Por Fatty
(Enviado especial a Florencio Varela)
Luego de dos fallidos intentos el año pasado, anoche por fin logramos con mi amigo llegar al campito del Hermano Pascual en Florencio Varela. Tarea no tan sencilla dado que no hay carteles indicativos en las maltrechas calles que cruzan la Ruta 53 (creo), una zona de quintas y clubes de camping y casas de fin de semana. No hay anuncios en diarios ni propagandas más allá del boca en boca.
Una vez en el predio, cerca de las 23, un hombre se acerca al vehículo y nos da un número pintado en una madera. Ese es el número de orden con el cual nos atenderá Pascual al otro día a partir de las 8 am. Luego de la misa que comenzará a las 6. En mi caso es el 248. Según me dicen, hay días en que concurren hasta 3000 devotos.
Luego de este paso burocrático lo que resta es estacionar la chata en el campo y esperar hasta el otro día. Muchísimo lugar para albergar la cantidad de vehículos que van llegando durante toda la noche, un predio bien preparado, algunos sectores para carpas, asientos al pie de numerosos árboles, baños...
La noche pasó rápido a pesar de no haber dormido más de dos horas, entre charlas, algunos pertrechos comestibles y, sobretodo, muchas risas. Porque más allá de que los motivos que nos llevan hasta ese lugar son bastante serios, como por ejempo la salud de familiares cercanos, yo sinceramente no podía dejar de pensar por momentos que me encontraba en el rodaje de la pelicula "El manosanta" de Olmedo.
Y la verdad es que había muchísimo en común con esa película, sobretodo lo periférico al H. Pascual, las comidas que se vendían, el lugar físico, etc. Además también abundan los lugares comunes y clichés de donde una mente pretendidamente sagaz, superada y altamente escéptica podría sacar material para mil libros.
Lo cierto es que ya cerca de las 10 am, haciendo la fila en el tinglado donde se dan las misas, hay un cuarto aún más pequeño lleno de santos, estampitas y demás. Que es donde Pascual recibe a los devotos y donde todo se reduce al cortísimo tiempo que habla con cada uno, el momento de estar frente a frente con esa (para mi) misteriosa figura. La culminación del rodaje en un escena con el protagonista.
Pero aquí debo dejar un poco de lado lo que relaté anteriormente. Allí dentro percibí una energía especial. Con solo tocar y mirar una foto de mi familia que llevé conmigo, Pascual instantaneamente me habló con ciertos detalles precisos sobre las afecciones de mi madre (las cuales me habían llevado hasta ese lugar a buscar alguna ayuda espiritual o la que fuera). Luego también entre las oraciones y unciones que hizo con la foto me describió algunos problemas físicos míos.
Tras darme este breve rezo, como de protección, salí de ahí con una mezcla de sensaciones. Tal vez asombro, tal vez fe, qué se yo.
Sólo quería compartir esta expericiencia, que seguramente les parecerá graciosísima a muchos; a otros, aburrida, y a otros tal vez insignificante y bizarra (como me hubiera resultado a mi mismo, hace algunos años)
Pero el que a los golpes, como yo, se dio cuenta de que a veces cuando ya no hay esperanzas en ciertos temas como el de la salud y donde la medicina ya no tiene respuesta, uno recurre a todo lo que puede. Incluso a experiencias inimaginables en otro momento y circunstancia.