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  • Gran Encuesta Satélite-In-Blog 2011!!

    Sin excusas, han sido poco comunicativos estos últimos días. Para qué mentirles.

    Estamos con muchas cosas, es cierto. Pero nada ni nadie podrá evitar que una vez más se cumpla uno de los rituales más esperados por el amplísimo mundillo Satélite-In-Blog. Y eso es: la Gran Encuesta Anual Satélite-In-Blog!

    Y este año las categorías son:

     

    1. Disco del año:

    2. Tema del año:

    3. Banda/solista del año:

    4. Site favorito:

    5. Algo de lo mejor de 2011, que no entra en las anteriores categorías:

    6. En 2012, ahora sí, largo todo y: 

     

    Ustedes lo pidieron. Ahora, voten, malditos!

    Atentamente, Satelite-In-Blog.

    vote.jpg

     

  • Smockin' Christmas!!

    Una de las bandas del año reafirma el título justamente con un gran regalo para las fiestas. EN la vieja tradición de aquellos discos navideños, Smocking Flamingo, la banda de los trombones asesinos acaba de postear esto, para bajarse y celebrar la Natividad. Muy buena idea, muy buen disco. Muy buena Navidad para todo el mundo. Ho, ho, ho, ho.

     

     

  • Derrumbando la Casa Rosada y reconstruyendo la historia

    El viernes pasado se presentó el libro "Derrumbando la Casa Rosada" con una reunión verdaderamente histórica de viejos punks en el Museo de la Lengua y el Libro. Auditorio a pleno, proyecciones de fanzines y flyers, pins de los tres títulos de Libros de Una Isla, fotocopias de flyers de época, mucho lector-fan-arqueólogo entre el público. Alguien, un anónimo, simplemente dejó en el puesto de venta de libros un regalo que llegó a mis manos: un vinilo con el tema "Gente que no"(título de nuestro 2do libro), de TTM, calculo que de 1988, y muy, muy raro. Gracias!

    Pero lo más importante fue la presencia de Marcelo Pocavida (Los Baraja), Pablo Strangler (Alerta Roja), Gramatica (Los Violadores), Patricia (Cadáveres de Niños-fanzine Resistencia), Max (Secuestro), Stuka (Violadores) y Miguel (Morgue Judicial), dando su testimonio. Tendríamos que haber armado una mesa así con viejos rudies para "La manera correcta"!!! Fue como "poner en vivo" el libro, con momentos interesantes y hasta desopilantes.

    Aquí (videos, gentileza Kiwi), todo un documento para quienes gustan de este tipo de historias. Recomendación, no dejar de mirar aunque más no sea el segmento de Marcelo Pocavida (en la tercera parte), muy cerca de la genialidad stand up.

  • Este viernes, presentando Derrumbando

    flyer libro punk.JPG

     

    Nuevo libro de la colección Libros de Una Isla ("La manera correcta de gritar", "Gente que no"), que se presenta en un nuevo museo: el del Libro y de la Lengua, en Las heras, justo delante de la Biblioteca Nacional. Será este viernes a las 19 con presencia, claro, de los autores y también de los protagonistas de esta historia. No se lo pierdan. O sí, qué se yo. No, no, mejor sí vengan. Y lleguen temprano, la capacidad del auditorio es limitada. Bueno, siempre las cosas son limitadas, no? Pero, en fin, en este caso es muy limitada en serio, así que mejor llegar temprano. Saludos. Nos vemos ahí.

  • Bibliografía básica: La Cerdos ahora es libro

    No me acuerdo cómo, pero un día llegó a mis manos un número de Cerdos & Peces. "La Cerdos", como a veces se la mencionaba, fue una revista argentina que comenzó a publicarse apenas volvió la democracia a este país. De qué se trataba? Podríamos resumir que fue LA revista contracultural en este país. Hablaba de drogas (mucho) sexo (explícito, pero no erótico, más bien tirando a una alegre decadencia), rock (punk, dark, reggae, ska, industrial, cualquier cosa que fuera under), policía... El subtítulo era "La revista de este sitio inmundo".

