El vuelo de American Airlines desde Miami llegó a Montego Bay, una zona turística de la isla, a unas cinco horas de auto de Kingston. Esto, claro, teniendo en cuenta que el límite de velocidad es bastante bajo: 80 km por hora.
El día está completamente nublado, con lluvias intermitentes que, según el pronóstico, seguirán al menos un par de días más. Miento: hasta el domingo. Y después, vemos. So much for Jamaica, the sunshine land...
El check in en el hotel es lento. Especialmente considerando que hace 20 horas salí de casa en Buenos Aires: dos horas de previa en Ezeiza, nueve horas hasta Miamia, seis horas de escala, hora y media hasta Montego y una hora en migraciones, cortesía del gob. jamaicano.
Y, para completarla, cuando llego finalmente a mi habitación, todavía la están limpiando… Vuelvo a la recepción y, a los 15 minutos, me asignan otro cuarto. Finalmente me instalo, pero pasan los minutos e incluso una hora y nunca me traen el equipaje.
Curiosamente, nada, pero nada, por ahora, me va a quitar el buen humor por estar en esta isla, que ya hasta pensaba que en realidad no existía...
Checkeo el frigobar: está cargado de Red Stripes, de libre consumo, sin cargo. Prendo la tele y en el canal 80 y poco, de la tv jamaiquina, hay un programa en torno de una campaña bajo el slogan “Abstenence makes sense” (la abstinencia tiene sentido”). No sé si hablan de la Red Stripe o qué, pero está auspiciada por Coca Cola, y la banda de sonido es, claro, dancehall, lo mismo que escuchaba el chofer que me trajo hasta el hotel.
No puedo dejar de tararear, por lo bajo, “Jamaica, Jamaica is the place to go…”