La primera reacción es sacar muchas fotos. Decenas. Aunque resulta inútil, en parte por falta de buen equipo, de técnica y de talento, entre otros valiosos activos del mejor arte fotográfico. Pero, sobre todo, porque no hay forma de registrar completamente la escena. Decenas de miles de velas salpican la noche al pie de la basílica de Lourdes, sobre las largas explanadas que llevan al templo, junto al río Gave, a un lado, al otro… Por todas partes. Algo inabarcable con un lente. Que, encima, apenas “ve” unos puntos luminosos sobre un fondo negro.
Así que, después del inicial y fútil intento de capturar el instante, lo mejor es sencillamente vivirlo.No es difícil bajar la ansiedad en Lourdes. A pesar de que 50 mil peregrinos han “tomado” la pequeña ciudad del sur de Francia, que, con apenas 15 mil habitantes, es el segundo destino turístico en importancia del país después de ya saben qué ciudad. Pero la multitud, en su mayoría gente grande, probablemente jubilados, circula tranquila por el complejo donde se celebra el Jubileo de la primera de 18 apariciones de la virgen María ante Bernardette, la humilde niña convertida en intermediaria divina y, luego, en santa. Y, por cierto, la responsable del boom turístico y la rampante bonanza económica de Lourdes.
Bernardette vio a la virgen por primera vez el 11 de febrero de 1858 en la gruta sobre la que se erige el templo en el que hoy rezan juntos devotos de todo el mundo, con abrumadora mayoría de italianos, aparentemente muy seguidores de la virgen y también de la propia Bernardette. Hay que ver cómo arrasan con los locales de las callecitas de Lourdes, donde se vende una muy creativa y, claro, ultrakitsch variedad de souvenirs, incluyendo botellitas de plástico con la forma de la virgen y muñecas-Bernardette, además de velas de hasta 20 kilos y la altura de un "crestiano" por un centenar de euros, seguramente muy convenientes para quienes tienen muchos pedidos para tramitar… Las botellitas, por cierto, vienen muy bien para cargarlas con agua del manantial en el que la Virgen le indicó a Bernardette que se lavara y que ahora es considerada sagrada, santa, curativa o, por lo menos, muy sana y rica.
Escepticismo al margen (cuando tal cosa es posible) la tranquila, ordenada y nocturna peregrinación de Lourdes es, además, conmovedora. Aunque más no sea por propiedad transitiva. Y te deja exhausto o relajado y en paz, en este momento no puedo distinguir una cosa de la otra. Pero noté algo. El canadiense-francés y el coreano gay con los que estoy venían arengando desde hacía rato para ir de bares apenas terminara la procesión. Averiguaron dónde y cómo llegar para concretar el plan, pero de repente empezaron a dudar. Y, más tarde que temprano, acordaron que mejor se volvían al hotel, que en todo caso salíamos otro día. Como que se desinflaron. Para mí, todo bien; hacía frío y no tenía ganas ni expectativa alguna de encontrar un bar que ponga reggae por acá... Nos desconcentramos hacia el hotel como los miles de peregrinos jubilados.
Ya en el ascensor del Days Inn, que queda justo al lado de un pintoresco cementerio (una filipina que tenía la misma vista que yo, pidió que la cambiaran de cuarto...), le dije al canadiense que quizás se había producido un milagro y que un poder superior lo había alejado de una vez por todas del pecado, de los excesos y las sustancias. El canadiense pensó por unos segundos y contesto que sí. Y, con esa mirada que conozco bien, pero en otro contexto, me preguntó si me quedaba algo de agua bendita porque le vendría bien un shot antes de dormir.Salud.
(no se preocupen; no pretendo que sigan el tema...)