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  • Golpe de suerte en Seven Mile Beach

    Jamma2010 500.jpgOk, todo muy interesante, esto del viaje a Jamaica. Pero... ¡¿Y los discos?! Vamos a lo esencial, que de ningún modo es invisible a los ojos...
    Para los turistas en Jamaica no es necesariamente sencillo acercarse a la música. Salvo por los grandes festivales, a los extranjeros se les suele recomendar no aventurarse de noche en sitios donde puedan tocar bandas en vivo. Y, en cuanto a comprar discos, cabe aclarar que no es fácil encontrar un local especializado en las principales localidades turísticas, como Montego Bay, Ocho Rios y Negril.
    Aunque también es cierto que en las playas los jamaiquinos parecen dispuestos a proveer al visitante del ítem o servicio que sea con tal de obtener unos dólares. Más frecuentemente, cultivos ilegales que ya son parte del folklore de esta ex colonia inglesa. Pero la verdad es que la oferta resulta de lo más variada.
    Eli-Jah Wood, un músico rastafari, por ejemplo, recorre las arenas de Seven Mile Beach, Negril, con un bolso lleno de CD piratas de músicos como Buju Banton y el recientemente fallecido Gregory Isaacs, y también una autoproducción con sus propias canciones. Después de soportar a una docena de iJamma2010 499.jpgnsistentes vendedores de otras mercancías, no siempre con buen tono, Wood casi me conmovió al ofrecer amablemente su obra, así que, como excepción, y me detuve a charlar con él. Le compré el disco con la promesa de darle luego mi opinión en su perfil de Facebook. Pero también aproveché la oportunidad para acercarme a lo que realmente buscaba en Jamaica:


    -­Me interesa la música que tenés, pero en discos de vinilo. ¿Podés conseguir?
    ­-Yeah, mon, no problem. ¿Qué artistas?
    ­-Skatalites, Justin Hinds, Toots & the Maytals, cualquier cosa editada por el sello Studio One, sobre todo de los años sesenta... (le di un papelito con los nombres).
    -­¿LP o simples?
    ­-¡Todo!
    ­-Te lo consigo. Te busco en tu hotel. ¿Viste que murió Gregory Isaacs?

    Eli-Jah se perdió entre las reposeras de un resort todo incluido y yo seguí mi camino, satisfecho por la anécdota y seguro de que el rasta jamás reaparecería en escena.
    Pero dos horas más tarde y varios kilómetros más cerca de la villa de Negril, oí que Eli-Jah me llamaba a los gritos. A lo lejos, reconocí enseguida los discos que agitaba con las dos manos.
    Le pregunté cómo demonios me había localizado, pero fue directo al grano:
    "¿Era esto?" ­dijo.
    Traicionado por mi instinto melómano, no pude disimular: Eli-Jah había desenterrado quién sabe de Jamma2010 501.jpgdónde media docena de maravillas vinílicas de la historia de la música jamaiquina a un precio más que lógico. "¿Querés que te traiga más? Dame 20 minutos y plata para el taxi", me propuso mi nuevo mejor amigo. Contesté que sí, obvio, y volvió a esfumarse... sin que le diera un solo dólar.
    En media hora, el jamaiquino había retornado con otros tantos tesoros de Studio One por los que algún fan japonés canjearía a uno o dos parientes directos. Por primera vez en Jamaica no sólo no me atreví a regatear por lo que compraba, sino que incluso le extendí una propina al eficiente Eli-Jah, que también estaba feliz. Lo que se dice una situación win-win.

    Cinco minutos después de la despedida del músico rasta, otro jamaiquino se acercó a mi mesa en el bar playero donde todavía estudiaba el inédito botín.
    Era el taxista que había llevado y traído a Eli-Jah: "¿Buscás discos? Yo tengo, te los puedo traer", propuso. Le respondí que sí, pero que estaba detrás de títulos muy específicos. Con un "no problem, mon" partió él también en busca de material.
    Al rato resurgió de algún lugar... con varios de los vinilos que ya había traído Eli-Jah y que no habían pasado la selección. Evidentemente, el chofer había recurrido a la misma misteriosa fuente que su cliente-amigo, en una maniobra no del todo honesta. Llegamos a otro acuerdo, creo que beneficioso para ambas partes.
    Momentos después fue el turno del dueño del bar, hasta entonces callado detrás de la barra y las botellas de cerveza Red Stripe en la tarde jamaiquina. "¿Te gustan los vinilos? Tengo muchos en casa, te los traigo ya si querés..."

  • Jamaican Idol

    Nio sé mucho, por no decir nada, de la televisión en Jamaica. Pero sí puedo decir que en Jamaica habla patois (y prácticamente no se le entiende nada) hasta el tipo que dice el pronóstico del tiempo.

    Y también que hay un canal dedicado a la música, una especie de MTV jamaiquino, llamado Reggae Entertainment Television. También al estilo MTV, no todo lo que pone son videos, sino que cuenta además con algunos programas de "formato". Durante todo el día repiten unos cuantos hits de dancehall y new roots. Y los alternan con, por ejemplo, un programa en el que unas cuantas estrellas jóvenes viajan en un micro por Jamaica llevando el mensaje de una campaña que no terminé de entender. El slogan, apuntado al público más chico (el micro pasa por distintas  escuelas del país cada día), es "la abstinencia tiene sentido" (abstenence makes sense). Por momentos parece hablar de drogas y alcohol, por momentos de sexo adolescente y embarazos prematuros, pero no queda del todo claro... Lo cierto es que, después de verlo varias veces, lo que sí parece es que los protagonistas no se abstienen... de nada.

    Uno de los chistes, por ejemplo, es que la comitiva no tiene idea de en qué colegio están en un determinado momento.

     

    Otro programa bastante gracioso es uno que no sé cómo se llama pero que copia el formado de American Idol. Es decir, se trata de una especie de casting de cantantes que van pasando frente a tres jurados. Igual que algunos programas en Argentina, también. La diferencia, claro, es que acá son todos cantantes de reggae, tríos vocales y DJ. Mirándolo, me imaginaba que pasaran por ahí algunos cantantes de bandas de regui argentinas. Como en American Idol, en muchos casos la idea es reirse del concursante, y las "devoluciones" del jurado son bastante cómicas. En ese sentido, parece una versión de Capusotto.