    Insisto, no me acuerdo cómo llegó a mis manos de 14 años apenas. Quizás la compré en el kisco por ese subtítulo. Era aquel un momento (que dura hasta hoy!) en el que mis consumos culturales tendían a pasar por cualquier cosa que se desviara de lo "común" hacia algún otro distrito desconocido. Me gustaba eso. Y en cuanto a revistas arranqué con la Fierro y seguí con la Cerdos. Lo que más me gustaba era la parte musical, que dejaba a Pelo y Cantarock más o menos al nivel de Billiken y Anteojito. La Cerdos tenía la posta sobre las bandas nuevas, los sonidos actuales, las últimas escenas. Pero siempre desde un periodismo no "catedrático" sino bien guarro.

    cer.jpgA los chicos que hoy hacen buenos fanzines como Recuerda Tus Raíces, Elegante Sport o En la Cancha de Ven los Pingos, hubieran amado la Cerdos. Salía una vez por mes y, realmente, más a los 14 años, cada página parecía abrirte una puerta a una cultura distintas, alternativa, insospechada, misteriosa, oscura, lejana... Y, a la vez, una vez que la conocías, la revista te hacía sentir (falsamente, quizás) parte de esa cultura. El creativo diseño de Gumier Maier era perfecto para redondear una publicación realmente única. La Cerdos te presentaba a Timothy Leary, William Burroughs, Jesus and Mary Chain, Todos Tus Muertos, Los Intocables, Kerouac, Copi, comics, La Organización Negra, el Parakultural, Bukowski, etc, etc, etc, etc... A pesar del tono pesado y zarpado, yo creo que era una revista más bien de iniciación, es decir para pendejos que no hacíamos nada de lo que hablaba la revista...

    Si lo pienso, La Cerdos debe ser una influencia definitiva para los libros que estamos sacando ahora sobre aquella cultura rock de los 80 totalmente emparentada con la revista.

    Pues bien. Parece que acaba de publicarse una recopilación de los mejores artículos publicados en la revista (que tuvo dos vidas: una increible en los 80 y una nota interesante, en los 90). Como decía antes, todavía no sé qué trae el libro, pero estoy seguro que será una lectura muy interesante para todos los periodistas alternativos que están sacando fanzines o que editan blogs por estos días. Búsquenlo, debe ser imperdible.

    Mientras, va una entrevista que acaba de publicar el diario Perfil con el creador de la Cerdos, como para que se den una buena idea:

    Enrique Symns

    Relatos de un paranoico esencial

    Se publica una antología con lo mejor de la revista argentina más rupturista de las últimas décadas. Contracultura, drogas, sensualidad, escritura, música: Symns repasa aquí la historia de Cerdos &

    Si tenía que entrevistar a un juez no sabía qué preguntarle, pero sí sabía qué preguntarle a un drogadicto”, cuenta Enrique Symns a propósito de Cerdos & Peces, la revista que dirigió, con largas interrupciones, desde mediados de 1983. Fue una publicación que “buscó horadar la base en que se asientan todas las mentiras: la identidad”, dice. En total fueron 59 números. Invocando a Nietzsche y a Artaud, pero también a Norman Mailer y a Truman Capote, Cerdos & Peces desarrolló un estilo inconfundible, donde una prosa de aliento casi visionario se mezclaba con la indagación de lo más oculto de la antropología urbana y de la vida personal. Fueron los años de emergencia y constitución de experiencias, de culturas como la del Parakultural, o la de los Redonditos de Ricota, de su apogeo y cer2.jpgtambién de su desvanecimiento. La revista exploró ese recorrido, que también fue el suyo. La vida íntima de esta aventura la contó Symns en El señor de los venenos, un magnífico libro de crónicas. Ahora acaba de aparecer Cerdos & Peces. Lo mejor, una selección que hicieron el mismo Symns y el investigador Juan Mendoza de los artículos publicados por la revista. Son casi trescientas páginas, con reproducciones facsimilares de la impactante gráfica de tapa e interiores que tenía la revista.

