubrir el vinilo, apoyar cuidadosamente la púa y escuchar... ¡Eso es lo que estaba bueno de escuchar música!"
¿Cómo no lo voy a comprender, yo que si en algo me especializo es en el subestimado arte del turismo de disquerías? Es difícil negar las ventajas de la gran discoteca online a disposición de todos. Pero es igualmente insoslayable el placer de flotar entre bateas y pulgas, de ABBA a Zappa, del pop al rock progresivo, del reggae (obvio) al surf. ¡Y para qué hablar cuando nos encontramos con una batea integramente dedicada a rubros como "cantantes femeninas alemanas de los años sesenta" (como en el caso de Opus, en la calle Bolivia, de Flores) o simplemente "miscélanea"...!
¿Y de noche? Un escritor-periodista inglés llamado Gilles Smith, amigo de Nick Hornby, es autor de un imprescindible libro titulado "Lost in music" en el que, entre otras acertadísimas observaciones melómanas, habla de "la suspención del tiempo propia de estar en una disquería de noche". Ahora mismo mis lágrimas se deslizan hacia el teclado...
Acabo de regresar de una ciudad europea (por eso la falta de actualización de este blog: olvidé llevarme anotada la clave para entrar) en la que abundan las disquerías. Las buenas disquerías. ¡Las mejores disquerías del mundo! Y una vez más repetí el ritual: buscar obsesivamente los mejores locales para entrar, detectar la batea de vinilos de reggae y ska y simplemente pasar uno por uno los discos, la mayoría de las veces sin intención de (sin plata para) comprar nada. Pero como una especie de misión en la que es importante chequear que Lee Perry esté después de Mad Professor y las cajas de Trojan con tres discos estén siempre a buen precio. "Mmm, ¿qué tenemos acá? el primero de Specials en bastantes buenas condiciones. Muy bien, ¿qué más?".
La vida es buena...
Revisando los archivos de Satélite-in-blog, el directorio editorial determinó que era hora de... un poco de nostalgia y autocomplacencia, sobre todo por aquellos tiempos en los que eramos menos. Sin correcciones ni overdubs, estas cosas pasaban y estas cosas se publicaban en este blog hace (apenas) cuatro años.
¿Cuándo nace un diario? ¿Cómo se empieza a contar un fin de semana inolvidable?
Digámoslo así: miro a mi derecha y veo al Pulga (ex bajo Nuevas Raíces), al Ñato, (de This is ska) y a Luciano, (ex Sombrero Club, DJ, etc). A la izquiera, Ale, de Satélite, Bonetto, de Los Cafres, y Martín Cueto (productor de los shows de Rico en Bs.As. entre otras cosas). Adelante, una docena de brasileños enloquecidos, entre ellos Bruno, responsable de Radiola, el sello que edita a Satélite en San Pablo; Luiz, ex Subtones, actual Trench Town Rockers; Tadeo, skaman, diseñador. Más allá, Muñe, diseñador de la página de Satélite y motor de Butumbaba. Arriba, en el VIP, los veo a Sebolla y Andrés, ex batería y bajo de Satélite (ahora en Ska Beat City, con los que acabo de grabar algo), Manolo, de Nuevas Raíces, Hugo, de Dancing Mood. Atrás, la gente de La De Dios; Dulces Diablitos; Nacho y Milton, sonidista y bajista de Satélite, y el Visón y el Mudo, bajo y batería de Sonora Brixton, Brixtonians y la próxima reencarnación de los mismos. Y Asprila y Skarcha, la marplatense Andrea y tantos, tantos más.
Es decir, antes siquiera que se levantara el telón, el clima era de fiesta total, de gran fiesta de amigos, conocidos y de gente a la que uno no conoce, pero admira o respeta, como poco, o que lo conoce a uno y lo saluda. Y esas cosas.
Estoy hablando de los shows de Skatalites en Buenos Aires, por supuesto. Y si la emoción (no exagero ni creo usar el término livianamente) ya era evidente a las 22:15, imaginen lo que pasó cuando empezó la tradicional cuenta regresiva de Freedom Sounds... A muchos de los que nombré, los vi abrazarse. A alguno lo vi manotear una lágrima en la oscuridad. De verdad.
Si estuvieron ahí, habrán notado, por ejemplo, un grupo de rude boys en el centro del salón armenio, gritando, saltando, bailando a más no poder. Bueno, esos tipos vinieron de Brasil especialmente para estos shows. Tuve el gusto de recibir a siete (!) de ellos en mi casa y de compartir bares con otros tantos (hasta un padre con su hijo!). Gente que lleva tatuado el nombre de esta banda...
Es raro, no? Cuando veo a las fans de Chayenne o como se escriba en la puerta del Sheraton, me parecen... Bueno, no les tengo mucha consideración. Pero cuando tengo estos otros casos de fanatismo bien cerca, no sólo los entiendo sino que simpatizo y hasta me conmuevo.
Claro, Doreen Shaffer no es Shakira. ¿Pero vieron cómo la ovacionaron? ¿Cómo se habrá sentido esta humilde señora, ya bien mayor, que apenas tendría idea de dónde estaba (supongo) y mucho menos sospecharía de cómo la iban a tratar? Muy fuerte...
Y verlo a Lloyd Knibbs tocar como si tuviera 20 años... Qué vergüenza para los que se quejan, se cansan, protestan, no quieren hacer esto o aquello, abandonan...
No hace falta que comente acá los temas que sonaron y quiénes eran los músicos ni si el PA era bueno o no. Lo que realmente fue noticia el fin de semana pasa por otro lado, por las caras de alegría, las sonrisas que vi y que la música me generó a mi también.
Tanto fue así, que el sábado, algunos de los que estuvimos en la armenia, nos reencontramos en un bar cercano y nos quedamos charlando, escuchando, bailando ska y demás hasta las 6 am, por lo menos. Personajes absolutamente diversos, que nos vemos tantas veces y casi nunca hablamos, terminamos en una especia de fiesta de egresados de la Academia Ska & Reggae (con alumnos de intercambio y todo). Increíble.
Déjenme procesar la información y los sentimientos, y quizás les cuente algo más en la próximas horas.