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bangkok

  • Parque Tai

    Bangkok podría llamarse Banghot. En cuanto salis del aeropuerto de la capital tailandesa el calor te voltea. El calor y la humedad, que compiten a ver cuál es peor, y terminan aliados para hacerte bastante agoviante la vida en esta ciudad.
    Claro que en seguida alguien te tira adentro de una combi con aire acondicionado para llevarte hasta un hotel con más aire acondicionado desde donde podés saltar, en uno de los taxis rosas, verdes o violetas o azules, hasta un shopping con más aire acondicionado.
    Pero la realidad está en la calle y ahí no hay frigorías que valgan. Hay que caminar. Y después del calor lo que se siente es el olor. El fuerte olor a comida, que se cocina en cada esquina, en toda vereda.
    pampita al desnudo, viaje a tailandia, bangkokLos tais comen todo el día, de todo. Comen y compran. El comercio y la gastronomía en la vía pública son incontrolables. Y todo eso es un espectáculo gratuito para el extranjero.
    Pateando Bangkok el "entretenimiento" es permanente. Mirás para un lado , para otro, no dejás de sorprenderte. Una callecita perdida de pronto te mete en un mercado de cientos de puestos con los productos más exóticos, con más fragancias, y más chicos jugando y más gente metida en su rutina.
    Mirar, como gringo, no es un problema, como sí lo puede ser en tantos otros lugares, incluyendo, sin ir más lejos, el Gran Buenos Aires o el Bajo Flores.
    Por el contrario, la gente más humilde te sonríe, o baja la mirada en señal de respeto o te saluda tímida, suavemente. Es algo muy curioso. Podés meterte por los barrios mas bajos de Bangkok y no pasa nada, incluso de noche.
    Y eso que es una noche pesada. No hay zona roja, todo es una gran zona roja por la que zumban viejos europeos con los billetes listos. Les sobra oferta.
    Al otro día, los ves paseando con la proveedora de la noche anterior, como noviecitos enamorados, pero pampita al desnudo, viaje a tailandia, bangkokcon 40 años de diferencia. Hay que tener estómago.
    Banghot es la capital de Tailandia y uno de los centros económicos del Sedeste asiático. Pero entre rascacielos y caos de tránsito, hay cientos de templos y templitos budistas. Tailandia es uno de los países más budistas del mundo.
    Quizás de ahí, del busimo, les venga su parsimonia. Parecen inalterables, aunque no lo son. El año pasado se pudrió todo y el partido de los camisas rojas salió a protestas a esas calles de perfume y de vendedores ambulantes. Resultado: unos cincuenta muertos y destrozos gravísimos. Dicen que los tailandeses no tienen punto medio. Están tranquilos, como si nada, y de repente rompen todo.
     
    (continuará...)