    —Yo venía de España –dice Symns–, donde había vivido desde la muerte de Franco. Venía lleno de ideas de lo que había visto allá: El víbora, Ajoblanco, El viejo topo. Ideas sobre los marginales, los putos, los violadores. Algo completamente amoral. Jorge Pistochi me llamó para que trabajara en Pan Caliente y Gabriel Levinas, que además de Pan Caliente dirigía El Porteño, me llamó para que fuera a trabajar a la revista. Le gustaba mi estilo. Entonces me propuso hacer un suplemento para El Porteño. Los redactores de la revista, Miguel Briante, Fernando Almirón y otros, se opusieron. El único que no se opuso fue Fogwill. Buscando un nombre, tiramos el I Ching y salió un hexagrama, el 61, creo, La Vida Interior, que dice que los cerdos y los peces son los animales que más resisten a la cultura del hombre. Pegó mucho la bajada que pusimos: “La revista de este sitio inmundo”. El primer número de Cerdos & Peces salió como suplemento de El Porteño en agosto del ’83; todavía estaba Bignone. En la tapa pusimos la foto de dos amigos pidiéndole fuego a un policía para prenderse un porro. “Legalizar la marihuana”, era el título. Al día siguiente nos pusieron una bomba en la redacción, dos kilos de trotyl. Salimos un año como suplemento. En abril del ’84 empezamos a salir de manera independiente. En el número tres publiqué la nota “Niños que desean a hombres que desean a niños”, con la foto de una nena desnuda, la hija del fotógrafo, abierta de piernas. Por esa nota nos clausuraron la revista, después del cuarto número. Un año más tarde el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia, que dijo que hablar de ese tema no era delito. Volvimos a salir a partir del ’86.
    —¿Qué periodismo hacía “Cerdos & Peces”?
    —Es difícil definirlo. Uno construye después la teoría de lo que pasó. Ese era un momento de ruptura y de caos; no éramos muy conscientes de lo que hacíamos. En mi propia vida personal quería romper con los tabúes del sexo, quería romper con los tabúes de la droga. Ahora parece una cosa apologética, pero en aquel momento la revista era un poco el espejo en donde mirarnos. Horacio González dijo que Cerdos… no era periodismo. Lanata dijo lo mismo. Nosotros no entrevistábamos a los médicos, sino a los leprosos; no a los psiquiatras, sino a los locos. No éramos objetivos. Ser objetivo es una mierda absoluta. Es lo mismo que ser realista: es pertenecer a la orden del rey. Cerdos & Peces salió en un momento en que se rompía con una cosa vieja, que moría con la dictadura. Nosotros éramos lo más avanzado que había en el periodismo.

    (“Soñar es la única actividad trascendental del cerebro humano. El pensamiento, tal cual se expresa en nuestro tiempo, es solamente la sepultura de los sueños. Hemos nacido para pelear con el mundo y derrotarlo. Lo que hoy aburre profundamente es este desfile de inteligentes espectros que visten sus frustraciones con los pensamientos de moda. No resulta enojoso el poder que se aloja en las vísceras de aquellos que lo manipulan, sino la actitud servil de los merodeadores del hedonismo” –Cerdos & Peces Nº 10, marzo de 1987–).

