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bob marley's birthplace

  • Nine Mile II

     

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    El Nine Mile tour termina con una pequeña vuelta alrededor de la tumba de Marley, con mármol de Etiopía y cubierta con una gran bandera roja, amarilla y verde. La sepultura se ilumina, al salir el sol, por un vitral sobre una de las paredes, con la forma de la estrella de David. Al Jamma2010 353low.jpgmausoleo, con el diseño de una capilla etíope, sólo se puede ingresar descalzo.
    Al bajar de esta colina, llamada quizás un poco ampulosamente “Mount Zion”, Fossy canta con su voz rasposa “Three Little Birds”. Y cuando llegamos a la puerta de entrada, o de salida, un cartel recuerda dejarle una propina al guía: “One love, one heart, tip your guide and feel alright”. Al salir, paso por el local de souvenirs y la vendedora está profundamente dormida sobre el mostrador. Deben ser las cuatro de la tarde, y no me cruzo a nadie más.
    Afuera espera Wayne, un vecino de Nine Mile. Un pequeño emprendedor. Wayne ofrece a los turistas otro paseo, complementario al de Marley: una visita a… su plantación de faso.
    Cómo no, acepto. Pide 20 dólares y arreglamos por la mitad, incluyendo souvenir (“burn it for Bob, mon”, aconseja Wayne, que no parece haber estudiado en ninguna de las grandes academias de turismo en Suiza). La caminata es nada: 200 metros hasta descender por una especie de baldío, entre corrales de cabras y montoncitos de basura. La pequeña plantación, de más de un metro de altura, está disimulada entre otras especies más altas y copiosas. “Para que no nos vean desde los Jamma2010 360low.jpghelicópteros”, explica Wayne, que procede a mostrar su galería de maravillas. “Esta es sinsemilla, la favorita de Bob”. “Esta es una white widow”. “Esta es fuerte: AK47!”. Y, antes siquiera que se lo pidan, posa sonriente para que le saquen fotos. “Ponela en Internet, no hay problema, mon!”. OK.
    De pronto, entre la maleza, emerge un amigo de Wayne. Algo así como el encargado del “gift shop” en este peculiar empredimiento turístico. Saluda y muestra una bolsita negra llena de más souvenirs. “Llevate algo, no compres después en la playa, lo que venden allá está lleno de químicos”, dice con la autoridad de un experto sommelier.
    Es hora de volver a la Toyota Hilux mientras los mosquitos de Nine Mile atacan.
    Nine Mile queda 80 km al sur de Ocho Ríos. Como aparentemente buena parte del interior de esta isla, Nine Mile es un territorio anárquico. Conocerlo es entender un poco más la idiosincrasia rebelde de la música jamaiquina y de los rastas.

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