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  • Fabuloso Costello

    A ver si me acuerdo bien. Hace una semana, Mario Siperman, ex tecladista Cadillac, actual dueño de estudio El Loto Azul (busquen en google su disquería virtual...) me contó algo gracioso justo sobre la tapa de "This year's model", que puse en el post anterior.

    Resulta que Siperman (actual vecino de Rubin!) tuvo la suerte de viajar a fines de los setenta con sus padres a Londres. Y fue entonces que caminando por esas calles llenas de música, su padre se detuvo ante un afiche publicitario y le tiró un: ¿y por qué no vas a ver a este?. Mario, por aquellos años más que nada adepto al rock progresivo, desestimó la oferta y siguió buscando discos de Emerson Lake & Palmer.

    Bien, "Este" era el mismísimo Elvis (el de anteojos, no el de Tupelo), en su mejor forma, y el afiche era una reproducción de la tapa de This Years..., la del Costello-fotógrafo, anunciando los shows de presentación de, para mí, el mejor disco del hombre (no, Rubín, no me importa lo que digas!).

    Más de veinte años después, el mes pasado, Siperman, que últimamente no escucha demasiado Emerson Lake & Palmer (creo), fue finalmente a ver a Costello. Y se lo contó a su padre, que le respondió con un implacable e histórico: "Tardaste en avivarte, eh?".

    Perdón, Siperman, si cambié algún detalle. Seguro que la historia original era más divertida.

  • Costellofields

    Primero, las disculpas del caso: un exceso de trabajo me impidió mantenerme al día con Satélite-in-blog, como corresponde. Y me quedé sin decir nada sobre el show de Elvis Costello en Buenos Aires, entre otras cosas. Me quedé sin decir lo bueno que me pareció Costello, más precisamente. Después del despliegue escénico de Bebe (la de "Malo, malo, malo eres..."), con un montón de músicos y plomos arengando para que al otro día la gente se levante con ganas de comprar su disco, Elvis tomó el escenario con tres amigos en guitarra-bajo-batería-órgano y dio más de una lección de rock. Gran momento con Shipbuilding (sin speech ni demagogia) y con un montón de clásicos (incluido "Watching the detectives", que tocamos con Satélite y Rubin, que estuvo en primera fila, obvio; Germi, trombón de Satélite, dijo algo así: "No sé si me gustó mucho Costello, pero me divertí mucho mirando a Rubin mirar a Costello").  

    Claro que me hubiera gustado bastante más verlo en un teatro. Este festival tan raro no era el mejor lugar para apreciar el cancionero de mil ideas, pero sin recursos pirotécnicos, costelleano. Me contaron que en su paso por B.A., Costello comió con Fito Páez y amigos. Ojalá Steve Nieve (genio absoluto) no le haya ni hablado al rosarino ese.

    Y este último fin de semana el gran evento fue Creamfields, no? Bueno, particularmente para Satélite, que curiosamente tocó, abriendo el escenario principal, mientras la gente llegaba, cerca de las cinco de una tarde soleada como no es costumbre en estas lluviosas fiestas. Y la pasamos muy bien haciendo nuestro show dub, con tecladista extra (Miguel, Dulces Diablitos), DJ (el gran Simón) y MC (Apolo, la revelación). Qué bueno que este festival tenga más y más música en vivo, de Satéilte o de quien sea. Por lo demás, la verdad es que no soy un fan de Infusion ni de Paul Oakenfold (y me perdí Prodigy!), pero tengo que admitir que me gustó haber tenido un pase para acceder con el auto hasta prácticamente el pie del escenario! Con lo difícil (y caro) que es entrar...

     

  • Lluvia de Chang!

