Anguila es una pequeña isla del Caribe, muy cercana a Saint Martin/Sint Maarten, la vecina mitad francesa mitad holandesa. Anguila, en cambio, es colonia británica y tiene apenas unos 13 mil habitantes. Es una de esas islas que suelen rankear alto en las listas de las mejores playas del mundo. Es que no sólo cuenta con algunas playas de fantasía, sino que, además, aún no es un destino tan conocido ni visitado, lo que la coloca bien como objeto de deseo turístico. Resorts como el Viceroy y el Cuisinart la ponen en el mapa del turismo premium del Caribe. Pero la falta de un aeropuerto internacional (para un argentino, por ejemplo, el acceso normal es vía St Martin) la mantiene a distancia prudencial del ruido.
¿Personalidades destacadas de Anguila? Bueno, si bien él nació en Islas Vírgenes, la familia de Tim Duncan, compañero de Manu Ginobili en los Spurs, es del Valley, la minúscula capital de la isla. Pero en el rubro música popular, el nombre más conocido es el de Bankie Banx, cantautor de dreadlocks y barba blanca al que se lo suele catalogar como el Bob Marley de Anguila.
Banx es un viejo músico que supo salir al mundo. En la década del 80 logró un lugar en la crema del reggae internacional, entre las estrellas de la dominante Jamaica, gracias a su participación en el Sunsplash, el megafestival del género. Pero Anguila no es Jamaica y Bankie tampoco es exactamente Marley, así que discos clásicos como Roots & Herbs perduraron sólo en las colecciones de los aficionados más entusiastas.
Así como el Sunsplash jamaiquino es el festival de reggae más tradicional, Bankie, además de tocar, organiza cada año en Anguila el Moonsplash, evento al que acude más gente de la que reside en la isla. Lo hace en su propio bar, el Dune Preserve, literalmente sobre la playa, en la deslumbrante Rendezvous Bay.
El Dune Preserve (tercera versión; las anteriores fueron destruidas por tornados) es una precaria construcción de maderas rescatadas de antiguos botes y casas, coronada por una bandera de Etiopía (un estandarte rasta). Más allá del festival, allí Banx suele tocar cualquier noche del año. Es su casa.
El público de esas noches de zapada no es precisamente local ni mucho menos una congregación de rastamen, sino turistas norteamericanos alojados, por ejemplo, en Cuisinart, el cinco estrellas que paradójicamente es el único vecino del humilde Dune Preserve. Los norteamericanos consumen toda la cerveza Carib que Bankie haya comprado ese día y, contentos, se sacan autofotos con el anfitrión, como quien se fotografía junto a un legionario frente al Coliseo romano. No saben, ni importa demasiado para el caso, que Banx ha grabado con Bob Dylan, a quien evidentemente admira quizás incluso más que a Marley. Bankie repasa, solo o con algún músico amigo, algunas viejas canciones sobre una tarima. Se lo puede oír entre las risas y las conversaciones del público, mientras una docena de veraneantes de Milwaukee postean en Facebook acerca de la experiencia cultural más profunda de sus vacaciones.