Tarde de domingo bien old school: cine en televisión de aire, más precisamente el clásico de Sergio Leone "El bueno, el malo y el feo", con música de Morricone y con las actuaciones de los ultracool Clint Eastwood y Lee Van Cleef.
Lo cual, con el calor y la lentitud general del fin del fin de semana, trae a la mesa uno de los grandes enigmas del crossover cultural de las últimas décadas: el spaghetti reggae. Es decir, la música jamaiquina con influencia del cine italiano inspirado en los clásicos westerns norteamericanos que recreaban un imaginario y lejano Oeste.
Lee Perry, obviamente, fue el maestro de esta bizarra tendencia dentro de la música jamaiquina, especialmente de fines de los sesenta y principios de los setenta, con discazos como "Eastwood rides again", con esa genial, tan brillante como intuitiva tapa, y a los tiros, acá y allá, entre instrumentales a puro órgano.
El cowboy negro es todo un mito dentro de la mitología del western. Y Lee Perry era sin duda el hombre indicado para musicalizarlo en su versión más fantástica. De este lado de la realidad, en cambio, los verdaderos cowboys negros eran los rude boys. Si no, miren a Jimmy Cliff en el poster de "The harder they come", desenfundando dos pistolas...
Hay lindos temas dentro de esta línea. Pero para mí lo más interesante e intrigante del western reggae es... su existencia. Hay varios compilados al respecto (como el de Trojan, The Big Gundown), con algunas referencias históricas, pero nada que yo haya leído termina de explicar el fenómeno. Probablemente porque no tenga una explicación muy clara, como todo lo demás en la música jamaiquina desde la independencia de la isla. La cultura musical de Jamaica es sobre todo una cosa: desproporcionada.
Se dice poco. Se cuenta, por ejemplo, que Perry y los Upsetters, como la mayoría de los jóvenes jamaicanos y del resto del mundo, eran fans de las películas de Leone, de sus pìstoleros, de Franco Nero, y que las miraban antes de meterse a grabar en el estudio, con evidentes resultados. Se cuenta también, sin grandes precisiones, que en algún momento se prohibieron estos films en Kingston porque los rude boys, encantados con esta violencia bastante gratuita en la ficción, practicaban puntería con balas muy reales contra la pantalla...
Hay versiones reggae de los temas originales de estas películas. Y hay personajes y títulos spaghetti que aparecen en temas jamaicanos que no tienen nada que ver con el sonido Morricone. Pero siempre está presente el mismo elemento de misterio, de exotismo, en estas bizarras traducciones, de Hollywood a Italia y después a Jamaica.
Mi spaghetti reggae favorito, sin embargo, no es ninguno de los grandes instrumentales de Perry, sino "Black cowboy", del casi siempre ridículo Eek-a-Mouse. Es una canción, cantada por el reggaemouse como si la hubiera grabado cabalgando rumbo al OK corral. O como si estuviera relatando esa maravillosa última escena de "El bueno...", con el triple duelo en el cementerio, una genialidad de fotografìa y banda de sonido y de buenas (y extravagantes) ideas.
Y lo más raro de todo es esto: esa música, que originalmente salió de Estados Unidos, fue para Italia y regresó hacia Jamaica, eventualmente... bajó a Argentina y se filtró ocasionalmente en el sonido de las bandas de reggae de acá, redondeando un recorrido transcultural de lo más raro.
Ps: la tapa de Black market clash, con el rasta caminando y la tipografía farwest es otro ícono total del spaghetti-reggae