Viernes 30 de abril de 2010. Sombrero Club en el Salón Pueyrredón, reviviendo un tema de Skabu Simbel, con el saxo de aquella banda, Bona.
skabu simbel
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Skabu Club / Sombrero Simbel
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Hoy, trasnoche...
Con Napo, antes que él estuviera en Intocables y yo en Los Chiflados, nos juntábamos a mirar videos de Madness y de las bandas Two Tone. Con su primo Gustavo, nos pasábamos horas sacando los pasitos de Chas Smash, de Madness, con la idea de bailar en los recitales de Los Intocables. Hasta que Napo organizó con otro amigo, Curly, una fiesta ska con Intocables y, creo, Romana Patrulla, y salimos a repartir panfletos y pegar afiches. Ese día conocí a Hernán, Mariano y Gusty, de Los Chiflados, y les dije que quería bailar en sus recitales, pero… ¡arriba del escenario! Y Napo hizo lo mismo con Los Intocables. (Gaby)
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La primera Romana Patrulla arrancó en 1985 y duró unos cuatro años. Después nos volvimos a juntar a mediados de los noventa por cuatro años más. En aquella primera etapa nos involucramos mucho más con el ska, aunque al principio teníamos una posición muy crítica con respecto a hacerse cargo de un movimiento sin cuestionar nada. Pero nos metimos tanto en el ska que, en un momento, nos entregamos. Dijimos: “¿Sabés qué? Sí, nos gusta el ska y somos rude boys”. (Carlos Laje)
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Intentamos armar una banda con mi vecino, Jorge, con el que ya veníamos tocando folclore. Pero, claro, ahora queríamos ver cómo era eso de componer algo propio, yo con la guitarra y él con el bajo, como Los Insurrectos. Conocimos a un saxofonista y empezamos a apuntar hacia el ska, aunque el género todavía nos daba un poco de miedo. Pero surgían temas que empezaban a sonar. Y nos sentimos todavía más confiados para salir a tocar cuando conseguimos a unos pibes evangelistas que tenían una sección de vientos y tocaban súper bien: trombón, trompeta, dos saxos… Entonces nos anotamos en un concurso de rock en ATC. Este tipo, Tom Lupo, armó el programa Neosonido 2002, para el que se hacía una preselección con la típica consigna “vendete veinte entradas y tocá”, en Cemento, que fue una masacre: treinta bandas de cualquier estilo, de seis de la tarde a tres de la madrugada. Ahí quedamos entre los doce finalistas que después tocaron en la tele ante un jurado, con un sistema de banda contra banda, tipo eliminatorio; era, básicamente, una competencia ilógica. Pero de algún modo pasamos un par de etapas y llegamos a la final, donde perdimos. Me acuerdo que Andrés Calamaro, todavía no tan conocido, integraba el jurado. Lo encontramos en un pasillo del canal con un porro y me paró para decirme, reloco, “yo los voté a ustedes, porque Bob Marley es…” y no sé qué más. En definitiva, lo de ATC nos sirvió para tocar por primera vez con un sonido muy pro y nos abrió la puerta para participar de los festivales de ska que había en ese momento con Los Chiflados, Academia Beat, Paladines de la Injusticia, Gordos Olímpicos… (Jorge Mono Bossi)*****
Alrededor de 1988, con un grupo de amigos de una pileta en Versalles comenzamos a ir a ver a Los Chiflados y otras bandas de ska. Y la consecuencia lógica fue que un momento decidimos armar nuestro propio grupo, aunque ninguno sabía tocar ningún instrumento. A mí me llamaba la atención el bajo así que dije "yo toco éso", pero lo único que tuve al principio fue una criolla, hasta que conseguí un bajo prestado. Peor el tecladista, que tocaba con... ¡una Drean Comodore 64! Imaginate el cover de "You Are Wondering Now" que hicimos con esa formación... El cantante propuso el nombre, Defensores del Honor, llegamos a tocar en dos colegios y, si bien no éramos nada buenos, sonábamos a "algo". Después de éso, creo que, salvo yo, nadie volvió a tocar en una banda. Sé que el trompetista ahora es actor y que otro de los chicos trabaja de botones en el Sheraton. ¡Lo ví cuando Madness vino a Buenos Aires y pararon en ese hotel! (Andrés Cotter)
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Los skins eran realmente un problema. Y yo tenía una actitud un poco punk, así que creo que a veces me querían matar. La verdad es que no era cuestión de tenerlos de amigos, pero tampoco de enemigos. Más de una vez hasta me salvó el hecho de tocar en Skabú. Una vez, por ejemplo, tomaba una cerveza con amigos en San Telmo y un grupo de skins pasó medio amenazadoramente una, dos veces. De golpe uno me reconoció: "¿Sos el que toca la guitarra en Skabú, no? ¿Qué tal, todo bien?”. Y antes de irse me dijo, obviamente refiriéndose a mis amigos: “Está llena de drogadictos la calle, ¿no?”. A los shows podían venir veinte skins, según el lugar. Hubo situaciones desagradables. Como cuando tocamos en La Enfermería y los Comando Suicida estaban en el público. Terminamos de tocar y nos pidieron los instrumentos: "Che, prestame el bajo", "Prestame la guitarra...", como si la 12 apurara a los jugadores, ¿viste? Así que tocaron dos temas y cantaron eso de “Vuelven los skinheads, otra vez las bandas”... Nosotros nos mirábamos (Vitto Genovesse)