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Alabartola

  • Bloglencia (entre otros títulos igual de malos)

    En televisión, las publicidades que adelantan la transmisión de una carrera de Fórmula 1 siempre se arman con imágenes de choques de carreras anteriores. NADIE (me creerían “casi nadie”?) más o menos decente quiere que ningún automovilista muera en plena competencia. Y sin embargo las publicidades estas “prometen” que al menos un par se van a dar una buena piña de la que difícilmente salgan vivos.

    Pocos, por antiviolencia que sean, se resisten a la tentación de detenerse a mirar una pelea callejera a la salida de un boliche, entre un taxista y un motoquero o entre dos gordos de la popular de All Boys.

    También los blogs funcionan mejor cuando hay sangre. Cuando dos o más foristas se desafían a duelo de
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    caballeros o cuando se muelen a palos sin ninguna elegancia. Como sea, cuando aparece cierta cuota de violencia, la cosa toma ritmo. Aunque muchos de los mismos bloguistas que se enganchan alegremente en semejante efectismo seguramente tienden a señalar y criticar con dureza estrategias similares del periodismo amarillo, sensacionalista o Crónicateveista. Pero ninguno se pierde una buena pelea, ni loco. O mejor dicho: ninguno de nosotros se pierde una buena pelea, ni loco.

    Si no, que lo cuente nuestro común amigo Chalaman, con su mal seudónimo (quizás intencionalmente malo) y sus comentarios con muy variados rangos de humor, efectividad, ingenio y maldad. En cuanto apareció, el blog, este blog, se agitó como pocas veces. En cuanto se esfumó en el aire, las aguas se calmaron también como pocas veces.

    Para mí, más allá de que no me gustaron algunos cosas que puso sobre algunos amigos, la participación del pibe este fue bastante divertida. Sobre todo cuando hicimos el meeting en Alabartola, hace unos días. Porque, hay que reconocerlo, en el bar todos hablaron del tema, de si vendría Chalaman o no, de si Chalaman era el flaco que acababa de entrar o si era la chica que recién se había ido… Y más gracioso aún fue que, tras su aparentemente frustrado debut público, el polemista estrella del mes contraatacara diciendo que, cual fantasma o espía, en realidad SI había estado en la fiesta, dando detalles sólo conocidos por quienes anduvieron por Villa Crespo esa noche (salvo que dijo que yo era “frío y distante”; eso lo podía saber de cualquier otra oportunidad).

    Entonces la cosa se puso casi aún más interesante. Porque varios empezaron a sospechar más seriamente que Chalaman… estaba entre nosotros! Claro, no había precisamente 1500 personas en Alabartola, así que necesariamente tenía que ser alguien no sólo conocido sino casi un “amigo”.

    Creo que varios, de hecho, ya identificaron a Chalaman. O creen haberlo hecho. Están bastante seguros. Así me lo dijeron.

    Yo, lo lamento por Chalaman, pero así como me divirtió leerlo y contestarle, no pensé mucho en quién sería. No sé, por ahí no tuve tiempo. Aunque escriba esto ahora.

    En realidad, escrib por otra cosa, por esto: me pareció que bajaba el nivel, Chalaman, cuando dijo pomposamente “Chalaman somos todos”. El punto, me parece, era otro. El punto era más bien que “todos necesitan a Chalaman para entretenerse un rato”. Aunque se enojen con Chalaman (y no tengo ganas de decir el nombre que dicen por ahí…) la verdad es que todos o la mayoría lo recibieron con los brazos abiertos. Igual que la gente suele pararse a mirar (horrorizada) una buena pelea. Y no está bien, ni mal, supongo yo.