    —Cerdos & Peces promovía el consumo de drogas y el ejercicio de la promiscuidad –dice Symns. Promovía la bisexualidad, la homosexualidad, el fetichismo, el sadomasoquismo consentido. Estábamos en contra de la normalidad. El que sólo cogía con su mujer era un boludo. Coger con la mujer de uno no es coger, me dijo Germán García en una entrevista. La promiscuidad estaba impulsada por el cer3.jpgconsumo de cocaína. La revista, y el rock, empezaron con la cocaína. Todos tomábamos. La cocaína produce una cosa que es una tribalización, una vuelta a la orgía, una entrega a los excesos. En la revista investigábamos esos efectos. Teníamos una frase: “al mundo no le falta techo ni comida, le falta éxtasis”. Y las drogas y el sexo promiscuo están directamente vinculados con el éxtasis. El éxtasis es vivir fuera de la cosas, fuera de sí. La angustia no tiene escape. Nos morimos sin saber lo que vivimos. Y sin embargo, el éxtasis te permite una fuga, una salida liberadora, dichosa. Era lo que buscábamos. Estábamos en contra de la moral, no en contra del capitalismo. Para nosotros, la única dictadura en la Argentina era la dictadura de la moral. Ahora parece una ridiculez. Cuando empezamos, todavía existían los edictos y la averiguación de antecedentes.
    —¿En la redacción se vivía ese éxtasis?
    —La redacción era un cubículo de sexo. Hubo días en que hice el amor con tres o cuatro mujeres. Lo que más buscábamos tener era sexo oral, que era lo que más nos satisfacía: no tenía compromisos, no daba hijos, no tenías que usar forro. La cocaína, el éxtasis, la marihuana, eran cosas que llegaban todos los días. Editábamos el Cocaine Herald, que decía dónde comprar cocaína barata, y dónde tener cuidado porque la vendían mala. Recomendábamos qué ácidos tomar y cuáles no. Eramos muy amigos con Fito Páez, y a Fito se lo quería agarrar todo el mundo. Pero él decía: “No, primero tienen que hacer todo con el viejo”, que es como me llamaron siempre. Así, un mismo día, tres niñas de veinte, veintidós años, me succionaron el pene. Yo llegaba a las siete de la mañana, y el cadete, que después fue el cantante de Dos Minutos, Mosca, iba al bar de la esquina y me traía una medida de vodka, dos medidas de campari y pimienta, y yo me ensartaba eso y me daba un saque. Así empezaba mi día. Fue una etapa de promiscuidad hermosa.
    ­—¿Qué impacto tuvo el sida sobre la revista?
    —Creíamos que las personas tenían derecho a vivir y a morir tal cual habían elegido. Hicimos una investigación en la que nos apoyamos en los medios que decían que el sida no existía. Para nosotros, el sida era una propaganda de la Iglesia. Nos equivocamos. Murió mucha gente, y además dejamos de tener sexo.

    (“¿Cuál lucha? ¿Para mejorar la cantidad y la calidad de la alimentación de las langostas? ¿Para mejorar la educación que tanto nos ha empeorado a los que la hemos recibido? Distribuir equitativamente el alimento. ¿Y luego qué sigue? ¿Videocaseteras, paseos a Europa, sida, cohetes a la Luna y oscurecimiento de alma para todo el mundo? ¿Cómo harás para luchar por los demás sin haber luchado siquiera como un animal acorralado para proteger tu corazón mutilado?” –Cerdos & Peces Nº 20, noviembre de 1989–).

    —La revista jamás intentó intervenir en el debate político –sigue Symns–. Nunca tuvimos la legalidad de la decencia. No éramos decentes. El tema de los derechos humanos nunca figuró en la Cerdos & Peces. Para nosotros, todo preso era político: lo mismo daba un preso común que un montonero encarcelado. Pero, como sostiene Proudhon: el trabajo es esclavitud, y la propiedad privada es el único delito. O sea que, en última instancia, sí teníamos una intervención política, pero en los extremos. Yo soy un paranoico esencial. Tengo una visión paranoica de pensamiento. Como dicen en la antipsiquiatría: paranoico no es el que cree que lo persiguen, sino el que sabe que lo persiguen. Para mí, la Argentina fue siempre un lugar muy fascista. El peronismo es la manifestación más sofisticada de ese virus. Es una enfermedad.
    —¿Qué relación hubo entre los Redondos y “Cerdos & Peces”?
    —Nacieron juntos. Yo empecé con los Redondos, en La Plata. Era una relación muy profunda, de muchísima amistad. Con el Indio Solari éramos íntimos amigos. Yo salía con la banda, como presentador, y el Indio escribía en la revista, tenía una columna. Pero todo terminó con Walter Bulacio. A Bulacio lo asesinaron, así lo reconoció la Corte Interamericana, pero ellos nunca lo aceptaron. Que había sido asesinado, y que había sido asesinado por gente que ellos mismos habían contratado para su fiesta. Pero ya habíamos tenido varios enfrentamientos: en La Plata, por un recital en el que tiraban gases y nos fajaban mientras Skay estaba solo en el escenario tocando un tema de Jimmy Hendrix. También había habido un recital en Obras, donde los pibes habían robado todo. Yo estuve preso mucho tiempo, y me había parecido que era el mayor desgarro. Sin embargo, con el tiempo esa experiencia en la cárcel me resulta simpática, me hizo bien. Dicen en la cárcel que los amigos no tienen que pelearse en público porque después se tienen que matar. Y yo cometí el error de pelearme con mis amigos en público. La ruptura con los Redondos me llevó una década sacármela de encima.
    —¿Qué efectos tuvo esa ruptura sobre la revista?
    —Devastadores. Me tiré en contra de los Redondos y perdí la mitad de los lectores. De vender quince, veinte mil ejemplares, pasamos a vender ocho mil. A partir de ahí siguió cayendo.
    —¿Es cierto que la revista la escribía casi toda usted?
    —En la última etapa, más todavía. La escribíamos entre Vera Land, que era mi secretaria y mi chica, y yo. Firmaba con muchos seudónimos. O firmaba notas como Trotsky. O Nietzsche. O firmaba como Burroughs. Inventaba todo: inventaba al reporteado, al entrevistador, y todo lo que se decía. Al revés de los que creen que el que es periodista muere como escritor, para mí todos los grandes escritores son periodistas. Ser periodista te da una cosa que es la curiosidad por la vida. Te expone a las verdaderas razones del mundo. Igual colaboraba mucha gente: Alfredo Rosso, Marcelo Gobello, Mariano del Mazo, Pablo Schanton, Batato Barea, B.Ode, Maitena, Fernando Noy, Vicente Zito Lema, Tom Lupo, Alfredo Moffat, Perlongher... Y muchísimos desconocidos que publicaban notas alucinantes o mierdas que yo ni leía. Tuvimos grandes diseñadores gráficos, como Jorge Gumier Maier. Nunca se le pagó a nadie.