    Los fans del reggae & ska van a gritarme "¡Judas!", pero, bueno: meet Juana Chang de todos modos... 
    Lo primero que recuerdo cuando escucho “Toco madera”, el CD (R) que tengo de la argentina y nómada J.Ch., es una historia que me contó un amigo. ¡Eran los años ochenta! (no, no cuando me lo contó, sino cuando le ocurrió). Se compró este amigo mío un cassette de Jesus and Mary Chain. Lo llevó a la casa, lo escuchó y pensó en devolverlo porque le parecía que había un error, que debía sonar así por algún defecto de la cinta, algo de fábrica. Lo rebobinaba, lo volvía a poner y pensaba: "No puede ser". Y la verdad es que ese ruido no era culpa, no al menos esta vez, de la deficiente industria argentina del audio, sino de las guitarras de la banda en cuestión.
    En “Toco madera” (¿se llamará así? No hay lista de temas, no al menos en mi copia que dice "No me discrimines, soy un CDR") algo rompe los pequeñitos speakers de mi pobre notebook y me hace pensar que algo está mal en la grabación, en la mezcla o en algún otro momento. El aleteo ese hace crack, crack... Pero la voz no. La voz en cambio me recuerda que la Chang me contó hace unos meses que tenía un proyecto de canto con caja. Y, sí, hay algo de andino en “Toco madera” (justamente...). Pero también de Kurt Cobain. Y el leve problema sonoro probablemente se deba a que mi copia, como me advirtieron, era una versión previa a la mejorada, la nueva que volaría a Europa, a cinco euros, porque la cantante estaba por partir (de gira!) allá. 
    De todos modos, no es el disco el que me impulsó a estar despierto, la noche que lo recibí, un rato más. Fue el libro. El booklet de cocina. No, ni siquiera eso. Fue el horóscopo dentro del libro de cocina.
    Paréntesis, porque empezó a sonar “Closing Time”. Y de pronto me acuerdo que durante el Changshow, cuando Chang anunció que iba a tocar este tema creí, iluso, que arremetería con un cover de Tom Waits. Pero no, no es el Closing Tom, sino el Closing Chang. Y es mi canción favorita del CD-R. Tiene como un... crepitar. Arranca, se queda. Es suave y áspera a la vez. Inocentemente perversa, más o menos.
    Lástima que en ese disco no esté un tema que Chang tocó en un show acústico, con el notable percusionista de Pablo Dacal (que me parecía conocido y efectivamente lo conocía: fue barman en mi fiesta de cumpleaños!). Ese que decía “dejame llevarte”, “donde nada es importante”, o algo por el estilo. Ese tema no está acá.
    No tengo relación alguna con Chang, salvo algún amigo en común, pero me gusta lo que hace, mal que le pese, me imagino, a alguno que lea este anotador. De hecho, creo que ni siquiera está en la Argentin. Así que si alguien quiere escucharla, mejor que se vaya a Europa y chequee todos los días las páginas sobre conciertos de argentinos expatriados. Y por ahí tiene suerte. Y si no quizás ve a... ¿Miguel Mateos?
    Pero estábamos en otra cosa. Estábamos en el horóscopo, antes del paréntesis dentro del paréntesis dentro del paréntesis (ahí está: eso pasa en Closing Time: son paréntesis que dan paso a otros paréntesis; para el último, chances are, no recordás el primero y querés volver a empezar). El horóscopo del libro de cocina de Chang es increíble. Me produce la sensación que me producen las cosas que más me entusiasman: lo primero que quiero hacer es mostrárselo a unas cinco personas de las que estoy, digamos, intelectualmente enamorado, con las que siempre quiero conectar con este tipo (¿cuál?) de información. ¡Quiero verles las caras cuando lo digieran! Sé que va a ser reconfortante, rewarding. Aunque ya voy por la segunda “Closing time”, y no me repongo de la frustración de que no sea el “Closing time” de Waits, eso sí. Aunque la versión de “Loco” (¿”Loco tu forma de ser?”) cubrió la necesaria cuota de covers de la noche.
     
    ¿Y quien es el señor que “editó” el libro de la Chang? Sin duda un señor sensible. Aparece como un tal Vittón. Yo conozco a un Vitón, pero con single t. Vaya uno a saber.

    Volviendo al CD. Estoy en la tercera vuelta de “Toco madera”. Y está claro que no es lo mismo el CD que el show vivo. Dato extra curioso: “Toco madera” se llama también el disco de un amigo al que creo que este otro disco podría gustarle mucho. Y, de hecho, mañana intentaré peregrinar al trote, digamos ligero, para mostrárselo. Le van a pasar dos cosas: va a odiar que le hayan sacado el título. Y le va a encantar. “Encantar”, digo, como encantar-encantar. Quiero decir que va a asomar como una viborita. Va a hacer la danza del descubrimiento. Lo conozco bien. Y sé que lo que va a hacer. Y después me va  a decir “Está bien”, nada más. Se va a reír, también. Mejor entonces le hago una copia, para que escuche a solas, sin una mirada (mía) a la que responder en un momento dado.

    De todos modos, la página www.juanachang.4t.com/ da a entender que J.Ch. vuelve a tocar en Buenos Aires pronto y en un lugar bastante interesante: Campamento Huno.