    (“Debe ser una conspiración espontánea la repetición constante, periódica, obsesiva de movimientos de piernas y manos y torsos cuando los cuerpos se levantan, se acuestan, corren, se agachan, agarran, dejan, lanzan, esquivan, utilizan objetos, cosas, árboles, muebles y calles y hasta otras personas para escenificar actos insignificantes que nunca dejan ver que en la cama nunca hay dos, ni en el bar veinte, ni en la calle diez mil, sino un fantasma atareado que hace todos los papeles, que corre de un lado a otro sosteniendo los átomos y los barcos, las penas y las noticias, un loco total que corre desde el escenario a la butaca para reír con su propio chiste” –Cerdos & Peces Nº 18, septiembre de 1989–).

    —Uno de los momentos más significativos de la revista fue la marcha que hicimos contra la visita de Juan Pablo II, en abril de 1987 –dice Symns–. Sacamos una tapa con Gumier Maier disfrazado de Papa, con alas de vampiro, afeminado, dándole la bienvenida. En la marcha nos enfrentamos con la policía en el Obelisco, con tal mala suerte que una granada de gas lacrimógeno pegó contra un farol y le cayó en la cabeza a un comisario, con lo cual se desató una represión feroz. Nos dimos el gusto de debutar los que nunca habíamos peleado en la calle. Duró hasta el amanecer. También tengo muchos recuerdos ingratos, como el de los cadetes. Salvo Mosca, murieron todos, por inyectarse. Eran pibes hermosos, unos niños. Alfonsín fue nuestro principal enemigo; nos cerró la revista varias veces, por considerarla “un peligro de perturbación intelectual y afectiva, especialmente para menores”. Pero cada vez que nos mandaba a embolsar la revista, nos traía lectores. Menem en cambio nos ignoró, y así nos ganó la batalla. Pero la revista no podría haber seguido. Si lo hubiese hecho, hoy sería una publicación terrorista. Habría estado a favor del 11 de septiembre. Habría sido una revista nefasta. Ya su ciclo estaba terminado, por propia decadencia. Su recuerdo me produce mucho dolor, porque fue algo que se comió mi vida, y porque soy recordado por los Redondos y por la Cerdos & Peces, y no por mis otras actividades, especialmente la de escritor. Y es imposible volver. La vejez es un enemigo indestructible, es un encierro en el cerebro. Excepto para los que mienten, los que dicen que donde están ellos no está la muerte, pero en la vejez la muerte está siempre presente.